ASPECTOS RELIGIOSOS Y
SOCIALES
La
crisis brasileña y los problemas del campo
Se está notando, en este
momento, la concomitancia de varias crisis en el Brasil: de producción, de
transporte, de finanzas, etc. En realidad, estas crisis se interpenetran
en sus causas, en su proceso y en sus efectos, de manera que constituyen
globalmente una sola crisis económica y financiera que, resumiendo,
podríamos llamar la crisis brasileña.
Como es natural, esta crisis
está incluida en un cuadro más vasto que no constituye el objeto inmediato
del presente trabajo.
La necesidad de dar remedio a
esta crisis, que contrasta dolorosamente con la gran ola de progreso por
la cual pasamos en tantos otros terrenos, ha suscitado en los más variados
ambientes políticos, intelectuales y sociales, considerable número de
estudios, comentarios y proyectos. De manera especial, se ha vuelto la
atención hacia los problemas del campo, y, en casi todas partes, se habla
de reforma agraria.
Atmósfera de confusión en el estudio de la reforma agraria
Para un observador, aunque
dotado sólo de mediana perspicacia, no puede pasar desapercibida la
atmósfera de confusión en que vienen siendo tratados varios de los
aspectos de la actual crisis brasileña. Y esta confusión parece llegar a
su auge en lo que concierne a la reforma agraria.
Bajo este rótulo, las mejores y
peores sugestiones, las más sensatas así como las más extravagantes,
vienen siendo propuestas con igual desenfado y acogidas con igual interés.
Hasta podríamos decir que la atención pública se vuelve con preferencia
hacia las soluciones arrojadas y espectaculares. Las horas difíciles son
habitualmente favorables para los inventores de panaceas.
En medio de esta
confusión, sin embargo, hay una nota que merece muy particular atención.
Es la frecuencia con que aflora un prejuicio pasional, que —según
una expresión recogida en mala escuela— podríamos llamar un verdadero
“complejo” contra el propietario rural y contra el mismo derecho de pro.
¿La
propiedad es un privilegio anti-social y el propietario un parásito? |
Efectivamente, el papel de la
propiedad rural, grande y media en el conjunto de la economía nacional, es
enfocado, con frecuencia cada vez mayor, como un privilegio personal en
oposición permanente con los intereses de los trabajadores y del País. De
ahí que la mayoría de las veces no se hable ni de una ni de otra y sobre
todo de la primera — si no es para estudiar o proponer medios de
cercenarlas. De esta forma se origina, en muchos espíritus, el deseo más o
menos consciente de abolirlas, quizás mediante pequeña indemnización. Y de
ahí al socialismo, aun en sus formas más exacerbadas, sólo hay un paso, el
paso fácil y rápido que se da al pasar lógicamente de las premisas a la
conclusión.
Transformación ideológica profunda y desapercibida
Los debates sobre
la reforma agraria van, así, induciendo lenta y casi insensiblemente a
mucha gente a aceptar una mentalidad izquierdista, o incluso, a resbalar
hacia la adopción explícita de programas socialistas y revolucionarios que
habrían rechazado categóricamente uno o dos años atrás.
Consecuencias:
a) En el orden de las ideas |
De allí el peligro de una doble
calamidad, ideológica y práctica.
Esta afirmación puede sorprender
a algunos lectores. Sin embargo, nada más verdadero. Tendremos
ocasión de
mostrarlo detenidamente más adelante
.
Recordemos sólo de paso que el gran Pío XI ha dicho
que socialismo y
cristianismo “son términos contradictorios”
.
Y el llorado Pontífice Pío XII escribió, en mensaje al “Katholikentag” de
Viena, que la Iglesia ve en la lucha contra el socialismo, esto es, en la
“protección del individuo y de la familia frente a la corriente que
amenaza arrastrar a una socialización total, a cuyo fin se tornaría
pavorosa realidad la imagen terrorífica del Leviatán”
,
uno de sus mayores deberes en la fase actual de las controversias sociales.
Son, pues, las propias bases ideológicas de la civilización cristiana que
se van extinguiendo en el alma brasileña a medida que avanza el espíritu
socialista.
b) En el orden de los hechos |
El
“complejo” contra el propietario rural y el derecho de propiedad tiende
forzosamente a pasar del orden ideológico al orden práctico. Estamos, pues,
expuestos al riesgo de una legislación aprobada en un ambiente de
irreflexión y de apresuramiento. La ocasión es propicia para que la
institución de la propiedad, en vez de ser protegida y complementada con
lo necesario para la plena realización de su función social, sea de tal
forma atacada y cercenada en lo que tiene de esencial, que decline hacia
un estado de anemia y de raquitismo irremediable. Esto será, sin duda, una
catástrofe para toda la clase honrada y laboriosa de los propietarios
rurales. Pero constituirá también una catástrofe para la clase de los
trabajadores agrícolas y para la economía nacional toda, de cuya
conservación y progreso la propiedad privada es, por el orden natural de
las cosas, fundamento imprescindible.
c) Grave crisis religiosa en
perspectiva |
Como veremos más adelante
,
una “Reforma Agraria Socialista” que llevase esas tendencias y esos
principios socialistas a sus consecuencias naturales y lógicas, lanzaría
al Brasil al abismo de una de las más graves crisis de conciencia de su
historia.
Prevenir
tal peligro no es sólo luchar por los derechos de una clase respetable,
sino también favorecer a los trabajadores rurales, defender la
civilización cristiana y preservar el futuro económico y religioso del
País.
A quiénes incumbe prevenir
estos males |
Por esta razón, el derecho y el
deber de intervenir en este problema no corresponde solamente a los
agricultores. Siendo directamente interesados, ellos tal vez se sientan
hasta con menos libertad para hacerlo que otros.
Los
autores
Los autores de este trabajo no
son agricultores y no dependen de la agricultura para la subsistencia.
Esto confiere a las consideraciones que siguen una imparcialidad fuera de
sospecha que el lector debe tener en cuenta. Les mueve solamente el de seo
de contribuir, dentro de sus posibilidades, a conservar al Brasil en los
caminos de la civilización cristiana.
Ligados entre sí desde hace
muchos años por relaciones de estudio y amistad, han seguido desde sus
comienzos el movimiento de opinión en favor de la “Reforma Agraria
Socialista”.
Preocupados ante la perspectiva,
cada vez más próxima, de una tan profunda transformación social y
económica, decidieron conjugar sus esfuerzos para elaborar un estudio que
considerase en sus varios aspectos la “Reforma Agraria Socialista”.
Toda la materia contenida en la
Parte I quedó a cargo de los Obispos de Campos y de Jacarezinho
y del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira; de
la materia económica que constituye el principal contenido de la
Parte II se encargó el economista Luis Mendonça de Freitas
.
Objetivos de este trabajo
Evidentemente, los autores no
tratan, por sí solos, de cortarle el paso a la campaña que se hace ahora
contra el propietario rural y contra la institución de la propiedad
privada en el campo. No es ésta, empresa proporcionada a las fuerzas de un
mero trabajo intelectual.
La presente obra pretende ser
únicamente una contribución a este gran objetivo, destinada a preparar, en
la medida de sus posibilidades, las condiciones para una sana reacción del
buen sentido y de la conciencia cristiana.
Es nuestro propósito advertir
sobre el peligro de la “Reforma Agraria Socialista” a los sectores de
opinión naturalmente más indicados para intervenir en la contienda, es
decir, las élites del País y si ellas no lo hacen, nada útil se podrá
esperar.
A
quiénes se dirige
Este trabajo se dirige pues, a
los miembros de las profesiones liberales, a los eclesiásticos, a los
políticos, a los militares, y especialmente, a los agricultores,
ingenieros agrónomos, economistas, así como, de un modo general, a todos
los hombres de cultura y acción en los cuales la Fe y el amor a nuestra
civilización mantienen viva la convicción de que la propiedad privada es
legítima y benemérita, y a los cuales incumbe, a títulos diversos, la
defensa de los fundamentos de la nacionalidad.
Delimitación
del presente trabajo
El
tema del cual vamos a tratar es muy limitado. No pretendemos hacer un
estudio completo de nuestra historia rural, ni de nuestros problemas
agrícolas presentes, ni siquiera ofrecer un proyecto cabal de una sana
reforma agraria. Deseamos simplemente, conviene repetirlo, señalar el
peligro que corre, bajo el pretexto de reforma agraria, la institución
básica de la propiedad privada, y convocar para la acción contra tales
riesgos a los elementos capaces.
b) En cuanto al punto de
vista |
La “Reforma Agraria Socialista”
la vemos como una medida tan contraria al orden natural de las cosas, que
los argumentos contra ella podrían proporcionar materia no para uno, sino
para varios volúmenes.
Por tanto, no pretendemos dar en
este libro un panorama global de todas las objeciones que se pueden
levantar fundadamente contra la “Reforma Agraria Socialista”.
Nuestras
consideraciones, están formuladas desde el punto de vista católico, que en
un país como el nuestro, se puede presuponer aceptado por la gran mayoría
de los lectores. A esto nos llevan, naturalmente, nuestras convicciones.
El conocimiento de este punto interesa también a los no católicos pues, en
el orden concreto de los hechos, si la reacción de la conciencia cristiana
no está en la base de la lucha en favor de la propiedad privada, esta
lucha no tendrá viabilidad, ni superior sentido moral, a los ojos del
pueblo brasileño.
Legitimidad de este punto de
vista |
Tratando el asunto desde este
punto de vista, estamos seguros de prestar una contribución útil para la
orientación, tanto de los católicos, como, de un modo general, de todas
las mentalidades abiertas a la idea de que la Iglesia tiene una palabra
que decir sobre este asunto, y son conscientes del alto significado que
esta palabra — intrínsecamente religiosa— tiene en el plano de la
historia, de la cultura y de la vida de Occidente.
Pío XI indica con las siguientes
palabras el fundamento de la intervención de los Papas en materia social,
y el ámbito de esa intervención: “establezcamos como principio, ya
antes espléndidamente probado por León XIII, el derecho y deber que Nos
incumbe de juzgar con autoridad suprema estas cuestiones sociales y
económicas (Encíclica Rerum Novarum). Es cierto que a la Iglesia no
se le encomendó el oficio de encaminar a los hombres hacia una felicidad
solamente caduca y temporal, sino a la eterna. Más aún, no quiere ni debe
la Iglesia, sin causa justa, inmiscuirse en la dirección de las cosas
puramente humanas (Encíclica Ubi Arcano). Pero renunciar al derecho
dado por Dios de intervenir con su autoridad, no en las cosas técnicas,
para las que no tiene medios proporcionados ni misión alguna, sino en todo
cuanto toca a la moral, de ningún modo lo puede hacer. En lo que a esto se
refiere, tanto el orden social cuanto el orden económico están sometidos y
sujetos a Nuestro supremo juicio, pues Dios Nos confió el depósito de la
verdad y el gravísimo encargo de publicar toda la ley moral e
interpretarla y aun exigir, oportuna e inoportunamente, su observancia”
.
Algunas observaciones
Antes de pasar más adelante
conviene hacer algunas observaciones.
a) En cuanto a la pecuaria |
En
la Parte I, hablaremos habitualmente del agricultor, de la agricultura y
de la propiedad agrícola. Sin embargo, todo lo que digamos de ellos en el
plano doctrinario, también se aplica exactamente al criador, a la pecuaria
y a la propiedad pecuaria. Es simplemente por brevedad de expresión que
evitamos mencionar unos y otros.
Igualmente todas las referencias
hechas al trabajador agrícola valen para el trabajador manual que sirve en
las actividades pecuarias.
b) En cuanto al "Partido
Socialista Brasileiro" |
Existe en el
Brasil un Partido Socialista, aunque de expresión electoral pequeña. El
presente trabajo no lo tiene primordialmente en cuenta. Y esto porque su
importancia concreta en la ofensiva socialista actual es pequeña. El
socialismo como doctrina ejerce su más peligrosa influencia a través de
elementos “socializantes” colocados en los más diversos partidos políticos
o en el corazón de instituciones que, por naturaleza, serían
anti-socialistas. El lenguaje de estos elementos es conservador en
apariencia; sus máximas sí, son socialistas, y el efecto de su
argumentación prepara habitualmente los espíritus para el socialismo. Es,
sobre todo, contra la acción de esos elementos que queremos advertir a
nuestros lectores.
Consentir en que el blanco de
este trabajo se limitara al “Partido Socialista Brasileiro” —a cuyo
programa y a cuya actuación se aplican, desde luego, todas las
consideraciones hechas aquí con respecto al socialismo como doctrina—
sería disminuir las verdaderas perspectivas del asuntos
c) En cuanto al Comunismo |
Considerando
que la ofensiva del espíritu socialista, aquí apuntada, se desenvuelve en
un momento en que la presión internacional del comunismo llega a su clímax
y su actuación en el Brasil va en un crescendo evidente, es licito
preguntar qué relación existe entre tal ofensiva y los planes de
dominación mundial del marxismo.
Entre el socialismo y el
comunismo no existe ninguna distinción doctrinaria esencial y consistente.
La palabra “socialismo”, en efecto, es empleada a veces para designar un
conjunto de tendencias y de aspiraciones de reforma que, sin intentar la
completa realización del programa comunista, quieren aplicarlo, sin
embargo, gradualmente y sin derramamiento de sangre en éste o en aquel
sector de la estructura económica y social. En este sentido el socialismo
es una preparación para el comunismo, una realización paulatina del mismo.
Volveremos sobre el asunto
.
Recordemos solamente aquí, y de un modo sumario, que todo cuanto debilita
las instituciones que el comunismo desea suprimir es, en último análisis,
una contribución a su victoria. Así, pues, la “Reforma Agraria
Socialista”, lanzando a la propiedad rural y a la élite social que en ella
se apoya, a un estado agónico o pre-agónico, sólo puede favorecer los
designios de los comunistas.
Las minorías
organizadas ganan mucho cuando la confusión y la división se establecen en
las filas de la mayoría. El caos en medio del cual está siendo tratado el
problema de la “Reforma Agraria Socialista”, las disensiones a que cada
vez más esta última puede ir dando ocasión, constituyen un precioso caldo
de cultivo para las ideas comunistas.
La ley no tiene un papel
ilimitado en la solución de los problemas sociales, ya sean de la ciudad o
del campo. Estos se resuelven, sobre todo, con el concurso de la Religión
y de la Moral, como también por medio de usos y costumbres honestos y
virtuosos nacidos de la vida cotidiana. Ciertamente, no es sólo por la
ley, y sí principalmente por la fe cristiana, por la moral y por sabias
medidas consuetudinarias, como se obtendrá la solución verdadera de
nuestros problemas del campo
.
e) Importancia de los
problemas doctrinarios en la cuestión de la reforma agraria |
Las crisis
sociales, si bien tienen todas un aspecto ideológico muy importante, no se
pueden reducir, sin embargo, a meros términos de doctrina. Esta verdad
vale también para la “Reforma Agraria Socialista” en el Brasil.
No obstante, es legítimo y
necesario aislar — para analizarlos los problemas doctrinarios de la
maraña de cuestiones que, como otras crisis sociales, también encierra la
“Reforma Agraria Socialista”.
Este es nuestro objetivo.
f) La "Reforma Agraria
Socialista" y la igualdad en el reparto de tierras |
En principio, la
igualdad de las propiedades rurales puede referirse al área o a la
capacidad de producción. Que la “Reforma Agraria Socialista” intente
establecer una u otra, no nos parece acertado. Sin embargo, ella es
particularmente inaceptable cuando tiene por objetivo la igualdad del
área. Ahora bien, es hacia esta forma de igualdad a la que tiende gran
parte de los proyectos como, por ejemplo, el de revisión agraria del
Gobierno del Estado de San Pablo.
g) En cuanto al ideal de una
sana reforma agraria: |
Precisamente, en
razón de las brumas que envuelven el asunto, nos parece importante aclarar
que los autores del presente trabajo, aunque combatiendo la “Reforma
Agraria Socialista”, no niegan que hay mucho por hacer en la vida rural,
ya sea en favor del trabajador manual, sea del agricultor. Y así,
repetimos
,
si por reforma agraria se entiende una legislación que, sin exorbitarse
de las funciones del Estado y sin atacar el principio de la propiedad
privada, procura mejorar la situación del trabajador rural y del
agricultor, sólo podemos dar nuestro aplauso. Nos oponemos, sí, a una
reforma agraria de sentido igualitario y socializante, que altere
injustamente nuestra estructura agraria, de manera a conmover la
institución de la propiedad, en la cual vemos, como ya hemos dicho, la
base y la condición de toda economía sana.
Aunque escape al estricto ámbito
de este libro, quieren los autores indicar algunos puntos que podrían
enriquecer de contenido cristiano un proyecto de sana reforma agraria
:
Con miras a la agricultura |
1.
— Determinación, por ley, de las condiciones, muy excepcionales, en que
puede ser hecha la expropiación de inmuebles rurales, mediante justa
indemnización.
2. — Crédito fácil para los
propietarios de grandes áreas que deseen colonizarlas. Crédito fácil
también para la financiación de la compra de tierras.
3. — Crédito fácil para la
compra de equipos agrícolas.
4. — Asistencia técnica a los
agricultores. Fomento de la agricultura, sin dirigismo.
5. — Concesión de tierras
“devolutas”
a los pequeños agricultores, siempre que, por este medio, puedan ser
convenientemente explotadas.
6. — Fomentar las formas de
contrato de trabajo que posibiliten un aprovechamiento intenso de la
tierra, y al mismo tiempo beneficien al asalariado, permitiéndole una
situación económica más favorable y la constitución paulatina de un
patrimonio. Por ejemplo: la aparcería, las contratas de cultivo.
7. — Crédito especial para la
mejora de las viviendas de los colonos, y otras medidas semejantes.
Excedería los límites de este
trabajo analizar cuáles de estas medidas son prácticas y deseables en esta
coyuntura. Fueron simplemente recordadas a título de ejemplo.
Con miras al trabajador
rural |
En
lo que se refiere más particularmente a la situación de los trabajadores
rurales, los objetivos de una buena reforma agraria pueden; encontrarse en
el discurso dirigido por Pío XII, el 11 de abril de 1956, a los
participantes del X Congreso de la Confederación Nacional de los
Cultivadores Directos de Italia
.
El mismo Pontífice condena, en
otra oportunidad, la opinión de los que desean una estructura agraria en
que sólo haya pequeñas propiedades, afirmando que, aunque tengan éstas un
papel importantísimo en la vida rural, el reconocimiento de esto “no
implica negar la utilidad y, con frecuencia, la necesidad de propiedades
agrícolas más vastas”
.
Admitido esto, el fomento
juicioso de la pequeña propiedad —hechas las salvedades relativas a los
derechos de los propietarios— y otras medidas favorables al trabajador
manual enumeradas por el Papa, aunque especialmente con miras a Italia,
merecen toda la atención de los estudiosos,
Dice Pío XII: “No Nos
corresponde definir las medidas particulares que la sociedad debe adoptar
para llenar la obligación de prestar ayuda a la clase rural; no obstante,
Nos parece que los objetivos perseguidos por vuestra Confederación
coinciden con los deberes de la sociedad misma hacia vosotros. Tales son,
por ejemplo: difundir la propiedad agrícola y su desarrollo productivo;
poner a los agricultores no propietarios en condiciones de salarios, de
contrato y de rendimiento tales, que favorezcan su estabilidad sobre las
tierras por ellos cultivadas y facilitar el acceso a la plena propiedad
(salva siempre la consideración debida a la productividad, a los derechos
de los propietarios y, sobre todo, a sus inversiones); alentarlos con
ayudas concretas para mejorar los cultivos y el patrimonio zootécnico, de
modo que se beneficie tanto su renta como la prosperidad nacional;
promover, además, en su favor las formas de asistencia y de seguridad
comunes a los otros trabajadores (pero administradas según las especiales
condiciones del agricultor); facilitar la preparación técnica,
especialmente de los jóvenes, según los métodos racionales y modernos en
continuo progreso; y, por último, esforzarse para que desaparezca aquella
diferencia demasiado estridente entre la renta agrícola y la industrial,
que causa el abandono de los campos con tan gran daño de la economía en un
país, como el vuestro, fundado en gran parte sobre la producción agrícola.
A estas tareas de la sociedad en vuestro provecho añádanse las derivadas
de las particulares condiciones de vuestros campos todavía no
suficientemente provistos, en algunas regiones, de viviendas, de
carreteras, de escuelas, de acueductos, de energía eléctrica, de
dispensarios médicos”
.
Estas medidas y otras semejantes,
dan una buena idea de lo que podría ser una reforma agraria justa, o,
según la expresión de Pío XII, “una reforma agraria” hecha “de forma
feliz”
.
Es imposible transcribir este
texto sin subrayar tanto el ardiente deseo de beneficiar al trabajador
agrícola cuanto la admirable medida de lenguaje que lo caracterizan.
Enunciando un programa rural que encierra importantes aspectos técnicos,
el Pontífice resalta que se trata de un asunto sobre todo temporal y por
esto sus palabras toman un cierto tono condicional: “Nos parece…”.
En lo que dice respecto a la pequeña propiedad, no aconseja que sea
impuesta, y sí simplemente “difundida”. Con respecto al tan
deseable arraigo del trabajador al suelo, alaba que “las condiciones de
salarios, de contratos y de rendimiento” lo favorezcan, lo cual es
bien contrario a imponerlo. Y en seguida el Papa previene también hacia la
“consideración debida a la productividad, a los derechos de los
propietarios y, sobre todo, a sus inversiones”. Bello ejemplo de la
maternal sabiduría de la Iglesia, para quien los problemas
económico-sociales no se resuelven por un dirigismo legislativo o
administrativo autoritario que imponga soluciones uniformes para todos los
casos y sin contacto con la realidad viva.
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