San Vicente de Paúl y los múltiplos aspectos de su personalidad: patrono de la caridad y ardiente combatiente por la Iglesia

A D V E R T E N C I A

Este texto es excerta de una trascripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a corresponsales y esclarecedores de la TFP. Traducción y adaptación por este sitio. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.

Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia con relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:

“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

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 “Santo del Día” – 19 de julio de 1971

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San Vicente de Paúl (1581-1660)

Pintura de Simon François de Tours (1606-1671)

 

Hoy celebramos la fiesta de San Vicente de Paúl, confesor [N.C.: en el calendario actual su fiesta se celebra en el día 27 de septiembre]. Luchó contra el jansenismo; los obispos franceses eran casi todos jansenistas en esa época. Luchó por el nombramiento de buenos obispos. Promovió una cruzada contra los beréberes. Su reliquia se venera en nuestra capilla, siglo XVII. Mañana es también la fiesta del gran San Elías, nuestro patrono de manera muy especial.

Me han presentado, para comentar, una síntesis del relato biográfico de San Vicente de Paúl, tomado del Breviario Romano, fascículo VIII.

«Vicente nació de padres pobres en Pouy, en las Landes (Aquitania) …

Es una parte de Francia.

«… el 24 de abril de 1581. Desde muy pequeño cuidó los rebaños de su padre. Pero su viva inteligencia motivó a su familia a enviarle a estudiar entre los ‘cordeliers’ de Dax.

Los ‘cordeliers’ eran, si no me equivoco, los franciscanos de la época.

«Después se doctoró en Toulouse, y en 1600 se ordenó sacerdote. Tras ser hecho prisionero en Túnez, en 1616 fue incluido en el cuerpo de capellanes de Margarita de Valois, que era reina. Durante un tiempo fue cura de Clichy y Châtillón en Dombes.

«Nombrado por el rey gran capellán de las galeras de Francia, trabajó con maravilloso celo por la salvación de los oficiales y remeros.

«Nombrado por San Francisco de Sales para el gobierno de las Hermanas de la Visitación, desempeñó esta misión durante 40 años con tal prudencia que justificó plenamente el juicio del santo prelado, quien declaró no conocer sacerdote más digno que Vicente.

«Pero su carrera transcurrió casi enteramente al servicio de la poderosa familia Gondi. Evangelizó a las 8.000 almas que vivían en sus tierras y redujo la extensión de las ruinas y la miseria causadas por las guerras civiles o las guerras con los extranjeros.

«Hasta una edad muy avanzada, Vicente se dedicó a evangelizar a los pobres y especialmente a los campesinos. Para ello, hizo un voto especial aprobado por la Santa Sede. Se preocupó de establecer la disciplina eclesiástica, dirigiendo seminarios para el clero y ocupándose de multiplicar las conferencias espirituales entre los sacerdotes. Envió evangelizadores no solamente a todas las provincias de Francia, sino también a Italia, Polonia, Escocia, Irlanda y la India.

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San Vicente de Paúl asistiendo a los últimos momentos de Luis XIII

«Protegido por los reyes de Francia, asistió a Luis XIII en sus últimos momentos y fue llamado por Ana de Austria, madre de Luis XIV, para formar parte del Consejo de Conciencia.

«Sentó las bases de una nueva congregación, los Lazaristas. Y con Santa Luisa de Marillac, creó las Hijas de la Caridad, o Hermanas de San Vicente de Paúl.

«El llamado ‘Apóstol de la Caridad’ murió de agotamiento en 1660. Se dice que no hubo miseria a la que no ayudara. Cristianos encarcelados por los turcos, niños abandonados, jóvenes revoltosos, muchachas en peligro de caer, monjas displicentes, pecadoras públicas, galeotes, extranjeros enfermos, artesanos sin trabajo, dementes y mendigos. De todos ellos se acordaba el gran Monsieur Vincent, como se le llamaba entonces, como se le conocía en aquella época».

También formaba parte de la Cabale des Devots [N.C.: sobre la “Cabale” ver la explicación del Prof. Plinio al fin del texto].

Es un poco tarde para extenderme sobre este Santo del Día, pero no puedo dejar de llamar la atención sobre dos aspectos de la vida de San Vicente de Paúl.

El primer aspecto es la fecundidad casi increíble de su vida. Para medir esta fecundidad, en primer lugar, hay que tener en cuenta las diversas situaciones por las que pasó [N.C.: Una síntesis biográfica de San Vicente de Paúl que deja ver bien “la fecundidad casi increíble de su vida” puede leerse aquí: SAINT VINCENT-DE-PAUL (1581 – 1660).

Nacido en el seno de una familia campesina pobre, probablemente analfabeta o semianalfabeta, recorrió este camino. Debido a su excepcional inteligencia, fue a estudiar. Estudiando, se ordenó sacerdote. Como sacerdote, cayó cautivo de los beréberes, que eran piratas que recorrían el Mediterráneo y a veces incluso hacían incursiones en los territorios de Europa, llevándose a católicos como esclavos, que luego vendían en los países de Oriente.

Maravillosamente rescatado de la condición de simple esclavo —alguien que sube a sacerdote y baja a esclavo—, pronto es contratado como capellán de una reina y entra en una corte. De ahí cae a vicario de dos pequeñas aldeas. Entra al servicio de una poderosa casa noble, que era la casa de los Gondi, y allí parece cifrar su trabajo, las ocho mil almas que componían las poblaciones de los feudos o de las tierras sobre las que la familia Gondi tenía restos de poder feudal.

Pero después de esto volvió a acercarse a la corte y fue elevado a uno de los puestos más altos de la corte, el de miembro del Consejo de Conciencia.

El «Consejo de Conciencia y Órdenes» era una institución que existía en casi todas las monarquías católicas de la época y que tenía una función muy delicada.

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El «Consejo de Conciencia», lienzo de Jean-François de Troy que representa a San Vicente de Paúl leyendo ante Mazzarino, Pierre Séguier, la reina Ana de Austria y Luis XIV (Wikipedia CC)

 

Estábamos en una época en la que el Estado estaba siempre unido a la Iglesia en los países católicos y los obispos tenían a menudo poderes temporales. La diócesis era señora feudal con poderes más o menos amplios sobre estas o aquellas tierras, lo que significaba que el proveimiento de las diócesis vacantes correspondía en principio al Papa, porque solo el Papa puede nombrar y destituir libremente a los obispos; al Papa, pero por recomendación del rey. Generalmente el rey proponía tres nombres, de entre los cuales el Papa elegía uno.

Naturalmente, cuando el nombre no era adecuado, el Papa exigía otro trío de nombres. No se limitaba a esos tres, pero era el rey quien proponía.

La Mesa de Conciencia no era una mesa en el sentido material de la palabra [N.R.: en portugués el término “mesa” tiene, entre otros, el mismo sentido de “consejo” en español]. Se llamaba Mesa porque se reunían alrededor de una mesa, pero era un consejo de las personas más dignas de confianza y virtuosas del reino, las más perspicaces e inteligentes, para estudiar que sacerdotes tenían vida y doctrina ortodoxas, cultura y actividad, salud e influencia personal, capaces de ser obispos.

Como toda la vida de una diócesis gira alrededor del obispo, una de las cosas más importantes para la vida interna de la Iglesia es el nombramiento de buenos obispos. Esto es algo de que podemos darnos cuenta plenamente en nuestro tiempo, porque es visible el daño que hacen los malos obispos. Y de ahí medir el bien que hacen los buenos obispos y comprender cuanto debe trabajar un país para garantizar que se elija la flor y nata de los sacerdotes para ser obispos.

Fue elegido por Ana de Austria —la reina madre de Francia, pero regente en la menoría de Luis XIV— para este «Consejo de Conciencia y Órdenes». Y allí tuvo una gran influencia en el nombramiento de obispos.

Pero este hombre que llegó a tan alto cargo tenía un trabajo muy distinto al de tratar con cortesanos en el palacio del rey de Francia: era capellán general de las galeras, y con ello tenía que hacer apostolado con los criminales encadenados en el barco que pasaban la vida remando y que eran hombres terribles. Del príncipe al galeote había una distancia enorme, pero menos que del sacerdote al esclavo de un pagano… Todo esto era el ir y venir de su vida.

Luego había otro aspecto. La multiplicidad de obras que llevó a cabo.

Obras de caridad, director de una orden religiosa que acababa de salir de las manos de su gran fundador, San Francisco de Sales. Por otra parte, fue un destacado luchador contra el jansenismo. Fue uno de los hombres que más trabajó contra el jansenismo en Francia, impidiendo que esta terrible forma de protestantismo generalizado, verdadero progresismo de la época, penetrara en los ambientes católicos [N.C.: Cuando San Vicente de Paúl fue canonizado en 1737, la bula de canonización Superna Jerusalén lo ensalzaba justamente por el papel que había desempeñado en la lucha contra la herejía del jansenismo. Para más detalles ver: Saint Vincent’s Reading List XI: St. Vincent de Paul and the Jansenists – The Full Text].

Por otra parte, también dirigió una cruzada contra Túnez [N.C.: nido de los piratas beréberes], es decir, fue jefe de cruzados.

Se puede ver la diferencia de los aspectos de esta personalidad. Un hombre capaz de tratar con la reina, pero también de tratar con los galeotes. Un hombre capaz de atraerse la confianza de la reina, pero de encontrar palabras que tranquilizaran al hombre que remaba en las galeras. Un hombre capaz de tratar a un enfermo y capaz de armar un ejército para disparar a los infieles. Un hombre capaz de dirigir una congregación religiosa de monjas reclusas que pasan su vida en oración, pero al mismo tiempo capaz de dirigir las almas de una corte que pasa todo su tiempo con el espíritu sometido a todas las tentaciones de la mundanidad.

Se ve ahí un espíritu muy amplio, una personalidad muy amplia y rica en los más grandes aspectos, con la posibilidad de causar una profunda impresión en los hombres más variados. En otras palabras, con una capacidad de adaptarse a diversos ambientes, que de sí darían lugar a una verdadera novela.

Hay gente que lee con entusiasmo la vida de aquel Lawrence de Arabia, porque era inglés y había estado en Arabia y se había adaptado a las condiciones de vida árabes. ¿Qué es esto comparado con todos los diferentes papeles que San Vicente de Paúl tuvo que desempeñar y desempeñar de una manera tan profundamente brillante?

Si hubiera un gran biógrafo que supiera presentar con viveza la vida de San Vicente de Paúl, sin alejarse en absoluto de la realidad histórica, sino haciendo hincapié en los aspectos que verdaderamente dan chispa a su vida, estoy seguro de que esta sería una de las biografías más famosas que existirían.

Quién sabe, tal vez en el Reino de María (1) —porque no creo que esto ocurra antes de los horrores de la Bagarre (2)—, donde la TFP será como una flor que florece y todos sus pétalos adquieren todo su tamaño y brillan enteramente a la luz del sol, tal vez la TFP tenga un “Êremo” (3) especial para escribir las vidas de los santos según el criterio con que esas vidas son examinadas aquí. Un criterio que algún día lo podría definir, pero que no es el criterio habitual de las vidas de los santos que hay por doquier, es un enfoque diferente de un asunto sacrosanto —utilísimo, sin el cual la Iglesia ni siquiera cumpliría plenamente su función de salvar almas, ella necesita de los ejemplos de los santos para atraer almas—, pero un asunto que tantas veces se ve desvanecido por el espíritu pálido y sin interés, insípido, de los que escriben las vidas de los santos.

Tomemos, por ejemplo, este aspecto que hemos subrayado aquí […“un espíritu muy amplio, una personalidad muy amplia y rica en los más grandes aspectos, con la posibilidad de causar una profunda impresión en los hombres más variados”…]. Aquí están los datos para comentar este aspecto. Pero no encontraremos —al menos que yo sepa— un biógrafo, un hagiógrafo que vaya a hacer girar la vida de san Vicente de Paúl en torno a este aspecto, que es precisamente por donde él atrae la atención, fija las mentes y las invita a detenerse en el examen de sus grandes virtudes.

Así queda presentado este voto, este deseo y le ponemos a los pies del gran San Vicente de Paúl, ¿especialmente para qué? Tengo la impresión de que hasta la consumación de los siglos una tentación para los que escriben vidas de santos será presentar esa vida de modo “herejía blanca” (4). Y la figura de San Vicente de Paúl, precisamente, ha sido bastante más deformada por la “herejía blanca”.

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San Vicente de Paúl – Vidrieras de la Capilla Caldwell de la Universidad Católica de América, Washington DC

¿En qué sentido? Porque a la “herejía blanca” siempre le gusta presentárnoslo sonriendo y con un niñito a su lado. Si se le representa sonriendo, ¡excelente! Que lo presenten con un niño pequeño a su lado, si no quieren ahorrar bronce, pueden poner hasta 50 niños pequeños, no tengo nada que objetar, es espléndido. Quién puede oponerse al apostolado con niños, de los que Nuestro Señor dijo: «Dejad que los pequeños vengan a mí», ¡lejos de mí!

Pero ¡reducir la santidad solo a esto! ¡Querer ver en este hombre solo esto! Este es el lado verdaderamente absurdo. ¿Por qué no hacer un cuadro —en una iglesia erigida en loor de San Vicente de Paúl—, de San Vicente de Paúl en presencia de Luis XIV, obteniendo de él la firma de un edicto ordenando una cruzada contra Túnez? (5). Digamos, por ejemplo, la parroquia de San Vicente de Paúl Cruzado. Eso arañaría la “herejía blanca” en todos los sentidos. Pero, me gustaría que ese “Êremo” no intentara corregir una unilateralidad con otra, ocultando al San Vicente de Paúl caritativo para mostrar sólo al San Vicente de Paúl guerrero. Porque la belleza reside precisamente en la coexistencia de los dos aspectos. Ahí está la perfección, ahí está la armonía del espíritu de Nuestro Señor Jesucristo.

Para terminar, les diré [algo sobre la Cabale des Devots]. Este santo, tan lleno de aspectos diferentes, era miembro de una sociedad secreta. Hay que imaginarle colándose embozado —porque era muy conocido— en un lugar, en tal o cual sitio escondido para juntarse a los que iban a celebrar reuniones de esta sociedad secreta. Una sociedad secreta que en el sentido canónico y técnico de la palabra no era una sociedad secreta.

¿Qué es una sociedad secreta en el sentido canónico de la palabra? Es una sociedad que se oculta a sus superiores legítimos. Cuya existencia desconocen los superiores legítimos, o que oculta sus fines a los superiores legítimos. Y que, por tanto, existe sin la licencia de los superiores. Eso es una sociedad secreta. Y estas son las sociedades secretas condenadas por el Código de Derecho Canónico. San Vicente de Paúl no podría pertenecer a una tal sociedad y no podría estar en los altares si hubiera pertenecido a una sociedad secreta.

blankPero sucedió que, ante la penetración de la mundanidad, de los comienzos del ateísmo, de las catástrofes del protestantismo y del jansenismo en Francia, San Vicente de Paúl junto con muchos otros, el Barón Gastón de Renty y otros hombres de la más eminente y mayor piedad de Francia, fundaron una sociedad cuya existencia conocía el Rey y también conocía y aprobaba el Arzobispo de París. Se trataba de una sociedad llamada Sociedad del Santísimo Sacramento, destinada, en primer lugar, a rendir culto al Santísimo Sacramento. Y, en segundo lugar, en secreto, para luchar contra esos adversarios, de modo que esos adversarios fueran golpeados sin saber de dónde.

Figuras de mayor importancia —, ya sea porque pertenecían a la alta nobleza, Henri de Lévis, duque de Ventadour, por ejemplo. Durante un tiempo, incluso el príncipe de Condé, converso a la religión católica. Bossuet, el gran Bossuet, famoso orador sagrado, y otros —, formaban parte de esta sociedad, que era mucho más eficaz luchando por la religión en secreto. San Vicente de Paúl formaba parte de esta sociedad, un miembro eficaz e implacable. San Juan Eudes también formaba parte de ella. San Juan Eudes, doctor y fundador del culto a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Dos santos que brillaron en esta admirable sociedad.

Uds. tendrían que imaginar la belleza de estas reuniones. Un duque, un príncipe, un obispo, un mariscal, un Barón, reunidos en una sala, con la presencia de dos santos resplandeciendo allí como soles.

blankEncierránse astutamente. Gente vigilando para que nadie se acerque. Oraciones. “Entonces, veamos qué trama el enemigo. Hagamos una contra trama. Este es el truco, este es el golpe. La flecha que debe salir en la oscuridad contra aquel es así”. Una flecha en el sentido político de la palabra, no en el sentido material de la palabra. La reunión ha terminado, la sacrosanta trama está hecha y los dardos van a salir contra los adversarios. ¡Qué hermoso!

Imagínense un cuadro que represente esto en una iglesia. Cuantos escalofríos, cuanto malestar, ¿verdad?

Sin embargo, ¿no es mutilar la figura de un santo simplemente decir: San Vicente de Paúl, que fundó las Conferencias Vicentinas, ayudó a tal y cual, fundó tal o cual convento y se acabó; voy a rezar a San Vicente de Paúl?

Uno oye algo así y sale con la resolución de no querer parecerse con a sus devotos (6). Esa es exactamente la formulación. Y como uno no quiere parecerse a sus devotos, no quiere ser su devoto, porque a uno le parece que los que se hacen sus devotos se parecen a eso…

Que San Vicente de Paúl, a cuyos pies pongo esta oración, inspire a algunos de los nuestros el deseo de “eremizarse” un día para [escribir las vidas de los santos de acuerdo a estos principios]… Que Nuestra Señora se digne despertar muchos santos así entre nosotros.

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NOTAS

(1) “Reino de María” – Respecto a la doctrina sobre el Reino de María, fundamentada en San Luis María Grignion de Montfort, ver:  O Cruzado do Século XX, Plinio Corrêa de Oliveira – Cap 7, tópico 5. O Reino de Maria na perspectiva montfortina (pliniocorreadeoliveira.info)

(2) “Bagarre” – «Bagarre» es una palabra francesa que indica una situación de confusión debida a una disputa o enemistad. Plinio Corrêa de Oliveira la utiliza como metáfora para describir el castigo que espera a la humanidad si no se convierte, como advirtió Nuestra Señora en Fátima.

(3) “Êremo” — Dom Chautard enseña cómo una institución católica digna de tal nombre debe estar penetrada de vida interior, que es la condición de una acción fecunda. El gran desarrollo de las actividades externas de la TFP suscitó entre sus cooperantes el deseo de disponer de entornos especialmente recogidos, que sirvieran de salvaguardia espiritual contra el exceso de activismo. Así surgieron, junto a las sedes tradicionales de la TFP, los «Êremos», lugares de estudio y oración caracterizados por una atmósfera de recogimiento y una regla de vida precisa.

La palabra «Êremo» se debe a Fábio Vidigal Xavier de Silveira, líder de la TFP brasileña, fallecido en 1971. Pocos años antes de su muerte, mientras visitaba el famoso Eremo delle Carceri, en Asís, se había entusiasmado con el espíritu sobrenatural que lo caracterizaba y había aplicado el uso de esta palabra, en lenguaje familiar, a la sede donde trabajaba.

(4) “Herejía Blanca”— Expresión utilizada por el Prof. Plinio en el sentido de una actitud sentimental que se manifiesta sobre todo en cierto tipo de piedad edulcorada y una posición doctrinal relativista que busca justificarse bajo el pretexto de una pretendida ‘caridad’ hacia el próximo – cfr. “O Cruzado do século XX – Plinio Corrêa de Oliveira”, Roberto de Mattei, Ed. Civilização, Porto, 1998, tópico 7. Véase también: “Almas delicadas, sin debilidad, y fuertes, sin brutalidad y “La verdadera santidad es fuerza de alma y no debilidad sentimental y “¿El ángel de la guarda es menos inteligente que el demonio?” y “São Luis IX, rei de França, homem de piedade e guerreiro (pliniocorreadeoliveira.info).

Para profundizar en el asunto, ver: “Heresia branca”: conceito e características deste neologismo – Plinio Correa de Oliveira

(5)Los santos son audaces. Viendo que no podía esperar ayuda del gobierno de Francia, San Vicente tuvo la idea de armar una flota para castigar a los turcos de Argel, que abusaban del nombre cristiano, esclavizando y torturando a numerosos católicos. Entabló negociaciones con un intrépido marino y caballero llamado Pablo, que aceptó la idea con entusiasmo.

“Buscó la financiación necesaria en la apreciada duquesa d’Aiguillon y consiguió armar los barcos. Para que la expedición no fuera considerada una empresa personal y superar mejor los obstáculos, convenció finalmente a Luis XIV para que le diera carácter oficial. En varias cartas, San Vicente habla de estas negociaciones que estaba promoviendo.

“Cuando todo estaba preparado, San Vicente de Paúl murió, y la expedición fue cancelada”.

(Jerônimo Pedreira de Castro – S. Vicente de Paulo, Edit. Vozes., 1942, p. 359)

(6) Notar que aquí el Prof. Plinio se refiere a los devotos “herejía blanca”, que ven al santo sentimentalmente, solo ensalzando los aspectos que tienen dulzor y abstrayendo los aspectos de su personalidad más punzantes.

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