Palomo, auge de la obstinación – Folha de S. Paulo, 21 de octubre de 1973

Por Plinio Corrêa de Oliveira

blank

En el reciente conflicto árabe-israelí, hay que distinguir dos planos de realidad. Uno es la agresión -con fuertes raíces religiosas, étnicas, históricas y económicas- entre los descendientes de Israel y los de Ismael. Otra es la confrontación ruso-americana, que se opera a través de la agresión de los israelitas, apoyados por los Estados Unidos, y de los ismaelitas, apoyados por Rusia.

Por más importantes que sean los múltiples aspectos de primer plano de realidad, ellos representan, para el género humano, un alcance menor que los del segundo. Pues del resultado de la confrontación entre los dos supergrandes puede transcurrir, a nivel mundial, la paz o la guerra, y consecuentemente el abatimiento o la victoria universal del comunismo.

Detengámonos, pues, en este aspecto de la guerra.

*    *    *

El enfrentamiento ruso-americano en el Cercano Oriente contiene una lección cuyo alcance no puede ser subestimado por quien acompañe con atención, quiera la política internacional, quiera la nacional.

Toda la conducta de Nixon y Kissinger para con Podgorny y Brezhnev está basada en la concepción “palomo” de lo que es la mentalidad del comunista.

Recordemos aquí que la opinión pública norteamericana está dividida entre “palomos” y “halcones”, según la clasificación de la prensa. Para éstos últimos, el comunista es un gran rebelde; sí, contra Dios, contra el orden natural creado por Dios, contra toda jerarquía inherente a ese orden. De rebelde tiene el comunista, en alto grado, el trazo psicológico característico: el odio. Odio a todo lo que desentone de sus concepciones negativistas, y por tanto a todos los individuos, organizaciones y pueblos que no admitan el negro “evangelio”. Al servicio del odio, el comunista usa, alternativamente, y al sabor de las circunstancias, el dolo, el sofisma o la violencia.

Así, el modo de combatir consiste en luchar contra él con la visera levantada, en todos los terrenos en que él ataque.

Los “palomos” imaginan a los comunistas de distinto modo: unos pobres infelices a quienes el hambre encolerizó, y que el exclusivismo y la incomprensión de los ricos, los transformó accidentalmente en rebeldes. Para resolver el problema comunista, los “palomos” consideran que bastaría, de parte de los ricos, generosidad y cordura. Déseles dinero a manos llenas. Cese contra ellos cualquier presión diplomática, cualquier amenaza militar. Háganseles concesiones políticas. Las almas heridas de los comunistas se pondrán a cicatrizar. Y reinará la paz en el mundo.

*    *    *

Bien entendido, “palomos” y “halcones” los hay en todas partes. Inclusive en Brasil.

De algún tiempo a esta parte, Occidente va pasando de la influencia de los “halcones” a la de los “palomos”. Willy Brandt es, en Europa, el símbolo de la política columbina, de la cual Nixon y Kissinger son, por su parte, símbolos en nuestro continente.

Pues bien. Nada se podría imaginar más radical y osado, en materia de política palomo, que la ofensiva conjunta, en favor de la paz, de Willy Brandt y de Nixon. El resultado más reciente de esa política allí está: el ataque ruso descargado por manos sirias y egipcias contra Israel, esto es, contra una nación aliada de los Estados Unidos.

No discutimos aquí si, en el plano directo de las relaciones entre árabes y israelitas, el ataque fue justo o injusto. Lo cierto es que, en el plano de las relaciones entre Occidente y Oriente, vemos surgir, por detrás de los árabes, a Rusia muy bien nutrida con el trigo norteamericano, alentada por toda especie de inversiones ya hechas o prometidas, de parte de los mayores potentados financieros de Occidente… e incentivando una guerra cuyo efecto bien puede ser la deflagración de un conflicto universal.

La evidencia tiene grados. En el supremo grado de la evidencia está la siguiente conclusión: la mentalidad de los comunistas no es la de los buenos e infelices ciudadanos que los “palomos” imaginan, pero la de los implacables agresores que los “halcones” denuncian. Lo que vale decir, en otros términos, que los “palomos” trabajaron por la guerra en el mismo momento que proclamaban trabajar por la paz. Pues inmovilizaron la opinión pública occidental en relación al comunismo, y cooperaron para que se mantuviesen en el poder los oligarcas del Kremlin, esto es, los supremos causantes del conflicto árabe-israelí.

Esta trágica verificación, que tiene la claridad de la experiencia más directa y palpable, ¿cambiará de mentalidad a los “palomos”?

No creemos. En la vida diaria, el símbolo de la obstinación es el burro. En materia política es el “palomo” …

Contato