A D V E R T E N C I A
Este texto es excerta de una trascripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a corresponsales y esclarecedores de la TFP. Traducción y adaptación por este sitio. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia con relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.
“Santo del Día” – 14 de octubre de 1968
Sta. Teresa – S. XVI
Autor anónimo – Real Academia de la Lengua – Madrid
En el reverso de este cuadro se lee la siguiente inscripción:
“Santa Teresa – Reproducción del retrato auténtico” – “Este retrato original de la Serafica y Mistica Dra. Sta. Teresa de Jesus era del Mtro. y Rdo. Don Frai Martin de Leon y Cardenas, Mraq. de Palencia y Birrei de Sicilia, qui en lodio asu sobrino D. Juan de Ahumada y Cardenas siendo capitan de su guardia. Año de 1643, y su nieto don Juan de Ventura de Ahumada lepuso marco y vidrio porque sus hijos letenian con la devida bendicion. Año de 1740.”
Datos biográficos
«Santa Teresa estaba en el Carmelo de Toledo cuando el Rey de Portugal, Don Sebastián, perdió la gran batalla que había librado contra los moros en África. La Santa tuvo entonces una revelación sobre la derrota, rompiendo a llorar, pues era grande su deseo de ver prosperar a la Cristiandad y humillar a los enemigos de la Iglesia, y se quejó a Dios: «Dios mío, ¿cómo habéis permitido tal pérdida a los vuestros y tal victoria a vuestros enemigos?». El Señor le respondió: «Si los he encontrado preparados para traerlos a Mí, ¿de qué te afliges?».
«El sentimiento de pena desapareció pronto, al considerar la Santa la gloria que debían recibir los portugueses. Inmediatamente formó un gran concepto de ellos, maravillándose de que Dios encontrase listos para la bienaventuranza a soldados que solían ser de costumbres relajadas.
«Quiso extender su reforma a Portugal. Rezó mucho para conocer la voluntad de Dios y recibió respuesta el día de la Asunción de la Virgen. Así escribió la Santa:
«Después que Dios Nuestro Señor, para consolarme de la pena que sentí por la pérdida del ejército portugués en los campos de África, me dijo que lo había permitido porque halló a los portugueses dispuestos para tomarlos para Sí, tuve tan gran estima de aquella nación, en la cual aún los soldados, estragados en las otras, estaban tan bien dispuestos, que me vinieron grandes deseos de ir a fundar algunas casas de nuestro Carmelo reformado en aquel reino, pues me parecía que de esto resultaría gran gloria a Dios y aumento de la religión a los portugueses, que se me representaban tan buenos e inclinados a la virtud.»
«Pedí a su Divina Majestad, con toda la insistencia que pude, que me concediese este favor. Y el día de la Asunción de la Reina de los Ángeles, el Señor me dijo: «Tú, hija, no irás a Portugal a fundar casas de tu reforma. Pero irán tus hijas y tus hijos, porque quiero que el número de los buenos religiosos de aquel reino aumente con el tuyo, para que crezca el motivo para que Yo suspenda el castigo que le he dado y le muestre misericordia. También se llevará tu mano izquierda, porque quiero darle la mano de una esposa amada para sacarle de la miseria en que caerá, o para devolverle su antigua felicidad y darle prenda de otras glorias».
Comentarios del Prof. Plinio
Creo que sería bueno resumir el texto de la selección, elegida incluso con mucho cuidado, al ser mañana la fiesta de Santa Teresa de Jesús.
El tema del texto tiene dos aspectos: uno se refiere a la batalla de Alcazarquivir y otro a la fundación de los conventos de la Orden de Santa Teresa en Portugal. Efectivamente, ambos hechos están correlacionados en el texto de la selección.
Santa Teresa estaba rezando y, en la oración, Dios le reveló que el Rey Don Sebastián de Portugal había sufrido una gran derrota en Alcazarquivir. La batalla de Alcazarquivir resultó decisiva desde dos puntos de vista: si el Rey Don Sebastián —que era un rey muy piadoso, era el rey virgen, era el rey casto, era, digamos, la última flor del Portugal antiguo—, ganaba aquella guerra, rompería allí el poder de los moros, y con los moros obstaculizados en su poder, Portugal podría formar una próspera colonia en el norte de África.
Esta colonia sería el punto de partida, una especie de cabeza de puente de la Europa cristiana en África, que haría tambalear el poder de los mahometanos en toda la cuenca mediterránea. En efecto, los mahometanos ocupaban la actual península de los Balcanes, incluyendo por supuesto Turquía, toda Asia Menor, Egipto, Túnez, Tripolitania, Argelia y Marruecos. Pero la parte más floreciente de su poder en aquella época era el norte de África.
Por lo tanto, si los portugueses lograban desembarcar en el norte de África, otros acometimientos de los portugueses, españoles y posiblemente franceses en el norte de África se tornarían bastante más fáciles. Con los débiles medios de navegación de la época, el Mediterráneo era demasiado pesado para un desembarco por mar. Por lo tanto, una cabeza de puente en África era de suma importancia. Ya existía una cabeza de puente en Fez, pero era cuestión de ampliarla o perderla. Y para esto, la batalla de Alcazarquivir fue una batalla clave.
El rey Don Sebastián, con muchos nobles y soldados de Portugal, partió a la guerra. Pero parece que atacó a los moros un poco imprudentemente y en ese ataque murió, el poder portugués fue derrotado, la posibilidad de una cabeza de puente en el norte de África fue aniquilada, el poder moro se consolidó en el Mediterráneo y esto no solo fue muy malo para la conversión de las naciones moras, sino que también fue muy favorable para la expansión del protestantismo.
En efecto, los mahometanos quedaron libres de atacar cada vez más a Austria y Hungría, favoreciendo de ese modo también a los enemigos protestantes de la Casa de Austria. Así pues, para la religión, la derrota de Alcazarquivir fue una verdadera catástrofe. También fue una catástrofe para la independencia de Portugal. El rey Don Sebastián solo dejó como heredero al Cardenal Infante Don Henrique, dispensado del voto de castidad por la Santa Sede. Era príncipe de la casa real, pero no tuvo hijos, por lo que, al morir Don Henrique, Portugal pasó a la Casa de España y la dinastía portuguesa se extinguió. Felipe II se convirtió en el heredero legítimo de la Corona portuguesa y la dinastía se extinguió. La batalla de Alcazarquivir representó, por tanto, un durísimo revés para la dinastía portuguesa, para la causa católica y, de algún modo, también para Portugal.
Cuando Santa Teresa de Jesús tuvo de Dios esta revelación se estremeció y lloró. Y con la libertad que tenía con Nuestro Señor —tenía libertades santas con Nuestro Señor, ¡extraordinarias!— le preguntó: «Pero ¿cómo hacéis tal cosa? ¿Por qué permitís a vuestros adversarios una victoria tan grande y a vuestros amigos una derrota tan grande?». Y Dios le dio esta respuesta: el ejército portugués estaba tan bien preparado para morir, que Él pensó que lo mejor era permitir que los portugueses fueran derrotados y llevarse al Cielo a todos nuestros buenos portugueses, a todos nuestros antepasados.
Como se puede ver, la contestación no responde plenamente a la pregunta y Nuestro Señor dio una respuesta que era, hasta cierto punto, una evasiva. A una pregunta de Santa Teresa, muy santa, pero libre, Nuestro Señor se reservó la libertad de responder como le pareciera. Hay aquí una especie de intimidad maravillosa, —no sé cómo lo diría—, casi de igual a igual, si esto pudiera decirse de Dios que es infinito, hacia una criatura, por muy santa que fuera, como era Santa Teresa de Jesús; podríamos decir que Dios, por así decirlo, se esquivó. Sin embargo, Dios nunca miente y la verdad de que los portugueses se habían ido al cielo en masa se mantuvo.
Pero más adelante, a lo largo de la revelación, Dios dio la explicación. Dijo que la batalla había sido un castigo para Portugal, que la derrota había sido un castigo y que, para que esta derrota no fuera aún más perjudicial, Dios iba a disponer que fueran a Portugal los carmelitas, que, junto con otras buenas órdenes religiosas de allí, harían que la nación portuguesa se recuperara del pecado que les había valido este castigo. Y así pasamos a la segunda parte, que es la cuestión de la fundación de la Orden Carmelita en Portugal. Quedémonos primero con el tema de Alcazarquivir.
Se puede ver cómo el tema de esta revelación es diferente del que a la “herejía blanca” (1) le gusta imaginar como único y exclusivo en las relaciones entre Dios y el hombre. He aquí un santo hablando con Dios. Pero, ¿qué le muestra Dios? En las revelaciones habituales de los santos, Dios trata de cosas estrictamente espirituales. Si habla de sus relaciones con las almas, habla del progreso o decadencia de la virtud de un alma en una orden religiosa, a lo sumo habla de toda la Iglesia.
Pero a los libros de lectura espiritual [impregnados del espíritu herejía blanca] no les gusta mencionar lo que Dios dice sobre los acontecimientos terrenales de la humanidad. Y no les gusta porque a la herejía blanca le disgusta ver a Dios interviniendo tan profundamente en los acontecimientos terrenales y le disgusta ver a la Causa Católica encarnada, atrincherada tan completamente en acontecimientos que se diría que son de naturaleza política. Dos reinos están luchando: el reino de Portugal y algún reino moro, que no sé cómo se llamaba en aquella época.
Dos reinos están luchando. Para la herejía blanca, es un pecado, incluso en el lado bueno, y a la herejía blanca no le gusta imaginar a la gente luchando por el bien. ¡No! Hay que dar una sonrisa suave y renunciar a sus razones: ese es el primer punto. En segundo lugar, fue un acontecimiento político y a la herejía blanca le gusta insinuar que la religión no se ocupa de política y que un hombre de celo no debe ocuparse de política, sino solo de asuntos estricta, directa e inmediatamente espirituales. Como resultado, las revelaciones de este tipo no aparecen en las vidas de los santos escritas bajo el aliento de la herejía blanca, en los tratados sobre la vida espiritual escritos bajo el aliento de la herejía blanca.
Por eso la selección del texto del Santo del Día estuvo muy acertada en presentar este pasaje, porque a través de él se puede ver a Dios, que en medio de sus revelaciones a un alma altísima, a un alma que murió de amor, —a Santa Teresa de Jesús se le apareció un serafín y le transverberó, es decir, le atravesó el corazón con una flecha de amor; su corazón se conserva en Ávila y se puede ver el agujero de esa flecha de amor; y murió en un éxtasis de amor a Dios nuestro Señor—, esta santa recibió de Dios la revelación de una batalla, de un acontecimiento terrenal, de un acontecimiento humano, porque en ese acontecimiento estaba profundamente incrustado un interés en el orden de la salvación de las almas.
Por otra parte, se ve que Dios tenía grandes intereses en esta batalla. Por un lado, Dios tenía un gran interés en que la batalla fuese ganada y, por otro, quería castigar a un pueblo infiel: el pueblo portugués que le estaba desagradando. Así que vemos cómo había un bando que era el de Dios en la batalla, y que Dios tiene sus guerreros, y cuando sus guerreros pierden, las almas católicas deben afligirse. Y Santa Teresa estaba tan apenada que incluso le preguntó a Dios por qué había hecho esto, como si Dios pudiera hacer algo malo.
Vemos de otro lado —y paso a otro orden de ideas— lo hermosos que son los designios de Dios. La sabiduría de Dios encierra una multitud de facetas para la vista del hombre, que no es capaz de abarcarlas en su totalidad. La respuesta que Dios dio: «Todos ellos —todos ellos, por supuesto, se entiende aproximadamente, y no cada uno— estaban muy bien preparados para la muerte, así que los tomé». En otras palabras, al determinar que los portugueses fueran derrotados en Alcazarquivir, o sea, en el momento del castigo, incluso en aquel momento Dios sopesó el interés espiritual de aquellos soldados y vemos su bondad: se llevó a los soldados al Cielo teniendo en cuenta que estaban muy bien preparados para la muerte.
Es decir, tal vez hubiera organizado el castigo de Portugal de otra manera si esos soldados no estuviesen preparados para morir. Incluso en el momento de castigarlos, se ve como se manifiesta Su bondad, Su cuidado, Su misericordia.
Pero, hay otra reflexión que cabe ahí. Una nación en la que la fe sigue tan viva que el grueso de los soldados de un ejército está bien preparado para morir —y eso, como bien dice Santa Teresa, en un siglo en que la guerra depravaba a los soldados, ser soldado era casi sinónimo de canalla en aquella época, —soldado de a pie, no oficial—, llevaba Santa Teresa a decir que «admiraba una nación donde la masa de los soldados era así». ¡Qué maravilla! Es verdad, tan verdad, que hasta quiso ir a allí a fundar el Carmelo. Esta nación, sin embargo, tan fervorosa, estaba siendo severamente castigada por Dios.
Ahora bien, ¿qué castigo merece el mundo contemporáneo? Porque ¿qué comparación se puede hacer entre el Portugal de entonces, a través de esta prueba extraordinaria, y el mundo de hoy? Pensemos, por ejemplo, en los Estados Unidos. Y, para no ir más lejos, pensemos en nuestro pobre y querido Brasil. Pensemos en nuestro gran y dilecto Chile (2), y en otras naciones donde existe la TFP. Pregunto: ¿no es cierto que el castigo que merecemos es espantoso? ¿Y no es cierto que la Bagarre (3) se impone desde esta perspectiva casi como un desarrollo necesario de la situación actual?
Y así, con estos pensamientos en mente, podemos terminar la meditación de esta noche con una reflexión sobre la Bagarre. ¡Qué normal es, qué natural, una vez que el pecado ofende tanto a Dios! E incluso cuando Dios ama, ¡cómo castiga! E incluso cuando Dios castiga, ¡cómo ama! ¡Vemos aquí un encuentro de justicia y misericordia verdaderamente maravilloso! Pregunto si está todo claro por este lado, porque luego pasaremos a comentar la fundación de la Orden Carmelita en Portugal. ¿Alguien tiene alguna pregunta? Pasemos ahora a la Orden Carmelita.
Santa Teresa tenía una misión especial dentro de la Iglesia: difundir la reforma del Carmelo. Y el propósito de esta misión era que, a través de la oración y la penitencia, las Carmelitas atrajeran las bendiciones de Dios a los países donde existen los Carmelos, pero más ampliamente a toda la Cristiandad y aún más al mundo entero para que se convirtiera a la religión católica.
Cuando vio que la nación portuguesa era tan ferviente, decidió inmediatamente fundar conventos en Portugal. Igual que nosotros: si conociéramos una nación tan ferviente, pensaríamos en fundar en ella una TFP exactamente con el mismo razonamiento. Solo que nuestro razonamiento sería: allí podemos hacer una TFP actuante y golpear a la Revolución. El razonamiento de ella era: allí podemos hacer un Carmelo orante y golpear a la Revolución.
Ahora bien, su pensamiento era excelente y agradaba a Dios, pero Dios le dio la siguiente respuesta: que no iría ella, sino que monjas de su Carmelo irían a Portugal a fundar la Orden reformada del Carmelo, de la que ella era la matriarca. Y que esta Orden del Carmelo haría mucho bien allí y alejaría de Portugal castigos aún mayores que los que Él quería dar. Se ve su bondad: revela el castigo de Portugal, al mismo tiempo que revela la salvación de tantas almas en el ejército portugués. Al mismo tiempo, despierta en ella el deseo de fundar la Orden en Portugal y Él mismo dice que la Orden será un beneficio para Portugal y que mitigará el gran castigo que pesaba sobre Portugal.
Y eso fue lo que ocurrió. Portugal fue invadido por España. Fue incorporado a España porque Felipe II, el rey de España, era el legítimo heredero al trono de Portugal y con eso Portugal y España se convirtieron en una sola monarquía. La Orden del Carmelo entró en Portugal y, al entrar en Portugal, produjo grandes frutos espirituales. ¿Qué castigos fueron desviados por esto? Probablemente solo la Justicia Divina lo sabe y solo en el Cielo lo sabremos. Pero entonces nos maravillaremos aún más de la Providencia de Dios en este paso de la historia del trato de Dios con un alma tan privilegiada como Santa Teresa de Jesús.
¿Debería esto llevarnos a alguna conclusión? Yo creo que sí. Debería llevarnos a un mayor fervor en la lectura de los recortes [N.R.: selecciones de noticias que se comentaban semanalmente. Al ser retiradas de periódicos impresos se “recortaba” la noticia]. Porque precisamente interesándonos por los acontecimientos de nuestro tiempo, en la medida en que estos acontecimientos están relacionados con la salvación de las almas y con la Causa Católica, el aplastamiento de la Revolución y la exaltación y victoria de la Santa Iglesia es precisamente en esta medida en la que realizamos un insigne acto de amor de Dios inherente a nuestra vocación, que consiste precisamente en actuar sobre estos acontecimientos.
Pero no es posible actuar sin ver, y ver es exactamente lo que hacemos en la “Reunión de Recortes”. Así que pidamos a Santa Teresa de Jesús esta plenitud de celo por cada acontecimiento internacional, como Santa Teresa se interesó por la batalla de Alcazarquivir. Exactamente de la misma manera. Este es el concepto que debemos tener.
NOTAS
(1) “Herejía Blanca”— Expresión utilizada por el Prof. Plinio en el sentido de una actitud sentimental que se manifiesta sobre todo en cierto tipo de piedad edulcorada y una posición doctrinal relativista que busca justificarse bajo el pretexto de una pretendida ‘caridad’ hacia el próximo – cfr. “O Cruzado do século XX – Plinio Corrêa de Oliveira”, Roberto de Mattei, Ed. Civilização, Porto, 1998, tópico 7. Véase también: “Almas delicadas, sin debilidad, y fuertes, sin brutalidad” y “La verdadera santidad es fuerza de alma y no debilidad sentimental” y “¿El ángel de la guarda es menos inteligente que el demonio?” y “São Luis IX, rei de França, homem de piedade e guerreiro (pliniocorreadeoliveira.info)”.
(2) Chile — En 1968, año de la presente reunión, Chile estaba siendo sacudido por múltiples agitaciones eclesiásticas, de inspiración izquierdista, que terminaron por facilitar la subida de Allende al poder. Un ejemplo, tomado al azar de Wikipedia, ilustrará esa afirmación y deja ver el porqué de la afirmación del Prof. Plinio.
- 11 de agosto:
- Un grupo de 9 sacerdotes, 3 religiosas y 200 laicos identificados con la corriente Cristianos por el socialismo se toman la Catedral Metropolitana de Santiago como protesta contra la visita del papa Pablo VI al XXXIX Congreso Eucarístico Internacional (Bogotá, Colombia, 18-25 de agosto) y la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín, Colombia, 24 de agosto-6 de septiembre), la prohibición de anticonceptivos y la construcción del Templo Votivo de Maipú. El grupo coloca en el altar pósteres del Che Guevara y Camilo Torres mientras que despliega en el exterior un lienzo con la leyenda «Por una iglesia junto al pueblo y su lucha».
Para más información sobre la influencia de la llamada “izquierda católica” en Chile ver, por ej.:
— “Una denuncia que conmueve al país y transpone los Andes – LA IGLESIA DEL SILENCIO EN CHILE”
— “La vía chilena: parábola de un comunismo con ropajes nuevos”
(3) «Bagarre» — Es una palabra francesa que indica una situación de confusión debida a una disputa o enemistad. Plinio Corrêa de Oliveira la utiliza como metáfora para describir el castigo que espera a la humanidad si no se convierte, como advirtió Nuestra Señora en Fátima.