“Santo del Día” [*], 18 de noviembre de 1968
A D V E R T E N C I A
Este texto es trascripción y adaptación de cinta grabada con las conferencias del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.
Imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cuyo ícono original es venerado en la romana Iglesia de Sant’Alfonso di Liguori all’Esquilino o Iglesia de San Alfonso de Ligorio all’Esquilino, dedicada a San Alfonso de Ligorio, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas). El ícono, de origen cretense (siglo XIV), fue regalado a los Redentoristas por el Papa Pío IX en 1866.
Haré una tentativa de “Santo del Día” un poco sui generis: no teniendo como base para el comentario un texto, sino una estampa que representa la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Después de haber organizado la proyección de esta imagen, se me planteó un problema: se trata de una imagen de inspiración bizantina. Y no hay que ver en ella el tipo de belleza que presentan las imágenes occidentales. Si consideramos, por ejemplo, la imagen de Nuestra Señora Auxiliadora que tenemos en la capilla de nuestra sede, o la de Nuestra Señora del Carmen en la “sala de la tradición”, o la de Nuestra Señora de Fátima aquí en el auditorio, observarán que son rostros muy bien tallados, muy bien pintados, que representan rostros de personas hermosas. De hecho, para representar el rostro de la Reina del Cielo, parecería razonable hacerlo así.
Si por “bonito” se entiende un rostro bien cortado, bien arreglado, un rostro de muñeca, entonces la imagen que voy a presentarles no es bonita. Tiene mucha expresión, es de otras épocas, viene de hace siglos. Y es esta expresión la que debemos considerar.
Les pido que tengan la amabilidad de proyectar la imagen.
Es la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, una invocación muy bella, hoy difundida en la Iglesia sobre todo por los Padres Redentoristas.
Esta invocación es muy hermosa porque indica la misericordia invariable de Nuestra Señora. El Perpetuo Socorro es un auxilio, un acto de misericordia, de piedad perpetuo, ininterrumpido, que nunca se detiene, que nunca cesa, que nunca se suspende. Nunca significa en ningún minuto; nunca significa en ningún lugar; nunca significa en ningún caso. En otras palabras, por mala que sea la situación de quien recurre a la Virgen, Ella es la Madre de Misericordia y siempre ayuda a quien recurre a Ella.
Esta imagen tiene una técnica especial. Para empezar, tiene un fondo dorado, muy utilizado para imágenes y cuadros de personajes en el Antiguo Imperio Romano de Occidente y Oriente, así como durante parte de la Edad Media.
Uds. ven, por ejemplo, en las reproducciones de Fra Angélico en la Sala del Reino de María [**], en los ángeles hay un fondo dorado, que se usaba para personajes eminentes, muy importantes. Y no se trataba de situarlos —como hacemos hoy— imaginándolos en una habitación, en una sala, en un paisaje, sentados en una silla, sino de representarlos sobre un fondo aislado de todo tiempo, de todo lugar y de cualquier otro tipo de idea que no fuera la de la gloria.
Esta imagen tiene como fondo, pues, este oro que representa la gloria de la Reina del Cielo. Uds. observaran que Ella tiene una aureola dorada; el Niño Jesús también tiene una aureola dorada.
La Virgen está revestida con un manto azul que le llega hasta la cabeza y la envuelve. Es una especie de chal. Observaran que tiene algo que parece una estrella (corresponde a la parte superior de su cabeza); y, por otro lado, algo que parece una aplicación de oro sobre el propio paño, que también da la impresión de ser una estrella o una cruz.
Observando más de cerca la imagen de Nuestra Señora, se ve que lleva una túnica roja, probablemente rematada por un paño de oro. Uds. ven que la túnica roja reaparece aquí en la manga, porque el paño del está un poco retirado.
Como verán dentro de un momento, todas estas cosas tienen su simbolismo. Primero llamo vuestra atención sobre los detalles, para que luego podamos considerar el valor, el alcance de estos símbolos.
El Niño Jesús está sentado en la mano de Nuestra Señora. La Virgen lo sostiene en su mano. Él la mira con una fisonomía… está completamente apoyado en ella, pero como un niño que está muy familiarizado con su madre; y que, mientras disfruta del placer de estar cerca del regazo de su madre, se distrae con algo que está mirando.
Hay, por parte del artista, una cierta impericia. Se ve que el Niño Jesús es un poco grande para ser llevado así por la Virgen. Es decir, hay algo que no cuadra con las proporciones. Incluso el tipo de su cuerpo —ya no digo su tamaño, sino su tipo— da la idea de un adolescente más que del cuerpo de un niño.
La imagen es muy venerable, pero no es reputada como una gran obra de arte, sino una muy interesante, en la que un crítico de arte exigente encontraría defectos. Y, uno más competente que yo, encontraría sin duda defectos mucho mayores.
Obsérvese que el Niño Jesús está vestido con una túnica, un cinturón rosa, y tiene puesta, un poco negligentemente, una capa que está caída aquí. Y como la capa es muy, muy ancha —lo podemos ver porque se ha caído— forma numerosos pliegues que, en mi opinión, están muy bien estudiados, y el drapeado también me parece muy bien estudiado y muy natural.
Tenemos ángeles con instrumentos de la Pasión. Uno con túnica roja, la aureola de santidad, una lanza y una esponja que representa la esponja con hiel que dieron a beber a Nuestro Señor. El otro ángel, con túnica rosa, con la cruz; curiosamente, una cruz con varios brazos.
¿Qué podemos decir, en primer lugar, de la fisonomía de la imagen?
La imagen de Nuestra Señora es muy expresiva por su actitud profundamente maternal. Vemos a la madre llevando a su hijo con extraordinaria naturalidad, con extraordinario cariño; toda la magnífica intimidad de la Virgen con el Niño Dios aparece ahí. Porque se ve que tiene la expresión de una mirada recogida, de una persona que reza.
Uds. ven que Ella, aunque le está abrazando con gran intimidad, lo está haciendo también con profundo respeto, con profunda veneración y con profundo recogimiento. Es que le está rezando al mismo tiempo que lo lleva. Está segura de tener en sus brazos a Dios encarnado y su actitud es de adoración.
La fisonomía de la Virgen: el rostro no está bien recortado. Por ejemplo, el cuello parece muy rígido. La boca es delicada; la nariz, tal vez, un poco demasiado larga; y en la forma del rostro hay algo de inapropiado, algo de primitivismo que llama un poco la atención. Pero se trata de defectos secundarios, pues el soplo del arte auténtico está ahí, en la expresión recogida de la fisonomía, en la nobleza y el afecto que revela todo el porte.
Pasemos ahora al simbolismo. El traje de la Virgen la representa con la túnica azul y el manto rojo. Ahora bien, sucede que la túnica roja distinguía a las vírgenes y la túnica azul a las madres. Así que el rojo y el azul indican a la virgen y a la madre. Ya veis qué hermosa combinación: símbolos discretos, que no llaman la atención, pero que definen quién es Nuestra Señora.
Para mí, en cambio, el simbolismo más conmovedor está aquí: Uds. pueden ver el gesto con el que el Niño Jesús se apoya en la mano de la Virgen y con el que la Virgen le coge las dos manos: una de las manos está totalmente contenida entre este dedo y el índice, de tal manera que el movimiento de la mano de la Virgen gobierna el movimiento de la mano del Niño Jesús.
Era exactamente un antiguo símbolo de homenaje y obediencia, la mano del inferior colocada en la mano del superior, lo que indicaba su dominio, su poder sobre el inferior. Porque un hombre que sostiene las manos de otro, evidentemente lo sostiene entero. Así, para indicar el valor de la oración de Nuestra Señora, que todo lo puede sobre el Niño Jesús, que su oración gobierna al Niño Jesús, el artista representó muy naturalmente al Niño Jesús haciendo este acto de obediencia a Nuestra Señora. Si no se conociera el simbolismo, su posición es tan natural y tan frecuente en los niños que no se diría que tuvo una segunda intención.
Lo propio en tales imágenes es que el simbolismo apenas aflore y que quien lo contemple tenga la distracción de adivinar lo que significa cada símbolo. Es una ocupación piadosa que retiene la atención en el cuadro y que es incomparablemente superior a tales adivinanzas de tebeo, etc., etc. Es una noble actividad en la que se busca algo que tenga significado.
¿Qué representan esos dos ángeles? La Virgen sostiene al Niño Jesús y el Niño Jesús mira a los dos ángeles y ve su Pasión, profetizada por él. Es decir, al mismo tiempo que en Ella se recuerda a la Virgen y a la Madre, en Él se recuerda al Niño, pero el Redentor que esperaban los profetas y que redimirá a la humanidad.
Luego, el detalle pintoresco es esa sandalia que cuelga del pie del Niño Jesús. La estampita que me entregaron lo interpreta así: “La sandalia desatada, símbolo quizá de un pecador todavía atado a Jesús por un hilo, el último: devoción a la Virgen”. ¡Ya ven que es una interpretación preciosa!
He conocido en mi vida tantas almas suspendidas como esa sandalia…, y también he visto tantas almas suspendidas así levantarse después y volverse como la otra sandalia…
Símbolos que ornam el ícono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (fuente: internet)
Estas letras griegas arriba significan, por un lado: Madre de Dios. La estrella sobre el velo de la Virgen indica que la Virgen es la estrella que nos guía por el mar de la vida hacia el Cielo. La otra abreviatura significa San Miguel Arcángel. Es él quien presenta la lanza y la vara con la esponja; el otro ángel es San Gabriel que hizo la Anunciación; otra, abreviatura de Jesucristo.
Y esto explica lo esencial del cuadro.
Uds. lo comenten entre sí y alguien me transmita si vale la pena proyectar una imagen de vez en cuando o si eso es menos expresivo que [comentar el texto de la] vida de un santo.
NOTAS
[*] Los “Santos del Día” eran unas breves reuniones en las que Plinio Corrêa de Oliveira ofrecía, a sus jóvenes discípulos, una reflexión o comentario relacionado con el santo o la fiesta religiosa que se celebraba aquel día.
[**] “Sala del Reino de María” – El Prof. Plinio see refiere a la sala más noble de la Sede del Consejo Nacional de la TFP brasileña, actual sede del Instituto Plinio Correa de Oliveira, en São Paulo. Una visita virtual a esta Sala puede hacerse aquí.