Las tres caídas de Nuestro Señor: escuela de vida espiritual en clave heroica

Consummatum est significa en cierto modo lo siguiente: han conseguido de Mí aniquilarme. Mi destrucción es completa. Pero, por otra parte, el Consummatum est significa otra cosa, significa: “Todo lo que debía sufrir lo he sufrido; mi voluntad no fue quebrantada porque mi Padre Eterno me ayudó y por eso he vencido; la muerte está aniquilada; el pecado original está redimido, el Cielo está abierto a los hombres. A partir de ahora seré siempre el Eterno Glorioso, el Rey de la Gloria por todos los siglos”.

Reflexiones durante la Semana Santa

Todo hombre, por el propio hecho del instinto de sociabilidad, tiende a aceptar las opiniones de otros. En general, hoy en día, las opiniones dominantes son anticristianas. Se piensa contrariamente a la Iglesia de todo. Nuestros amigos siguen la corriente. ¿Tenemos el coraje de divergir? ¿Resguardamos nuestro espíritu de cualquier infiltración de ideas erradas? ¿Pensamos como la Iglesia en todo y por todo? ¿O nos contentamos negligentemente en ir viviendo?

Via Crucis (“O Legionário”)

Via Crucis publicada inicialmente en “O Legionário”,  Nº 558, 18 de Abril de 1943, y republicada en “Catolicismo” Nº 231 – Marzo de 1970

La tristeza santa del Divino Crucificado

Es comprensible, por tanto, que el verdadero católico, aunque pueda sentir y expresar una saludable alegría, no deje de experimentar en su alma un toque de digna y varonil tristeza, propia de quienes acompañan la Pasión de Nuestro Señor hasta las alturas del Calvario. Y, más precisamente aún, propia de quienes se asocian hoy a la Sagrada Pasión, a la Pasión de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo.

SONRISA, AGONÍA Y MUERTE DEL HIJO DE DIOS

SONRISA, AGONÍA Y MUERTE DEL HIJO DE DIOS: Una meditación sobre la Agonía y Muerte de Jesucristo basada en el crucifijo conservado hace tres siglos en el Santuario de San Damián, en Asís, el llamado “Crucifijo de Fray Inocencio”

En el Huerto de los Olivos, la noche de la Agonía

Nuestro Señor, en el Huerto de los Olivos, sufrió el tormento de la soledad. No de la soledad que es calma, recogimiento, oración; la soledad que es el paraíso del alma verdaderamente interior, sino la soledad creada por la indiferencia general, por la incomprensión y por el odio.

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