“Santo del Día” – 25 de mayo de 1967
ADVERTENCIA
El presente texto es una adaptación de la transcripción de la grabación de una conferencia dada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a los miembros y cooperadores de la TFP, manteniendo, por lo tanto, el estilo verbal, y no ha sido revisado por el autor.
Si el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, seguramente pediría que se colocase una mención explícita de su voluntad filial de rectificar cualquier discrepancia con el Magisterio de la Iglesia. Es lo que hacemos aquí, con sus propias palabras, como homenaje a tan bello y constante estado de ánimo:
“Católico Apostólico Romano, el autor de este texto se somete con ardor filial a la enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Sin embargo, si por error se diera en él algo que no estuviera conforme con esa enseñanza, lo rechaza categóricamente”.
Las palabras “Revolución” y “Contrarrevolución” se utilizan aquí en el sentido que les da el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contrarrevolución“, cuya primera edición se publicó en el n.º 100 de “Catolicismo“, en abril de 1959.
La imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa: resumen histórico
Conforme al calendario mariano tenemos que comentar hoy a Nuestra Señora de Czestochowa o Częstochowska [en polaco], la patrona de Polonia [N.C.: fiesta que actualmente se celebra a 26 de agosto].
La imagen de Nuestra Señora de Czestochowa, donde se pueden apreciar las marcas en el rostro de la Virgen
Según antigua tradición, el cuadro de Nuestra Señora de Czestochowa fue pintado por San Lucas en vida de María Santísima, en el tablero de una mesa hecha por San José. Incluso en una exposición en Loreto de los objetos que había en la Santa Casa cuando fue trasladada, se lee la siguiente nota: la mesa de la Santísima Virgen está en Polonia, en la ciudad de Czestochowa.
Según los historiadores del siglo XIV en adelante, esta pintura fue llevada por primera vez a Jerusalén, donde Santa Elena la encontró y se la regaló al emperador Constantino, quien la colocó en una de las salas del palacio, donde permaneció hasta el año 431. Desde allí fue llevada con otros tesoros de la Santa Casa a una iglesia desconocida, donde permaneció hasta el siglo IX. Una vez expuesta de nuevo, atrajo una gran devoción, cambiando de propietarios y de ubicación siglos después, hasta que la Virgen mostró su deseo de permanecer en Czestochowa.
En 1382, Władysław, duque de Opole, gobernaba en Rutenio en nombre del rey Luis de Hungría. El príncipe, deseoso de proteger la imagen de posibles profanaciones de los paganos tártaros (una vez, durante el asedio del castillo de Bełz, una flecha tártara que cayó por la ventana de la capilla alcanzó el cuello de la Madre de Dios), decidió transportar la imagen a Opole, a Silesia. Cuando, por el camino, se detuvo para un breve descanso en Częstochowa, al pie de la iglesia de Jasna Góra, los animales que tiraban del carro se detuvieron cerca de Czestochowa, y no hubo fuerza humana capaz de hacerlos caminar. Una vez retirado el cuadro, los animales caminaron con facilidad, con lo que la Virgen hizo saber Su voluntad de que se quedara aquí. Así que Opolczyk dejó la estatua en Jasna Góra, confiándola al cuidado de los Padres Paúles blancos, traídos de Hungría en 1382 que construyeron un magnífico templo.
En 1430, los husitas asaltaron el convento y el santuario de Jasna Gora, donde se encontraba la imagen, dañando la pintura y robando unos costosos exvotos de la capilla. Tras ser despojada de sus objetos de valor, la Imagen fue dañada [especialmente el rostro de la Virgen] con una espada y rota. Se encontró, según la tradición, en el lugar donde hoy se alza la iglesia de Santa Bárbara con una fuente milagrosa, cerca de Jasna Góra. Los Padres Paúles llevaron la imagen destruida a Cracovia, a la corte del rey Władysław Jagiełło que, junto con su esposa, santa Edviges, es el fundador de la parte más antigua de la capilla de Nuestra Señora de Jasna Góra, para ser restaurada.
Tras varios intentos infructuosos de pintores famosos, un joven se acercó al rey y declaró que Nuestra Señora no quería que se borraran las cicatrices de su rostro. Entonces completó la restauración del cuadro y, tras restaurar por completo la obra, desapareció.
Observación: Los miembros de la TFP descendientes de polacos, publicaron un manifiesto contra la negación de los hechos anteriores por la organización que preparó las festividades en Brasil del milenario de la Polonia cristiana (N.R.: En 1966, para conmemorar el milenario de Polonia, la efigie de Nuestra Señora de Czestochowa fue llevada en procesión multitudinaria en Río de Janeiro hasta la Catedral Metropolitana donde, el 25 de mayo, el Cardenal de Rio de Janeiro celebró una misa solemne).
Una historia hecha de continuidad, tradición y sentido de lo maravilloso
Como se ve, este relato es de aquellos que una persona con espíritu crítico, o supercrítico, pondría en duda. Porque son tantos los hechos maravillosos que se han acumulado aquí después de tantos intervalos en los que esta imagen desaparece y luego reaparece, que una persona que no acepte el valor de la tradición oral, que no acepte el valor de la continuidad de ciertas narraciones, puede cuestionar el valor de estas afirmaciones.
En realidad, sin embargo, vemos que esos relatos tienen mucha más sustancia de lo que se podría pensar. Y creo que el ejemplo más ilustre y llamativo de esto es la Sábana Santa de Turín. La [creencia en la] Sábana Santa de Turín se basaba en una serie de hechos que, más o menos, llevaban a concluir así: que era la auténtica Sábana Santa. Y la familia de Saboya, que más tarde se convertiría en la casa real italiana, guardaba esta Sábana Santa en su tesoro. Pero, aunque la piedad de la gente veneraba este Sudario como auténtico, había muchos que tomaban a su respecto una actitud de duda.
Hasta que, inesperadamente, [el negativo de] la fotografía de la Sábana Santa reveló la trasudación allí del cadáver divino de Nuestro Señor Jesucristo. Y con ese hecho, se demostró su autenticidad. En otras palabras, historias como esa tienen mucho más fundamento, están mucho más cerca de la credibilidad de lo que se podría pensar a primera vista con ese [criticismo espurio], a menudo exagerado, etc.
La Sábana Santa de Turín – foto en positivo
Fíjense qué hermoso es aquí el valor simbólico de la reliquia. O sea, esta imagen habría sido pintada por San Lucas. Una imagen pintada por San Lucas ya es algo fabuloso. Pero habría sido pintada sobre una mesa hecha por San José. Y cualquiera que piense en una mesa hecha por San José, inmediatamente piensa en el Niño Jesús ayudándole a hacer la mesa. Y, por tanto, donde tocaron las manos divinas de Nuestro Señor, una mesa en la que habría trabajado como artesano. No se puede imaginar nada más hermoso.
Así que sería una joya sobre otra. Pero hay más: esa mesa estaría en la Santa Casa de Loreto, no con fines decorativos, sino con fines útiles. Así que podemos imaginar a la Virgen limpiando la mesa, tocando la mesa con sus manos sacratísimas, sirviendo al Niño Jesús, sirviendo a Jesús adolescente, a Jesús adulto, hasta el comienzo de su vida pública. Al estar al uso de Nuestra Señora, ¿quién sabe si Ella no se llevó consigo la mesa cuando se trasladó de Nazaret? Cuántas cosas piadosas y conmovedoras pueden imaginarse a este respecto.
Pues bien, esta imagen, que podemos admitir que en realidad era un tablero de mesa hecho por San José, esta preciosidad acabó siendo el escudo de una gran nación católica. Hoy, la imagen de Nuestra Señora de Czestochowa, aunque dañada, sigue siendo el símbolo de la fe de la nación polaca. La devoción a Nuestra Señora de Czestochowa es uno de los elementos nucleadores en los que se condensa el sentimiento religioso de Polonia.
Así que, en Polonia, sumergida por el comunismo (N.R.: notar que el autor habla en 1967), colocada en este mar de traición y confusión que se ha derramado sobre ella y se hace cada vez más terrible, después de que un tal ecumenismo se haya extendido por todo el mundo, Polonia, en medio de todo esto, es asistida por este santo [trabajo] de San José, sobre el que San Lucas pintó a Nuestra Señora.
Véase como esto es hermoso y que lo más importante aquí es que preparemos nuestras almas para querer creer en ello. Y no digo que esto sea de una credibilidad rigurosa e indiscutible, pero el alma fiel se deja llevar a creer, desea creer, se extasía ante estas cosas, se maravilla ante estas cosas y siente por ellas una profunda simpatía, una profunda veneración. Si realmente lo desea, si algo en su interior se lo dice, cree. Yo, por ejemplo, creo que sea real la certidumbre en la materialidad de la cosa.
Aquí tienen Uds. una meditación sobre la forma por la cual la Virgen guarda… [inaudible en la grabación].
Se conservan muchos objetos del pasado, utilizados para esto, utilizados para aquello —por ejemplo, los numerosos hechos que [la beata] Ana Catalina Emmerick narra—, mostrando designios providenciales en demostrar el amor que la Providencia tiene por la continuidad dentro de sus propios planes.
La perseverancia de Polonia es un clavo en la política rusa y en la de todos los que colaboran con ella
Entonces tenemos la oportunidad de pensar en Polonia, de rezar por la Polonia protegida por una reliquia tan insigne. Rezar por Polonia, cuya perseverancia es un clavo en la política rusa. Y es un clavo en la política de todos los que colaboran con la política rusa.
Así que aquí está contenido este pensamiento sobre la continuidad, la tradición, el sentido de lo maravilloso, especialmente sobre la Polonia sagrada que debe ser defendida en medio de los infortunios, los peligros sin cuenta.
Son pensamientos que podemos guardar para mañana, fieles a nuestra costumbre de indicar cada noche un pensamiento relacionado con la invocación de la Virgen que consideremos en la reunión.