La tristeza santa del Divino Crucificado

Es comprensible, por tanto, que el verdadero católico, aunque pueda sentir y expresar una saludable alegría, no deje de experimentar en su alma un toque de digna y varonil tristeza, propia de quienes acompañan la Pasión de Nuestro Señor hasta las alturas del Calvario. Y, más precisamente aún, propia de quienes se asocian hoy a la Sagrada Pasión, a la Pasión de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo.

SONRISA, AGONÍA Y MUERTE DEL HIJO DE DIOS

SONRISA, AGONÍA Y MUERTE DEL HIJO DE DIOS: Una meditación sobre la Agonía y Muerte de Jesucristo basada en el crucifijo conservado hace tres siglos en el Santuario de San Damián, en Asís, el llamado “Crucifijo de Fray Inocencio”

En el Huerto de los Olivos, la noche de la Agonía

Nuestro Señor, en el Huerto de los Olivos, sufrió el tormento de la soledad. No de la soledad que es calma, recogimiento, oración; la soledad que es el paraíso del alma verdaderamente interior, sino la soledad creada por la indiferencia general, por la incomprensión y por el odio.

Ambientes, Costumbres, Civilizaciones

Listado general de todos artículos de “Ambientes, Costumbres, Civilizaciones” publicados en este sitio, en su versión actual o en la antigua.

En este siglo de la confusión, rogad por nosotros, ¡Oh Madre del Buen Consejo!

“Nos encontramos en el ápice de un proceso histórico oriundo, en la Edad Media, de una explosión de orgullo y de sensualidad. De esta explosión nacieron el Humanismo, el Renacimiento y la Pseudo-Reforma protestante. El oleaje producido por esos movimientos ocasionó la Revolución Francesa impía e igualitaria que a su vez se desdobló en movimientos de revolucionaria, que culminaron en la eclosión del comunismo, hasta llegar a la revolución cultural de nuestros días. ¿Cómo mover la humanidad —de tal manera encenagada en ese proceso histórico de hace tantos siglos— a emprender la trayectoria del hijo pródigo rumbo a la casa paterna? Sin un fuerte auxilio de la gracia hablando en el interior de incontables almas, esto no se puede conseguir. Ese buen consejo, a ser dicho en el íntimo de cada corazón para la salvación de la humanidad, ¿qué modo mejor hay de obtenerlo sino implorando a la Madre del Buen Consejo que, por una gracia nueva, convierta al bárbaro super-civilizado de siglo XX? Sólo así se podrá “quemar lo que adoró y adorar lo que quemó”. Y sólo así podrá surgir una nueva y aún más espléndida era de fe. Ese es el buen consejo por excelencia que los devotos de María deben pedir para ellos y para todos los hombres en los días que corren”.

La actitud de Nuestra Señora ante la Anunciación

“Y el Evangelio dice: “Y cuando Ella esto oyó, se turbó con las palabras de él, y pensaba, qué salutación fuese esta“. Uds. pueden ver que se trata de una maravillosa manifestación de distancia psíquica: “Se turbó con las palabras” significa: Ella estaba lo suficientemente atenta como para comprender el contenido de lo que se decía, y esto la turbó. “y pensaba, qué salutación fuese esta”: que bonita expresión para indicar el análisis punto por punto. Pensativa, Ella analizó el mensaje, preguntándose qué era ese saludo. En definitiva, ¿qué es eso? Fíjense bien en lo que es el espíritu de Nuestra Señora: ante algo, incluso algo tan sublime y con todas las características de algo que viene de Dios, un análisis, y un análisis racional del contenido, palabra por palabra, de lo que se le decía. Nosotros también debemos ser así. No perder la cabeza ni siquiera ante lo más asombroso, lo más inesperado, lo más maravilloso, sino discurrir reflexivamente sobre aquello.”

AUTODEMOLEDORES

“La autodemolición de las clases vigentes es un rasgo de importancia capital, presente en todas las grandes revoluciones que vienen estremeciendo a Occidente (…) Sin la cooperación de esas sucesivas autodemoliciones, que llevaron, por ejemplo, a tantos aristócratas franceses y, a su vez, a tantos otros aristócratas y burgueses rusos a apoyar la revolución que los devoraría, que los aniquilaría, es dudoso que esa sucesión de hecatombes hubiese caminado tanto. Y hoy día, todo eso no se haría sin el concurso de importantes sectores de la sociedad actual, particularmente del capitalismo de izquierda. Y, perdóneseme la perogrullada, del propio capital.”

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