Santo del Día”, 22 de junio de 1965
A D V E R T E N C I A
Este texto es transcripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.
Con el progresismo se repite la historia: son los grandes procesos de atonía y tibieza, de decadencia, de indiferentismo, que preparan después a la multitud católica para las mayores defecciones |
La tibieza y la indiferencia llevaron a la apostasía en Inglaterra
Hoy (22/06) es la fiesta de San Juan Fisher, Obispo y Mártir, Cardenal, Obispo de Rochester. Enrique VIII lo mandó degollar en el siglo XVI en odio a la fe católica y al primado del Romano Pontífice.
San Juan Fisher.
Grabado de Francesco Bartolozzi sobre dibujo de Hans Holbein – The Stapleton Collection
La actitud de San Juan Fisher, que fue compañero de martirio de Santo Tomás Moro, nos aparece tanto más loable cuanto que él estaba completamente aislado en su época.
En efecto, ustedes saben que en la Iglesia de Inglaterra hubo una defección general y que uno de los aspectos más pavorosos del protestantismo en Inglaterra, de la protestantización de Inglaterra, fue precisamente la apatía y la facilidad con que la masa de los católicos ingleses se pasó al protestantismo.
Intereses personales conducen a la apostasía
Es decir, por un simple interés de carácter político, por una simple conveniencia personal y de carrera, de esos o de aquellos eclesiásticos, cambiaron infamemente de religión. Y esto normalmente, sin dramas de conciencia ni nada, lo que prueba que toda la estructura religiosa de Inglaterra estaba podrida; la podredumbre venía ya desde el tiempo de nuestro tan conocido Santo Tomás Becket, precisamente del fracaso de Santo Tomás Becket.
El hecho de haber sido muerto y que el movimiento liderado por él fuera derrotado, ya colocaba en las manos del rey de Inglaterra la Iglesia anglicana, y la iglesia inglesa atravesó una especie de crisis, en la que ella se colocó cómodamente, ya en aquella ocasión, en manos del poder temporal.
Con esto, hizo una especie de pacto con la indiferencia del mundo, con las ventajas del mundo, un pacto para aceptar la temporalización y la laicización.
Tomó una actitud pre-revolucionaria, de manera que estaba completamente infestada del espíritu revolucionario cuando vino Enrique VIII e hizo el cisma [contra] el Papa.
Excepción de algunos mártires
Y entonces la Iglesia, ya preparada por una larga putrefacción anterior, se derrumbó.
Santo Tomás Moro. Estudio para un retrato de Santo Tomás Moro – Hans Holbein pintó un retrato del Santo con base a este estudio
Se exceptuaron algunos mártires: el número de mártires fue un poco mayor de lo que se suele decir. No fueron sólo Santo Tomás Moro y San Juan Fisher, sino que hubo otros mártires también, ‒por ejemplo, unos famosos cartujos que, todos ellos, fueron decapitados por orden del rey‒ pero, aún así, el número de mártires fue insignificantemente pequeño.
Del conjunto de esas nociones, uno obtiene algunas enseñanzas.
Enseñanzas de la Historia
La primera es: cómo estas cosas vienen de lejos, y cómo son las sucesivas traiciones las que preparan después las grandes catástrofes.
Median siglos entre Santo Tomás Becket y Enrique VIII, y entre tanto ya comenzó la putrefacción en aquel tiempo, y la Iglesia comenzó a prepararse para desmoronarse entera.
Cuando, después de todo, llega la ocasión de la tentación, se deja arrastrar por completo.
Paralelo con la situación actual de la Iglesia
Ustedes tienen una cosa parecida con la situación contemporánea de la Iglesia.
Es decir, antes de aparecer el liturgicismo, antes de aparecer el progresismo, hubo todo un enmohecimiento del elemento católico, derivado de una actitud de inercia frente a las posiciones de la Revolución Francesa.
Adhesión sin «arrière pensée» a las formas democráticas más impregnadas del espíritu de Rousseau; la adhesión a la separación entre la Iglesia y el Estado; la adhesión perezosa y miope a toda la atmósfera moderna que fue invadiendo la sociedad.
Con esto, un estado de atonía, de indiferencia doctrinal, de simpatía hacia toda especie de errores; estado de cosas que fue conduciendo, después, naturalmente, para una combustibilidad cuando apareció la primera llama del progresismo.
Entonces, vemos la masa entera del movimiento católico sumergirse hoy también en un error nuevo y tremendo, que está prácticamente operando un cambio de religión, en virtud de concesiones que había preparado para ello, hace mucho tiempo, al movimiento católico.
Ustedes están viendo que se repite la historia y que son los grandes procesos de atonía y tibieza, de decadencia, de indiferentismo, que preparan después a toda la masa católica para las mayores defecciones.
La santidad de la Iglesia brilla a pesar de las miserias
Enrique VIII de Inglaterra por Hans Holbein, el Joven
Pero, al lado de esto, los señores ven una cosa bonita: es la permanencia de la nota de la santidad de la Iglesia, porque, a pesar de todas estas tristezas, aún es en la Iglesia que se van a encontrar los mártires; todavía es en la Iglesia que se van a encontrar los hombres de un carácter admirable, que prefieren todo a ceder ante el adversario, y que exponen la propia vida, que exponen todo lo que tienen, para mantenerse fieles a la verdadera tradición y a la continuidad eclesiástica.
Es decir, aun cuando la putrefacción invade los medios católicos, incluso allí la santidad de la Iglesia produce frutos, es verdad que excepcionales, pero tan maravillosos como fuera de la Iglesia no se encuentran.
Y los señores ven entonces que la Iglesia, al mismo tiempo que es traicionada, que es renegada, lanza unos destellos memorables que prueban la divinidad de ella, y ustedes ven allí una especie de afirmación continua de la asistencia del Divino Espíritu Santo a la Iglesia; y parece que es ésta la reflexión más oportuna que podemos sacar sobre el martirio de San Juan Fischer.
NOTAS:
(1) Excertas de conferencia proferida por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira para socios y cooperadores de la TFP en 22 de junio de 1965. No revisadas por el autor. Traducción y adaptación por “Acción Familia”.