A D V E R T E N C I A
Este texto es excerta de una trascripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a corresponsales y esclarecedores de la TFP. Traducción y adaptación por este sitio. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia con relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.
“Santo del Día”, 6 de junio de 1980 (excerpta) (*)
Santa Teresa de Jesús — Anónimo — Siglo XVII — Real Academia de la Lengua — Madrid
Ya he comentado este y otros cuadros de Santa Teresa de Ávila. Este me parece magnífico, porque expresa bien lo que me imaginaba de la gran santa española.
El rostro es impasible, la mirada tiene vida propia, por así decirlo, autónoma del rostro. Mientras el rostro está inmóvil, la mirada contempla. Una mirada que se deleita viendo el punto más espléndido del horizonte, como un águila. Se podría decir que la santa carmelita mira un sol que no deslumbra. Lo mira con admiración, con asombro, con veneración, con una forma de amor que no es exactamente afecto, sino entrega total de sí y no querer otra cosa, sino lo que está mirando.
Pero hay mucha coherencia detrás de la impasibilidad del rostro, de la posición de la cabeza sobre el cuello y del cuello sobre los hombros. La cabeza está para el cuello como el cuello está para el cuerpo. Esta impostación caracteriza su élan, su valentía y la expresión misma de la reflexión, la decisión y la perseverancia.
En este cuadro de Santa Teresa, observamos una actitud de altivez que recibe de Aquel a quien contempla. Su mirada parece decir: «Solo temo a Aquel a quien admiro, y en su favor no temo absolutamente a nadie. Aquel que lo es todo y lo conquista todo; ¡adelante!».
Y un alma varonil, sin nada del pseudo feminismo actual. Es la figura femenina, pero también la figura de la fuerza de un varón con una grandeza carolingia. En el ámbito femenino, es un Carlomagno. ¡Una grandeza perfecta y acabada! Bien podríamos llamarla «Teresa de Jesús, la carolingia», ¡un magnífico elogio también para Carlomagno!
(*) Extractos de la conferencia pronunciada por el profesor Plinio Corrêa de Oliveira el 6 de junio de 1980. Resumen y adaptación por “Catolicismo” N.º 886 – octubre de 2024; traducción de este sitio. Para oír en su íntegra esta conferencia (en portugués) ver: Santa Teresa de Jesus, “a carolíngia”