Plinio Corrêa de Oliveira

D. Antonio de Castro Mayer

D. Geraldo de Proença Sigaud

Luis Mendonça de Freitas

 

Socialismo y

Propiedad Rural

 Bookmark and Share


Sección II

OPINIONES SOCIALIZANTES QUE PREPARAN EL AMBIENTE PARA LA “REFORMA AGRARIA SOCIALISTA” 

EXPOSICIÓN Y ANÁLISIS


 

CAPÍTULO II

 En principio, ¿la actual estructura rural brasileña perjudica la producción agropecuaria?

 

Como ya tuvimos ocasión de decir [1], se pueden hacer críticas muy fundadas a la “Reforma Agraria Socialista”, pero que escapan, sin embargo, en gran medida, al ámbito especial de este libro. Otros, con la debida competencia y sagacidad, ya las han hecho y por cierto las continuarán haciendo. Nos limitaremos a presentar aquí los comentarios que sobre el asunto quepan desde el punto de vista de la doctrina católica.

 

Introducción

IMPUGNADA

AFIRMADA

Dejando de lado las consideraciones que muestran cuán injusta es la desigualdad actual de la vida rural brasileña, y lo justo que sería el reparto de las tierras, y pasando ya al ámbito del interés nacional, cabe afirmar que la “Reforma Agraria Socialista” sería altamente conveniente para el País, porque:

Dejando de lado las consideraciones que demuestran cuán justa es la división actual de nuestro territorio en propiedades grandes, medias y pequeñas y pasando al ámbito del interés nacional, cabe afirmar que la “Reforma Agraria Socialista” sería verdaderamente ruinosa para el País, porque:

 

Proposición 20

IMPUGNADA

AFIRMADA

Elimina la complejidad inútil del sistema actual, constituyendo una red inmensa de propiedades iguales o equivalentes.

Elimina las propiedades grandes y medias, tan indispensables como las pequeñas en un país de territorio inmenso y cultivos tan variados como es el nuestro.

 

COMENTARIO

 La mentalidad socialista es propensa a la uniformización y a la simplificación. Ahora bien, el ideal de un régimen agrario no es ser simple, sino ser eficiente. Además, las cosas que se relacionan con el hombre y la sociedad humana consideradas como un todo vivo, en general no son simples. Por el contrario, son muy complejas.

En un país constituido por todo un conjunto de regiones muy diversificadas, todo cuanto ostente la nota de uniformizado y simplificado al extremo, es ruinoso.

Dado que cada uno de los tres tipos de propiedad: pequeña, media y grande, tiene su razón de ser, y que todos son justos, no se comprende por qué privar a Brasil del beneficio de los tres.

 

Proposición 21

IMPUGNADA

AFIRMADA

Las propiedades pequeñas serán apoyadas por el Estado, que las podrá guiar por el camino de un planeamiento agrícola fecundo, muy diverso del caos rural en que nos encontramos.

Las propiedades pequeñas, entregadas a sí mismas, caerán necesariamente bajo la dependencia del Estado, lo cual conducirá al peor de los regímenes agrarios, esto es, el colectivismo.

 

COMENTARIO

 Corresponde hacer aquí observaciones análogas a las del comentario anterior. La “Reforma Agraria Socialista”, inspirada por el socialismo y contraria al principio de subsidiariedad [2], es centralizadora y pone todo bajo el control del Estado.

Ahora bien, en la medida en que éste sale de sus funciones propias y pasa por encima del principio mencionado, para dirigir toda la vida social, merece la célebre censura: “el bien que hace está mal hecho, y el mal que hace está bien hecho”.

Por esto Inglaterra, Alemania, Australia, hicieron, o están haciendo volver a la iniciativa privada numerosas empresas de todo género, que fracasaron bajo la dirección del Estado.

Los progresistas igualitarios del Brasil, habituados a seguir la penúltima moda, que es el socialismo, piensan, por el contrario, colocar toda la agricultura en manos del Estado: el futuro que le espera, en esta hipótesis, presenta serios riesgos de encontrarse con la situación por la que al presente están pasando el “Lloyd Brasileiro”, o la “E.F. Central do Brasil”... [3].

El Estado con el monopolio de los asuntos del campo, reduciendo al pequeño propietario a la función de mero “robot” agrícola, sin capacidad para pensar los problemas de su tierra y darles cualquier solución personal: esto es el totalitarismo, contrario a la libertad de opinión y a la iniciativa en lo que éstas tienen de legítimo. El Estado, señor de la técnica, lo sabe todo. El individuo obedece y ejecuta [4].

 

Proposición 22

IMPUGNADA

AFIRMADA

Manteniendo obligatoriamente pequeñas las propiedades, dará el Estado a los trabajadores rurales mucho mayor estímulo en la producción, porque todo lo que produzcan será suyo.

Manteniendo obligatoriamente pequeñas las propiedades rurales, el Estado quitará a los trabajadores más capaces estimulo para producir el máximo posible en ventaja propia y de los hijos.

 

COMENTARIO

 El deseo de mejorar de nivel y de condiciones de vida es, en general, suscitado y mantenido en los grados más bajos de la jerarquía social por el ejemplo de las categorías superiores. Es un error suponer que el confort y el brillo de la existencia de los más ricos o acomodados redunde exclusivamente en provecho de ellos.

Presenciando la existencia de una vida más atrayente, procuran las clases modestas mejorar su propia condición.

Esta función de las clases más tradicionales, cultas y ricas es tanto más importante cuanto es cierto que la ley del mínimo esfuerzo suele llevar a masas enteras a conformarse durante siglos con un modo de vida infra-humano. Entre nosotros mismos la inapetencia que el trabajador rural revela, con cierta frecuencia, por abandonar la vida pobre y, a veces, miserable a que está acostumbrado, es un obstáculo, y no pequeño, para elevar su nivel de existencia.

*   *   *

Por otra parte, el mero ejemplo de los más ricos es, a veces, insuficiente. Las comodidades y según el caso, aun el lujo del propietario, por ejemplo, frecuentemente dejan indiferente al trabajador. Cabe entonces, a las clases elevadas, un deber mayor aún: el de obrar personalmente sobre el hombre del campo para elevarlo. ¿Cómo hacer esto? La cuestión es muy vasta, y escapa a los límites de este libro. En principio, recordamos solamente que hay que habituarlo por etapas a un tenor de vida mejor, aunque siempre muy rural.

Este importante asunto queda indicado para la atención de los competentes en la materia.

*   *   *

De cualquier forma, interesa a este comentario, sobre todo, mostrar que la existencia de una élite es indispensable para el progreso del pueblo.

 

Proposición 23

IMPUGNADA

AFIRMADA

Dará de este modo el Estado bienestar y hartura a las zonas empobrecidas o superpobladas.

En lugar de encauzar los brazos excedentes de las zonas pobres o superpobladas hacia la colonización indispensable y urgente de nuestro “hinterland”, los atraerá así el Estado hacia la inactividad y ocio propios de los regímenes socialistas e igualitarios, en zonas ya habitadas.

En suma, lejos de crear nuevas fuentes de riqueza, dividirá igualitariamente la miseria.

 

COMENTARIO

 Un comentario al margen del asunto, pero que no deja de ser prudente y actual.

Hay pueblos de presión demográfica excesiva, que se apiñan en zonas pequeñas y sueñan con las inmensas extensiones desocupadas del Brasil.

¿Qué dirán ellos, sabiendo que no aprovechamos en la medida de lo posible estas regiones, sino que, por el contrario, nos lanzamos a los riesgos de una inmensa transformación social para dividir el suelo ya colonizado y plantado, en el cual, inútilmente, nos amontonamos?

 

Proposición 24

IMPUGNADA

AFIRMADA

La “Reforma Agraria Socialista” está en conformidad con las Encíclicas sociales, en todas las cuales se manifiesta una complacencia particular con la pequeña propiedad, recomendando que sea fomentada en lo posible.

La “Reforma Agraria Socialista” está en desacuerdo con las Encíclicas sociales, que si bien recomiendan con particular complacencia la propiedad pequeña, no tienden, de ningún modo, hacia un régimen en que sólo haya propiedades pequeñas.

 

COMENTARIO

 Fomentar en la medida de lo posible una cosa, no es querer que sólo exista ella. Muchas cosas deben ser fomentadas al máximo según las directivas de la Iglesia:

— las vocaciones sacerdotales, lo cual no quiere decir que todos los hombres deben ser sacerdotes;

— las vocaciones religiosas, lo que no quiere decir que tos das las personas de ambos sexos deban entrar en los conventos;

— la enseñanza universitaria seria y cristiana, lo que no quiere decir que no deba haber escuelas primarias y medias.

Mil otros ejemplos de este género se podrían mencionar.

Es en estos términos que la Iglesia, deseosa del equilibrio social y del bienestar de todas las clases, recomienda que la pequeña propiedad desempeñe, en la estructura agraria, el gran papel que le cabe. Esa recomendación es siempre oportuna porque si no hay empeño especial en mantener la pequeña propiedad, débil por naturaleza, fácilmente podría desaparecer en ciertas condiciones, absorbida por la propiedad media o grande, o pulverizada por las sucesiones hereditarias, provocadas por los impuestos pesados y reparto igual entre los hijos.

*   *   *

Conviene recordar aquí que el celo de la Iglesia por la pequeña propiedad tiene también otra causa. Siendo, como ya se vio [5], natural a los hombres la condición de propietario, no puede ella sino desear que —dentro de lo posible— el mayor número de ellos posea algo efectivamente.

Así, todo el empeño de la Iglesia en fomentar la pequeña propiedad no resulta, de manera alguna, de argumentos que impliquen hostilidad, ni simples antipatías, hacia la propiedad media o grande.

Si, pues, ciertos proyectos de ley, como por ejemplo la revisión agraria propuesta por el Gobernador Carvalho Pinto, tuvieron únicamente por objetivo difundir la pequeña propiedad, sin combatir la grande, serían dignos de encomio. Es pena que traspasen este objetivo, inspirados por la tendencia a reducir exageradamente las desigualdades de nuestra estructura rural.

 

 

CAPÍTULO III

 De hecho, ¿la actual estructura rural brasileña está cumpliendo su misión?

 

Las proposiciones impugnadas de este Capítulo III presentan en su formulación corriente y, por así decir, popular, algunos argumentos en favor de la “Reforma Agraria Socialista”, basados en informaciones erróneas sobre la situación agropecuaria brasileña.

Estas informaciones son ampliamente refutadas en la Parte II [6] y, por ello, omitimos aquí tal refutación.

Los comentarios contenidos en este Capítulo tienen un carácter meramente subsidiario de la exposición hecha en aquella Parte.

Por la naturaleza misma del asunto, no caben textos pontificios en estas proposiciones.

 

Proposición 25

IMPUGNADA

AFIRMADA

Es posible que en una situación normal, la “Reforma Agraria Socialista” no fuese justa.

Sin embargo, estamos en condiciones excepcionales, en que, o bien se inmolan en favor de la salvación pública los derechos de los propietarios grandes y medianos, redistribuyendo las tierras, o el País naufraga.

En estas circunstancias, como el bien común vale más que el  particular, la “Reforma Agraria  Socialista” se torna justa.

Las condiciones excepcionales en que nos encontramos pueden, en términos generales, resumirse como consta en las proposiciones siguientes.

Si la “Reforma Agraria Socialista” fuese el único medio para preservar de la ruina el bien común, ciertamente, se legitimaría con esto.

Los derechos de los particulares no pueden prevalecer contra el derecho a la vida de la sociedad o del Estado.

Sin embargo, tal como está, no sólo es innecesaria, sino altamente nociva a los intereses nacionales [7], Y, por ello, no debe ser implantada.

 

Proposición 26

IMPUGNADA

AFIRMADA

La actual escasez de víveres es un escándalo. En un País en que todo favorece a la vida rural, y donde jamás se pensó que pudiese haber miseria, aparece ésta hoy a la vista de todos.

Ahora bien, si hay carestía es porque hay insuficiencia de producción. ¿Cuál es el motivo de ésta?

Las tierras sobran. La causa de este escándalo sólo puede estar en la estructura agraria actual, o en la clase de los agricultores, o en ésta y en aquella.

Por tanto, sin una distribución fundamental de tierras, esta situación no se resolverá.

La actual crisis brasileña es un escándalo. En un País en que todo debería favorecer a la vida rural, circunstancias de todos los órdenes nos condujeron al presente estado de carestía.

Entre tanto, nuestra producción agrícola va creciendo.

La causa es ajena a la agricultura y no está, por tanto, en el actual régimen agrario, ni en los agricultores.

En consecuencia, una redistribución de tierras nada adelantaría y sólo traería caos y desorden.

 

COMENTARIO

 A la materia tratada en la proposición de arriba respondemos en la Parte II [Nota del Sitio: sobre la Parte II ver explicación en el Prólogo].

*   *   *

Son indispensables algunas aclaraciones más sobre la legitimidad de la expropiación de las tierras incultas o mal cultivadas.

1. — El concepto de “tierra inculta” no siempre es igual al de de “tierra no aprovechada”. En muchas situaciones el agricultor o criador se ve obligado a tener un área en descanso, o sin utilización inmediata, para un mejor aprovechamiento de la propiedad. No es, pues, cualquier “tierra inculta” la que puede ser objeto de justa represión legal.

2. — No es raro que el desaprovechamiento o infra-aprovechamiento de la tierra sea debido a circunstancias ajenas a la voluntad del propietario: falta de crédito para comprar equipos agrícolas, política de precios desalentadora para el cultivo de productos más adecuados a ciertas zonas, etc. En este caso, la justicia manda que, en lugar de expropiar la tierra, se auxilie al agricultor para utilizarla.

3. — Sólo en los casos en que el agricultor no aproveche sus tierras por desidia o evidente inactividad, pueden ser éstas expropiadas, siempre por justo precio. Aún así, será necesario que la falta de cultivo de estas tierras sea nociva al bien común. En este caso, deberá el poder público intimar al propietario a que proceda al cultivo, ofreciéndole, eventualmente, los recursos necesarios. Sólo después de su negativa, puede el Estado proceder a la expropiación, mediante justo precio.

*   *   *

Que hay una crisis brasileña, y que ésta trae penurias, nadie lo niega.

En lo que respecta a la total ausencia de culpa de la agricultura en esa crisis, véase la Parte II [Nota del Sitio: sobre la Parte II ver explicación en el Prólogo]. 

 

Proposición 27

IMPUGNADA

AFIRMADA

Añádase que la propiedad tiene una función social. La agricultura, que es nuestra principal fuente de riqueza, debería rendir lo suficiente para mantener el Estado con abundancia.

Por el contrario, el Brasil vive pobre y empeñado. Quiere decir que la agricultura no cumple su misión. Es urgente, pues, sujetarla a una reforma básica.

La agricultura ha concurrido muy eficazmente al incremento de los otros sectores de la economía nacional. En efecto, gracias a las exportaciones y al sistema de cambio, el Brasil ha realizado un admirable esfuerzo de capitalización por la transferencia de ingresos de las actividades rurales hacia las actividades urbanas; y al mismo tiempo se ha beneficiado con el aumento substancial y constante de divisas extranjeras indispensables para la adquisición del equipo necesario para la industrialización del País y el aparejamiento de sus actividades básicas en materia de energía y transportes.

 

COMENTARIO

 Véase la Parte II, especialmente el Capítulo IX. 

 

Proposición 28

IMPUGNADA

AFIRMADA

Las condiciones de vida de los trabajadores rurales son hoy día infra-humanas. El único medio de aliviarlas es distribuir las tierras entre ellos, de suerte que el producto de su trabajo quede todo para ellos, en lugar de ir a parar, en su mayor parte, a los patronos.

La “Reforma Agraria Socialista” es, pues, justa y necesaria.

En un país como el nuestro, de tierras y cultivos tan diversos, y en que las condiciones concretas de la vida del trabajador son tan variadas, los medios para mejorar con la rapidez necesaria estas últimas también deben ser diversos.

En algunos lugares cabrá la formación —por procesos moralmente lícitos— de pequeñas propiedades. En otros será aconsejable atemperar el salariado con la aparcería. En otros, aun será preferible aumentar simplemente los salarios.

Imponer la división de tierras como solución general, es medida inorgánica, violenta y contraproducente. Acarreará, en muchos casos, el traspaso de bienes a manos que, sin dirección superior, serán incapaces de cultivarlos y de aprovechar sus frutos.

El desenlace de esta carencia de dirección será la economía totalmente planificada y dirigida por el Estado, ante el cual, el pequeño propietario indefenso quedará exactamente como en la URSS, un miembro de koljoz.

 

COMENTARIO

 Compúlsese la Proposición 22.

Aún en las zonas donde no fuese posible aliviar la situación del hombre del campo sin la repartición, no será ésta el “único medio”, como pretende la proposición impugnada.

En efecto, aunque repartiésemos las tierras, las condiciones de existencia infra-humanas de ciertos trabajadores no cambiarían. Hay en el Brasil muchos pequeños propietarios que llevan una vida infra-humana, no tanto por pobreza cuanto por enfermedad, por indolencia, por inapetencia de una vida mejor.

Los problemas económicos no son, en general, meramente económicos. Y sólo se resuelven integralmente mediante una buena formación moral.

*   *   *

Además, si la capacidad de producción de las tierras es suficiente para mantener a los trabajadores, no se ve por qué una mejora en las condiciones de salario y de aparcería, no sería suficiente para aliviarlos. Este sería, en todo caso, un remedio más fácil, más rápido, y sin los riesgos patentes de esa inmensa aventura que es la “Reforma Agraria Socialista”. Y si la capacidad de producción de las tierras no es suficiente, ¿para qué dividirlas, cuando tenemos nuestro “hinterland” y la carretera Belén-Brasilia, que parece clamar por quienes habiten sus márgenes incultas?

*   *   *

Además, ¿estarían todos nuestros trabajadores agrícolas equipados para recibir esas tierras y aprovecharlas de inmediato, convenientemente? No se trata aquí únicamente de aptitud personal, sino de pertrechos técnicos, etc.

*   *   *

A propósito del aprovechamiento de las tierras aún incultas, a las orillas de la carretera Belén-Brasilia y de otras vías de comunicación existentes, o que serán abiertas, hay un principio básico que es conveniente recordar. Dado que la condición natural del hombre es ser propietario, no basta que el poder público, sistemáticamente, arriende las tierras desocupadas. El arrendamiento es, por sí, una situación legítima pero inestable: se comprende que exista, pero no que se generalice a punto de substituir la propiedad, y, por tanto, la estabilidad que la naturaleza humana pide. Tal vez fuese del caso estudiar, a propósito de este problema, una juiciosa actualización de la enfiteusis. Hacemos esta observación teniendo presente la experiencia de arrendamiento de tierras que se viene realizando en Brasilia. 

 

Proposición 29

IMPUGNADA

AFIRMADA

Es posible que en la ejecución de tan vasta reforma, los propietarios sufran accidentalmente algunos abusos. Pero éstos son menos de temer que la permanencia del gran abuso consistente en que unos pasen hambre y otros vivan en la abundancia, cuando no en lujo insolente.

La división de las tierras no remediaría convenientemente la situación lamentable e infrahumana en que viven muchos trabajadores rurales [8].

Además de esto, daría lugar a un gran abuso contra los grandes y medios propietarios, privados de sus bienes sin ventaja alguna para el País: antes con grave daño para éste [9].

Por otro lado atribuiría esos bienes a propietarios nuevos que, en muchos casos, se mostrarían incapaces de hacer de ellos un uso acertado [10].

Por fin, esa repartición dejaría intactas las tierras “devolutas”; o solamente las cedería a título de arrendamiento, lo que sería, en las condiciones actuales, otro abuso.

En suma, la “Reforma Agraria Socialista” es el abuso de los abusos.

 

COMENTARIO

 Evidentemente, toda gran reforma da lugar a abusos accidentales e inevitables. Cuando es necesaria y justa, el temor de esos abusos sólo puede detener a egoístas o pusilánimes.

No es, sin embargo, en este terreno donde se sitúa la cuestión. La “Reforma Agraria Socialista” es, en sí misma, un abuso mucho mayor que el que ella trata de remediar. 

 

Proposición 30

IMPUGNADA

AFIRMADA

Se afirma que la “Reforma Agraria Socialista” llevará a la socialización total. Es necesario no exagerar. La aplicación de los principios socialistas a la  agricultura no implica que sean extendidos a la industria, al comercio o a los inmuebles urbanos.

Un país puede, perfectamente estar colectivizado en el campo y tener floreciente la iniciativa privada en las ciudades.

Si hoy se admite que compete al poder público decretar arbitrariamente la abolición de la propiedad rural media y grande, es lógico que mañana se sienta con el derecho de abolir todas las otras formas de propiedad, en el campo y en las ciudades, bien sea inmobiliaria, industrial o comercial.

Además, una cosa llama a la otra, pues el régimen exclusivo de pequeñas propiedades las sujeta virtualmente todas al Estado [11]. Armado con este inmenso poderío político y económico quedarán automáticamente a su arbitrio, los patrimonios urbanos industriales, comerciales e inmobiliarios.

 

COMENTARIO

 El asunto de esta proposición no está tratado en la Parte II. La colocamos aquí por la afinidad que tiene con las anteriores. Una observación a su respecto es suficiente.

Tal vez haya comerciantes e industriales inadvertidos que propugnan la “Reforma Agraria Socialista” sin percibir que renuncian al principio de la propiedad privada, base de su prosperidad.

Ya que no el amor a la justicia, por lo menos el instinto de defensa de sus propios intereses les debería llevar a mayor circunspección.

 


NOTAS

[2] Cfr. Comentario a la Proposición 7, ítem 4.

[3] (N. del T.) El “Lloyd Brasileiro” y la “Estrada de Ferro Central do Brasil” son, respectivamente, las mayores empresas brasileñas de navegación y de ferrocarriles. Ambas pertenecen a la Unión son altamente deficitarias.

[4] Un despacho telegráfico reciente de la Agencia “United Press” (Cfr. “O Estado de São Paulo”, de 3 de junio de 1960) divulga la siguiente crítica de Mons. Eduardo Boza Masvidal, Arzobispo Auxiliar de La Habana, contra el dirigismo del gobierno de Fidel Castro: procede éste en relación al individuo “como si la cabeza del ser humano no sirviese sino para llevar el sombrero”.

La proposición impugnada nos hace pensar en esto.

[6] Cfr. Parte II - Introducción, epígrafe “Las tesis esenciales de esta Parte II”.