Pueblo y Masa – Simplicidad y Vulgaridad – La casa de la familia Soubirous y la enfermería del convento donde murió Santa Bernadette (16/4)

Por Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTESCOSTUMBRESCIVILIZACIONES

“Catolicismo”, N.º 160 – Abril de 1964

Para el demagogismo contemporáneo, hijo de la “masificación” hodierna, es decir, de la transformación del pueblo en inmensas masas anorgánicas, proletarizadas y anónimas, la compostura, la dignidad y la distinción son atributos exclusivos de las clases altas. La vulgaridad, el mal gusto, los ambientes bajos y sin alma son propios de las masas. Y como las clases altas estarían condenadas a desaparecer, arrastrando a su paso la compostura, la dignidad y la distinción, el mundo estaría en adelante cada vez más inmerso en la vulgaridad proletaria.

Basta con ver una foto de Nikita o de Nina Kruchev, para comprender a qué extremos puede llegar esta vulgaridad, incluso en las personas-símbolo de las naciones comunistas.

blank

Por el contrario, nuestras imágenes muestran cuánta dignidad, cuánta compostura sobria y afable puede impregnar un ambiente propio a la gente pobre… de dinero, pero rica en alma.

blank

En la primera foto, tenemos la pobreza de una familia oscura… e inmortal: la familia de Santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes. La habitación sirve tanto de dormitorio como de cocina. La gran cama, con sus cortinas, es pobre, pero transmite una impresión de recogimiento, estabilidad y dignidad innegable. Esta impresión se transmite a toda la sala, acentuada también por los cuadros populares pero piadosos y por la amplia chimenea, al calor de la cual la familia se acercaba durante las veladas de invierno.

La familia Soubirous vivió en esta casa [Moulin Lacadé] desde 1863. Santa Bernadette, pensionista desde 1860, nunca vivió allí.

blank

Después de la pobreza familiar, la noble pobreza voluntaria de la vida religiosa. Este es un aspecto de la enfermería del convento de San Gildardo, con la silla en la que murió Santa Bernadette.

blank

El entorno, por supuesto, es diferente. Pero la pobreza es indiscutible.

Mas, las camas con sus cortinas, la espaciosa habitación, los cuadros, todo, en definitiva, expresa también compostura, dignidad y recogimiento. En definitiva, es mil veces más descansado y atractivo que muchos cubículos de lujo de los “palacios” modernos.

Así es la pobreza cuando es iluminada por la luz de Cristo y la sonrisa de María Santísima: compuesta, digna, reservada, suave y discretamente alegre.

Contato