“Santo del Día”, 31 de octubre de 1970
A D V E R T E N C I A
El presente texto es una adaptación de la transcripción de una grabación de una conferencia dada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a los miembros y cooperadores de la TFP, manteniendo así el estilo verbal, y no ha sido revisado por el autor.
Si el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, seguramente pediría una mención explícita de su disposición filial a rectificar cualquier discrepancia en relación con el Magisterio de la Iglesia. Es lo que hacemos aquí, con sus propias palabras, como homenaje a tan bello y constante estado de ánimo:
“Católico romano apostólico, el autor de este texto se somete con ardor filial a la enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Sin embargo, si por error, en él apareciera algo que no se ajustara a esa enseñanza, lo rechaza categóricamente”.
Las palabras “Revolución” y “Contrarrevolución” se utilizan aquí en el sentido que les da el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contrarrevolución“, cuya primera edición se publicó en el n.º 100 de “Catolicismo“ en abril de 1959.
La Adoración de la Santísima Trinidad
Alberto Durero 1511 – Kunsthistorisches Museum, Viena
Hoy concluye el mes del Rosario y la vigilia de la fiesta de Todos los Santos. Como el Santo del Día va a ser muy breve porque tenemos un audiovisual que contemplar después, sólo quería recordarles cuál es el objeto de este culto de Todos los Santos.
El culto de Todos los Santos implica el culto de todas las almas que están en el cielo, aunque sean almas no canonizadas, porque en cierto sentido, cualquier alma que está en el cielo, que se ha salvado, es un alma santa. Están en presencia de Dios, ven a Dios frente a frente y agradan a Dios por completo, y naturalmente el número de personas en el cielo es incontable.
En consecuencia, la Iglesia no sólo no puede dar culto debidamente a todos los santos que ha canonizado, sino sobre todo a un número enorme de almas que están en el cielo y a las que no se puede dar culto regularmente, porque no se sabe si se han salvado o no, pero [se espera] que gocen de la presencia de Dios.
Por todas esas almas tenemos motivos para rezar, tenemos motivos para pedir su protección, pero hay, por supuesto, algunas almas que tienen una relación especial con nosotros y que, aunque no nos conocieron en esta vida, ni nosotros a ellas, por esa relación que tienen con nosotros, son obviamente intercesoras ante [Dios por] nosotros. En este día, vale la pena encomendarnos a estas almas.
¿Quiénes son estas almas? Ante todo, las almas que pertenecían a la misma familia espiritual que nosotros, o del mismo tipo que nosotros. ¡Cuántos cruzados murieron luchando en Tierra Santa, cuántos cruzados murieron luchando en España y Portugal por la Reconquista, cuántos cruzados murieron luchando por el sometimiento de los pueblos paganos del norte de Europa!
Son almas hermanas de la nuestra, porque comprendemos, como ellas lo comprendieron, que hay una luz especial, un esplendor en poner la fuerza al servicio de la fe y en presentar el triunfo de la fe a base de brazo fuerte, en un ánimo aguerrido, en una disposición de sacrificar la vida, de sacrificarlo todo para obtener la victoria de la Iglesia.
Las almas que murieron en Vandea, las almas que murieron en la insurrección carlista, los sanfedistas que lucharon contra la Revolución en el sur de Nápoles, los Zuavos Pontificios que lucharon heroicamente hace cien años para evitar que los Estados Pontificios cayeran en manos de los Garibaldinos, los Carlistas, los Cristeros y tantos otros, son almas hermanas de la nuestra. Ellos están en el cielo, rezan especialmente por nosotros, así como nosotros en el cielo, cuando estemos allí, combatiremos y rezaremos especialmente por los que luchan contra la Revolución en la tierra.
D. Vital Maria Gonçalves de Oliveira, el glorioso predecesor del infortunado Mons. Helder Câmara en las Sedes de Olinda y Recife, es un alma que luchó contra la Masonería, es un alma hermana de la nuestra; Mons. Delassus, que escribió “La Conjuration Anti-Chrétiène”; cuántos hombres pasaron toda su vida luchando, por amor de Dios, contra la Masonería y fueron perseguidos, u oprimidos, despedazados, a veces asesinados: todos ellos son almas hermanas de la nuestra. El cielo está lleno de tales almas, hermanas nuestras, y a ellas debemos dirigirnos especialmente.
No debemos olvidar en nuestras oraciones a los miembros del Grupo que ya están en el cielo y que nos han precedido.
A todas estas almas honramos hoy, Día de Todos los Santos. No es por el Día de Difuntos: en el Día de Difuntos [recordamos] a las almas que creemos que están en el purgatorio. Mañana o pasado mañana, si hay ocasión, hablaremos del purgatorio.
Estas son las almas que están en el cielo: a ellas debemos encomendarnos, las oraciones a que debemos recurrir en esta ocasión. Debemos entonces pedir, mañana, en el día de Todos los Santos, que estas almas velen por nosotros y nos lleven al cielo.
Santa Teresa del Niño Jesús tenía un culto muy hermoso a sus hermanos fallecidos bautizados, pero antes de la edad de la razón. Decía que eran los santos de su familia. Su familia produciría una santa mucho más grande que todo esto, pero eran los santos de su familia.
Todos tenemos personas en nuestras familias que murieron así, a una edad temprana, y que realmente tienen esta gracia: son bautizan y van directamente al cielo sin haber sufrido. Para todos estos, debemos rezar y rezar mucho: son los santos que la Iglesia honrará mañana.