Las tres caídas de Nuestro Señor: escuela de vida espiritual en clave heroica

Sede San Milas, 20 de septiembre de 1970

A D V E R T E N C I A

Este texto es transcripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

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Cristo de las Tres Caídas - Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista - Sevilla

Cristo de las Tres Caídas
Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista – Sevilla

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Como tenemos la costumbre de charlar un poco el domingo por la tarde, una pequeña charla, que versará sobre lo que Uds. quieran. El Sr. “X” me ha pedido que haga aquí una rápida reflexión, que ya hice una vez durante una campaña (1), sobre una teoría del cansancio y los tres cansancios de Nuestro Señor.

No soy exégeta, nunca he tenido tiempo de leer —aparte de [Louis-Claude] Fillion [1843-1927]— un solo libro de exégesis sobre el Evangelio, sobre el Antiguo Testamento. Pero, naturalmente, uno trata de razonar un poco las cosas, y ustedes saben que en el Nuevo o en el Antiguo Testamento nada sucede sin una razón. Y, por tanto, es conforme a las buenas leyes de la exégesis que nos preguntemos sobre las tres caídas de Nuestro Señor, por qué fueron tres.

No fueron sólo tres, sino que pudieron ser, por ejemplo, cinco para cualquier fontanero que lleva una pesada tubería por la calle y que se cae cinco veces; una porque tropezó con una piedra; otra porque estaba cansado; la tercera por pereza, y la otra por… quiero decir, algo totalmente fortuito.

Pero habiendo tenido nuestro Señor tres caídas, este número tres corresponde a una serie de elevadas consideraciones, de elevadas divagaciones sobre el cansancio, el sufrimiento, el número tres absolutamente hablando, etc., y todo exégeta de ley entra en indagaciones de esta naturaleza.

Puedo preguntar, por lo tanto, si nosotros, que tan a menudo sufrimos el peso del cansancio, el peso de la fatiga, si tenemos algo que sacar del hecho de que el cansancio de Nuestro Señor Jesucristo, cargando Su Cruz se manifestó en tres caídas.

No doy la respuesta de un exégeta, doy sólo la respuesta de un hombre de sentido común que trata de responder a esta pregunta con consideraciones comunes.

* Hay dos formas de cansancio: el ilegítimo y el legítimo

Digo que en realidad, cuando analizamos el cansancio, vemos que hay dos formas de cansancio: hay un cansancio ilegítimo —y este Nuestro Señor no lo tuvo— y luego hay un cansancio legítimo —y este Nuestro Señor sí lo tuvo.

El cansancio ilegítimo proviene de la falta de generosidad con la que una persona que no ama a Dios carga con un peso que debería llevar y no quiere llevar. Entonces la persona la llama fatiga; es la fatiga del perezoso.

Podemos decir, por ejemplo, que un hombre que se ha vuelto adicto, por ejemplo, a dormir cada noche durante nueve horas, que tal hombre cuando se levanta por la mañana se levanta cansado, y que pasa todo el día cansado. Pero ésta es la fatiga del perezoso; es la caricatura de la verdadera fatiga, que es la del hombre activo.

Nuestro Señor no la tenía en absoluto, por la obvia razón de que Él era la Perfección misma, y en Él, por tanto, no cabía la fatiga del hombre perezoso.

* El cansancio del hombre dedicado corresponde a tres grados diferentes de intensidad

Pero también existe el cansancio del hombre activo, el cansancio del hombre dedicado, y eso corresponde a tres grados diferentes de intensidad. Esto es lo que nos dice la experiencia común. Esos grados de intensidad, que son los grados de esfuerzo, y los grados de resistencia humana para hacer el esfuerzo necesario, esos tres grados probablemente tienen que ver con los tres grados, con las tres caídas de Nuestro Señor.

blankEl primer grado de fatiga tiene lugar cuando una persona lleva una carga y, después de arrastrarla, llega un momento en que considera que se han agotado todas las energías ordinarias de que dispone, y entonces la persona cae bajo la carga.

Pero luego está esto: que cuando uno cae bajo la carga, y se detiene, no sólo se recompone un poco de la fatiga, sino que hay una especie de segundo movimiento del alma por el cual el alma por un admirable imperio sobre el cuerpo, hace una movilización de todas sus energías más profundas, de todas sus energías que están latentes en el hombre y que el hombre en la vida ordinaria no acostumbra a movilizar, pero que él levanta.

En el período en que se encuentra en la primera caída, el hombre hace este razonamiento: “¡Qué peso tan duro! ¡Qué cosa tan tremenda! No puedo hacerlo, sin embargo es necesario, y quiero absolutamente llevar esta carga, este esfuerzo, este acto de dedicación, ¡quiero llevarlo hasta el último punto!”.

Entonces dice: “Pero, ¿no tendré en mí — más analizada la cosa, más examinada la cosa—, no tendré en mí motivos para un nuevo aliento, un nuevo impulso en el que saque de dentro de mí energías insospechadas para llevar a cabo lo que quería llevar?”.

Y entonces se produce una especie de segunda reflexión y una segunda movilización de todas las energías del alma. Entonces el alma se compromete por segunda vez y sigue adelante, y lleva eso adelante y sigue hasta otro golpe: es el segundo cansancio.

* El segundo grado de cansancio es cuando he movilizado todo lo que tenía

En el segundo cansancio el alma carga con un peso que es el siguiente: “He movilizado todo lo que tenía; he hecho todo lo que he podido y aquí estoy caído, doblado bajo el peso de este dolor. Mis energías están más gastadas que en la primera caída; he sacado de mí lo que no podía imaginar, sin embargo, ¡quiero seguir adelante, no quiero detenerme!”.

blankMedito una vez más: “¡Qué noble es lo que quiero! ¡qué santo es lo que quiero! qué digno de ser alcanzado este objetivo que tengo en vista, sin embargo, siento más allá del peso anterior, siento otro peso. Y éste es el peso del desaliento, de la perplejidad: no tengo más energía, ya no es posible; entonces rezo. Rezo más que las otras veces y le digo a la Virgen:

“Madre mía, ya ves que he dado todo lo que podía. O me ayudas particularmente ahora, más que en las etapas anteriores, o no podré hacer lo que quieres de mí”.

Pero, observándome bien, por así decirlo, pasando honestamente la mano por la bolsa donde están las reservas de mi energía, encuentro que todavía hay lo qué inmolar; que todavía hay lo qué sacrificar. Y veo que mi plegaria ha sido escuchada y que junto a las energías que me eran desconocidas y que no apliqué, y que aún puedo aplicar y que constituyen por así decirlo una reserva suprema con la que puedo luchar, aparecen también nuevas fuerzas sobrenaturales que pueden conducirme a lo que yo quería. Así que me levanto por segunda vez y continúo, ya más sostenido por los Ángeles que llevado por el pobre hombre que soy, pero también poniendo en mi alma algo que en el momento de la primera caída no sabía que tenía, y que en la segunda caída se me está revelando. Es algo tremendo, pero me doy cuenta de que tenía algo más. Me arrastro más que camino; pero he resolvido, llego a mi fin. Y, aunque tenga que pedir a Dios un milagro completo, cumpliré lo que debo cumplir. Así que camino un poco más.

* En la tercera etapa, caigo una vez más, soy un andrajo y me doy cuenta de que en mí ya no hay nada capaz de resistir

blankY en la tercera etapa, caigo una vez más: soy un andrajo, percibo que en mí ya no hay nada capaz de resistir, que en el saco de las energías disponibles ya no hay nada, pero digo: bueno, todavía tengo conmigo lo siguiente: es esperar ahora contra toda esperanza, ponerme de pie porque sólo tengo energía para estar de pie, ya no tengo energía para caminar, para ponerme de pie y dar un paso, y el resto es todo confianza ciega, es la noche oscura, es el despojamiento total, caminaré de todos modos para llegar al final.

Me pongo de pie, camino, y entonces doy algo de mí que nunca habría imaginado que podría dar. Entonces sale de mí algo que es realmente el último aliento de mi alma, pero es también la visión más lúcida de mi ideal. Y es el acto más completo de mi amor. Allí me entregué por completo. Es cuando me levanto de la tercera caída, y cuando doy algunos pasos más tambaleándome y llego al sacrificio donde me clavan en la cruz y me dejo inmolar.

Es decir, estos son los tres cansancios, que corresponden a las tres etapas de la dedicación humana.

En la primera etapa, uno da las energías que conoce y ve, y pide la ayuda de Nuestra Señora dentro de la asistencia común de la gracia.

En la segunda etapa, se dan energías que se entreveían, pero que no se conocían bien, pero se pide a la Virgen con mayor urgencia que nos dé una ayuda especial, porque se duda de que la economía común de la gracia nos haga avanzar.

En la tercera etapa damos algo que ni nosotros mismos sabíamos que podíamos dar: una capacidad de entrega, de esfuerzo que no sabíamos que teníamos, que nunca habíamos sospechado que teníamos. Caminamos ya más por milagro, por fe absoluta en la oscuridad, que por ninguna otra razón, pero caminamos. Y, al fin y al cabo, llegamos al final, ya entonces por una acción verdaderamente milagrosa.

Es decir, allí estamos completamente unidos a lo sobrenatural.

* Cuando el alma ha llegado al último punto de su abnegación, está dispuesta a atraer hacia sí a todas las almas.

Pues bien, el alma humana, al levantarse de toda caída, de toda postración —no es una caída moral, pero es una postración—, al levantarse de toda postración, va vertiendo de sí una belleza mayor, va vertiendo de sí la belleza incomparable de la abnegación. Porque el hombre para atraer debe ser abnegado. Un hombre egoísta no atrae a nadie; ¡todos se aterrorizan del egoísmo y huyen del egoísmo! Los hombres sólo van detrás de aquellos que son abnegados.

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Cuando el alma ha llegado al último punto de la destilación de su abnegación, cuando ha dado todo lo que puede dar, está preparada para atraer hacia sí a todas las almas.

Y es por esto que Nuestro Señor, después de haber tenido sus tres caídas, Nuestro Señor estaba preparado para mostrarse desde lo alto de la Cruz a todos los hombres. Es porque había sufrido esta inmolación interior en la que todo le había sido quitado.

Fíjense bien que por sublime que sea la Crucifixión —no hay palabras para indicar suficientemente la sublimidad de la Crucifixión—, la Crucifixión es un acto en el que de alguna manera se realiza el sacrificio. Llevó la Cruz, la llevó hasta donde tenía que llevarla. Allí, con dolores aún mayores, se deja crucificar; sufrirá aún más, más y más hasta el último momento, hasta el Consummatum est, sufrirá más y más. Pero esa operación de cargar con su propia Cruz, esa operación cesa con la Crucifixión; Él se acuesta y a partir de ese momento es la Cruz la que lo carga a Él. Ya no es Él quien lleva la Cruz.

* También hay etapas en nuestra vida espiritual en las que tenemos que cargar con la Cruz, ir de encuentro al dolor, a la renuncia, a lo desagradable

Ahora bien, también hay etapas en nuestra vida espiritual en las que debemos cargar con la Cruz. Nuestro Señor quiere que nos pongamos los sufrimientos sobre los hombros y que tomemos la iniciativa de enfrentarnos al dolor; la iniciativa de enfrentarnos a la renuncia; la iniciativa de enfrentarnos a lo desagradable a través de un trabajo que no es sólo aceptar lo que nos cae encima, sino que somos nosotros los que vamos en busca de lo tremendo, de lo terrible, de lo trágico, de lo apocalíptico; nosotros los que vamos por amor a Él.

Después de que ha habido esta depuración en nosotros, vamos, por nuestras propias piernas, a donde Él quería que fuéramos, entonces Él nos lleva, nos clava en la Cruz definitivamente; es una cosa distinta; nos une a Él para siempre jamás. Es algo distinto.

Ahora, esto concierne a las campañas, esto concierne a la vida espiritual, esto concierne a todas las pruebas que tenemos en nuestra vida. Las perturbaciones, las situaciones que no sabemos explicar, todo esto se explica en estas tres dimensiones del cansancio.

Si Uds. quisieren, se trata de dos etapas en tres dimensiones: la primera etapa, hablando en términos de etapa, es ir hacia la Cruz; luego, la segunda etapa, dejarse clavar en ella.

¿Qué es esto? Es el hombre que llega a la cima de la renuncia, primera etapa, despojándose sucesivamente de sí mismo. Luego, segunda etapa, habiendo alcanzado la cima de la renuncia, permanece en ella toda su vida.

Pues bien, las tres dimensiones son tres movilizaciones de las energías humanas, cada vez más sobrenaturales, cada vez menos humanas, ¿no es así? Hasta que el hombre, en los tres cansancios que conciernen a la primera etapa, haya dado de sí todo lo que podía dar.

Después de la Misa celebrada por D. Antonio de Castro Mayer, en la Iglesia de San Antonio, en São Paulo, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira lanza la campaña de esclarecimiento de la opinión brasileña sobre la victoria del candidato marxista en Chile.
Después de la Misa celebrada por D. Antonio de Castro Mayer, en la Iglesia de San Antonio, en São Paulo, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira lanza la campaña de esclarecimiento de la opinión brasileña sobre la victoria del candidato marxista en Chile.

* Las tres movilizaciones de energías aplicadas a una campaña

En una campaña, la belleza de la campaña: no piensen Uds. que es sólo en la primera etapa, que he visto, por ejemplo, manifestarse hace poco, el día de la Misa de D. Antonio en la “Praça do Patriarca” (2), cuando la TFP, aún reposada, con el brillo de sus estandartes en una hermosa mañana, desfilaba por la “Rua Barão de Itapetininga” camino de la Iglesia de Santo Antonio. Allí, hay una belleza de primavera, hay una belleza de amanecer; todos están contentos, todos caminan hacia lo desconocido, pero seguros de que, en cualquier caso, ese desconocido será un triunfo, porque quien lucha con el espíritu sobrenatural por Nuestra Señora siempre triunfa.

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“Por Chile, país hermano: luto, lucha y oración” – La TFP inició la campaña de alerta sobre la victoria del marxismo en Chile con un desfile en Viaduto do Chá, en el centro de São Paulo. El cierre, en octubre de 1970, fue marcado por una caminata por la Av. Afonso Pena, en Belo Horizonte

Pero después viene una fase en la que hay una postración, en la que se empieza a perder el aliento. Esta fase es mejor que la primera, porque el militante (3) que hace su propaganda cansado, y en el que se ve que sigue luchando cansado, no lo sabe, piensa que impresiona menos porque brilla menos, pero hay un brillo del cansancio que vale mil veces más que el brillo del reposo. Hay un brillo de la enfermedad que se arrastra y es incomparablemente más hermoso que el brillo de la salud que marcha. Hay un resplandor de sacrificio y tristeza, que es el resplandor de la abnegación, y que emociona mil veces más que el resplandor de la euforia de la victoria.

Y luego está el tercer resplandor: es cuando el alma ha llegado a la cima, cuando ya no puede hacer nada más; cuando lo ha dado todo.

Por supuesto, siendo nuestro Señor Jesucristo la Perfección misma, el Hombre Dios, concebido sin pecado original, en Él las cosas se sucedieron misteriosamente, no sucedieron exactamente como estoy describiendo en un hombre. Pero, necesariamente debió tener una realización más o menos así. Estas son las tres etapas del cansancio, como lo son las tres etapas de la energía en las que entra Su supremo aliento. Él se dio entero, y por eso es el héroe que pasará a la historia.

He aquí, pues, una conversación para animarnos a dedicarnos cada vez más a nuestro apostolado en las tres etapas del cansancio, pensando en las tres caídas de Nuestro Señor Jesucristo.

No sé… si esto les puede servir de algo, estaré encantado.

"Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado?"
“Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado?”

Pero la verdad es ésta: es que, considerado en Su Humanidad Santísima, Él tenía que esforzarse más y más a medida que el peso se hacía más pesado, a causa de la fragilidad creciente de Su organismo, agotado por la Pasión. Y, es verdad que Él, como un verdadero héroe, cuando dio Su último aliento, y, aún entonces desde lo alto de la Cruz, gritó Consummatum est, primero dejó constancia a todos los hombres de que estaba sufriendo un tormento como nadie podía imaginar, insondable incluso para Él mismo, cuando exclamó: “Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Pero luego, cuando pronunció las últimas palabras, uno las examina, y se tiene en una primera impresión, la idea de una derrota. Después se ve que ese Consummatum est es una gran victoria.

Consummatum est significa en cierto modo lo siguiente: han conseguido de Mí aniquilarme. Mi destrucción es completa. Pero, por otra parte, el Consummatum est significa otra cosa, significa: “Todo lo que debía sufrir lo he sufrido; mi voluntad no fue quebrantada porque mi Padre Eterno me ayudó y por eso he vencido; la muerte está aniquilada; el pecado original está redimido, el Cielo está abierto a los hombres. A partir de ahora seré siempre el Eterno Glorioso, el Rey de la Gloria por todos los siglos”.

Él abrió Su Reino en el momento en que dijo Consummatum est.

Es decir, allí proclamó Su victoria. Él, desde ese momento, fue Cristo Rey. Fue coronado en el momento en que dijo todo está perdido, es decir, todo está ganado.

*…cuando lleguemos al Reino de María (3), estaremos en tal estado de energía gastada…

Así también un héroe que llega al último punto liquida a su adversario y tal vez cae muerto. Si cae muerto, es mucho más hermoso su triunfo que si después recibiera una medalla militar en un desfile; ha dado todo de sí….

Así será quizás con algunos de nosotros en la “Bagarre” (4). Creo que cuando lleguemos al Reino de María, estaremos en tal estado de energía gastada pero perseverante, indomable, de resistencia que no se doblega ante nada, y que con una obstinación indestructible seguiremos apuntando al fin al que estamos llamados, que no tendremos más aliento cuando los Ángeles del Cielo bajaren a socorrernos y a proclamar el Reino de María.

He aquí, pues, una meditación en su todo.

No sé si alguien querría hacerme alguna pregunta al respecto, si conseguí ser claro o no. ¿Alguien querría preguntarme algo al respecto?

* Es más fácil acercarse a Dios en el dolor que en la alegría y gloria

(pregunta inaudible)

Creo que lo que Nuestra Señora tiene reservado para aquellos que han elegido el camino de la renuncia, el camino de alejarse de este mundo de pecado y de combatirlo mientras estaba en la pompa de su estabilidad y de su abundancia, será una gloria que no tendrán otros reclutados en el dolor.

 Porque es más fácil acercarse a Dios en el dolor que en la alegría y en la gloria. Y casi todos los que estamos aquí hemos tenido que dejar situaciones cómodas y una vida que nos lo prometía todo, para seguir este camino. No lo habremos seguido como debíamos; pero tampoco nos hemos quedado en el otro. Y Dios, que es un Padre lleno de misericordia, que ya ha creado a la Virgen para que Ella obtenga de su misericordia cosas que no podría conceder si Ella no existiera, Dios sabrá ciertamente, en su bondad, recompensarnos por ello.

 No sé si me explico.

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NOTAS

(1) Campañas – aquí el Prof. Plinio se refiere a las campañas de esclarecimiento de la Opinión Pública hechas en las calles, en que socios y cooperantes de la TFP distribuían o vendían material publicitario directamente al público.

(2) Misa en la “Praça do Patriarca” (Plaza del Patriarca) – Ante la victoria de Allende en Chile, en 19710, la TFP realizó una gran campaña de esclarecimiento de la Opinión Pública de Brasil sobre lo acontecido, con la distribución del artículo “Toda la verdad sobre las elecciones en Chile”, campaña que se inició con la celebración de una Misa en la Iglesia de San Antonio, en la Plaza del Patriarca, centro neurálgico da la São Paulo de entonces. La Misa fue precedida por un desfile de los socios y cooperantes de la TFP por el centro de São Paulo.

(3) Reino de María – La noción de “Reino de María”, el Prof. Plinio la ha tomado de San Luis María Grignion de Montfort, en su famoso “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”.

Dice el gran apóstol de la devoción a Nuestra Señora, canonizado en 1947 por Pío XII: “¡Ah! ¿cuándo llegará este tiempo feliz —dice un santo de nuestros días, todos entregado a María—, cuándo llegará este tiempo feliz en que María se establecerá como Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al imperio de su gran y único Jesús? ¿Cuándo llegará el día en que las almas respiren a María, como el cuerpo respira el aire? Entonces sucederán cosas maravillosas en este mundo, donde el Espíritu Santo, encontrando a su amada Esposa como reproducida en las almas, descenderá a ellas abundantemente, colmándolas de sus dones, particularmente del don de sabiduría, para obrar prodigios de gracia. Querido hermano, ¿cuándo llegará ese tiempo feliz, ese siglo de María, en que innumerables almas escogidas, perdidas en el abismo de su interior, se convertirán en copias vivas de María, para amar y glorificar a Jesucristo? Ese tiempo sólo llegará cuando la devoción que enseño, ‘Ut adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariae’, sea conocida y practicada” (op. cit., Vozes, Petrópolis, 1984, 13ª ed.)

“Que venga el Reino de María para que venga vuestro Reino”, es decir, el de Jesucristo. Tal es el pensamiento que recorre todo el Tratado de la Verdadera Devoción, y que aquí se expresa en términos inexcedibles de claridad y ardor.

La devoción que San Luis María Grignion de Montfort preconiza es la esclavitud de amor a la Santísima Virgen, tema desarrollado en el Tratado. Este “siglo de María”, o “Reino de María”, del que habla el Santo, la TFP lo compagina con el triunfo del Corazón Inmaculado de María, anunciado por Nuestra Señora en Fátima, y esta conclusión es de primera evidencia.

(4) Bagarre – “Bagarre” es una palabra francesa que indica una situación de confusión, debida a una disputa o a una riña. Plinio Corrêa de Oliveira la utiliza como metáfora para describir el castigo que espera a la humanidad si no se convierte, como Nuestra Señora advirtió en Fátima.

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