Catecismo de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos, II. — Sobre la estructura de la Iglesia

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Escudo episcopal de Dom Antonio de Castro Mayer

 

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Dentro de la Diócesis, el único intérprete de los actos de la Santa Sede es el Obispo Diocesano. De manera que los fieles o los simples sacerdotes jamás se pueden apartar de ésta interpretación.
* La interpretación de los actos Pontificios pertenece sólo a la Santa Sede. Ninguna otra interpretación, por respetable y docta que sea, puede imponerse como oficial y única.
Explanación
Cfr. “Directrices“, núm. 8.
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La unión de los fieles con el Papa se efectúa en la persona del Obispo. Quien sigue enteramente las opiniones de su Ordinario, puede estar cierto de que se está conformando absolutamente con el pensamiento de la Santa Sede.
* El Obispo tiene magisterio ordinario, de suerte que los fieles deben recibir sus enseñanzas como la expresión fiel del pensamiento de la Iglesia. Este magisterio oficial, por disposición de Jesucristo, cuando se ejerce aisladamente, no es infalible. Por consiguiente, los fieles no pueden someterse lo mismo al magisterio del Obispo que al del Papa, aunque deban, en la justa medida, respeto y obediencia a unos y a otros.
Explanación
Cfr. “Directrices“, núm. 7.
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– La inscripción de los fieles en las organizaciones de Acción Católica, les confiere una participación en el mandato apostólico y en las funciones jerárquicas, que les hace capaces de un apostolado específicamente sacerdotal.
* La Iglesia es, por institución divina, una sociedad desigual, en la que hay una parte docente y otra discente, jerarquía y súbditos. Los miembros de las organizaciones de la Acción Católica pertenecen enteramente a la categoría de súbditos, a la Iglesia discente. No tienen, por consiguiente, parte alguna ni en la función docente ni en el poder jerárquico. Sus actos son lo mismo que los de cualquier fiel.
Explanación
El mandato conferido por Nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles y a sus sucesores tiene por objeto todo lo que se relaciona con la salvación de las almas. De este mandato, que lleva consigo el poder de gobernar, enseñar y santificar, participan, en el sentido verdadero y propio de la palabra, los miembros de los varios grados de la jerarquía. El laicado no es susceptible, como tal, de recibir parte del poder jerárquico. Así, participa en los trabajos de la jerarquía y colabora con ella. Pero, evidentemente, no participa de sus poderes. Así, cuando un padre enseña el catecismo a sus hijos, o un Catequista autorizado difunde la enseñanza religiosa, no hay propiamente en ningún sentido, una participación en el poder docente de la Iglesia. El padre y el catequista son colaboradores de la Jerarquía pero pertenecen enteramente a la Iglesia discente. Todos los documentos de la Santa Sede sobre la Acción Católica consideran la materia de esta manera, como es natural, pues éste es el modo que se ajusta a la divina institución de la Iglesia.
Es lo que dice Pío XI en su discurso a los periodistas católicos del 26 de julio de 1929: “Los periodistas católicos son de esa manera preciosos portavoces de la Iglesia, de su Jerarquía, de sus enseñanzas: por consiguiente, los portavoces más nobles, más elevados de cuanto dice la Santa Madre Iglesia. Desempeñando esta función, la prensa católica no pasa por eso a pertenecer a la Iglesia docente; ella continúa en la Iglesia discente y, sin embargo, no por eso deja de ser en todas las direcciones la mensajera de la disciplina de la Iglesia docente, de esta Iglesia obligada a enseñar a las naciones del mundo”…
Cabe aquí una observación, cuya importancia jamás sería exagerado encarecer. Si, de un lado, los documentos pontificios censuran diversos errores que han surgido relativos a la Acción Católica, por otra parte manifiestan el mayor empeño en conservar y promover esta Asociación.
No hay contradicción entre una actitud y la otra. Si la Santa Sede corrige exageraciones peligrosas concernientes a la Acción Católica, es precisamente porque desea para ella un recto y efectivo desenvolvimiento. En esta posición de equilibrio deben mantenerse igualmente los que se dedican a esta materia.
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La Acción Católica y el clero Diocesano son organizaciones establecidas por la Iglesia y como tales ejercen un apostolado oficial; las Congregaciones Religiosas y demás Asociaciones son instituciones particulares, aprobadas por la Iglesia y ejercen un apostolado oficioso.
* En la Iglesia se distingue el estado sacerdotal como específicamente superior al estado de los seglares. A su vez, el estado religioso también es superior al estado de los seglares. Así, el apostolado sacerdotal es superior a todos los demás. Y el apostolado de los religiosos es superior al de los seglares.
Explanación
La sentencia impugnada coloca el apostolado de los seglares de la Acción Católica en un plano oficial y el apostolado de los religiosos en un plano simplemente oficioso y, por tanto, inferior, lo que contraría el orden de los valores.
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Como consecuencia de la participación que confiere en el apostolado jerárquico la inscripción de los seglares en la Acción Católica, les da una gracia de estado que hace su apostolado, sólo por esto, más eficaz que el ejercido por los miembros de otras asociaciones.
* La participación en el apostolado jerárquico que el Santo Padre Pío XI expuso en la definición de la Acción Católica no da a los seglares un estado especial en la Iglesia, distinto de aquel en que quedarían los demás fieles que no perteneciesen a las Asociaciones fundamentales de la Acción Católica. Así, la inscripción de una persona en la Acción Católica no da gracia específicamente diferente de la que tienen los demás seglares inscritos en otras asociaciones de apostolado.
Explanación
La sentencia impugnada supone un estado intermedio entre la Iglesia docente y la Iglesia discente. Se daría entonces una gracia propia de estado más eficaz en sí misma que la de los simples miembros de la Iglesia discente.
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Las organizaciones fundamentales de la Acción Católica son aprobadas y fomentadas por la Santa Sede. Las demás asociaciones — Apostolado de la Oración, Hijas de María, Congregaciones Marianas, etc. — son apenas toleradas. Según la mente de la Santa Sede deben desaparecer poco o poco.
* Las Congregaciones Marianas y las otras Asociaciones que, como ellas, tienen forma y fin de apostolado, son Acción Católica con pleno derecho. Las demás Asociaciones son providenciales auxiliares de la Acción Católica, y deben ser fomentadas por los grandes servicios que pueden prestar a la Iglesia.
Explanación
El Santo Padre Pío XII ha enseñado hasta la saciedad, y, más solemnemente, empeñando su palabra de Pastor Supremo, en la Constitución Apostólica “Bis Saeculari die”, de 27 de septiembre de 1948 (A. A. S., v. 40, página 393 ss.), que la Acción Católica no puede ser organizada a la manera “estandardizada” y totalitaria de los Estados modernos. Por esto, en el mismo plano en que se desenvuelven las organizaciones fundamentales de la Acción Católica, coloca las Congregaciones Marianas y otras Asociaciones con fines y forma de apostolado, multiformes en su espíritu, constitución y actividad. Y por ese mismo motivo se complace el Pontífice en la exuberante abundancia de las demás asociaciones religiosas.
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Es tal la naturaleza jurídica de la Acción Católica que la ceremonia de admisión de sus miembros sólo puede ser presidida por el Obispo o por un delegado suyo.
* Estando la Acción Católica colocada enteramente en las filas de la Iglesia discente, sus miembros deben ser recibidos normalmente por el Párroco o el Padre Director de la Asociación.
Explanación
La sentencia impugnada sería verdadera si la Acción Católica formase un grado intermedio entre la Iglesia docente y la Iglesia discente.
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Es tal la naturaleza jurídica de la Acción Católica que el Consiliario eclesiástico no ejerce sobre ella ninguna autoridad, a no ser en caso negativo, en que puede poner veto a las deliberaciones de la Directiva, cuando contengan alguna cosa contra la fe o las costumbres. Toda la autoridad pertenece a los propios seglares que tienen en el sacerdote apenas un director de conciencias.
* Perteneciendo la Acción Católica a la Iglesia discente, está sujeta enteramente a la autoridad del Obispo, cuyo representante oficial es el Consiliario eclesiástico. La autoridad de éste se ejerce no sólo en el sentido de prohibir lo que sea contrario a la fe y a las costumbres, sino también en el sentido de gobernar toda la actividad social. En la Acción Católica, como en otras Asociaciones, el Consiliario eclesiástico ejercerá esas funciones con caridad y con la consideración que los seglares merecen y tendrá en cuenta la valiosa experiencia de éstos.
Explanación
Si el sacerdote tuviese sobre la Acción Católica el mero poder de veto, prácticamente escaparía ella al poder del propio Obispo. Por otro lado, la sentencia impugnada sólo se justificaría en la hipótesis de constituir la Acción Católica algo específicamente superior a la Iglesia discente, en condición paralela a aquella en que se encuentran los simples sacerdotes.
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Siendo típico de la Acción Católica el apostolado en el medio ambiente, esto es, en las Universidades, cuarteles, fábricas, etc., y no perteneciendo el sacerdote a esos medios, es él incapaz de dirigir el apostolado especifico de la Acción Católica.
* El apostolado en el medio ambiente es obligación de todos los fieles. Para dirigir el apostolado de los fieles fué instituida por Jesucristo la Sagrada Jerarquía. Sus miembros, por la gracia de estado, por sus estudios especiales, por el hecho de saber sobreponerse a las particularidades de los varios medios, a fin de formarse una visión general, tienen todos los recursos necesarios para el ejercicio de su misión.  El sacerdote prudente sabrá en sus funciones directivas, utilizar el valioso concurso de la experiencia que los seglares poseen de sus respectivos ambientes.
Explanación
La función directiva se coloca necesariamente en un plano general y superior. Unidos a la dirección eclesiástica, los seglares pueden prestar el concurso de peritos especializados en cuanto a las peculiaridades de los ambientes en que viven. Consejeros buenos, desinteresados, valiosos, pero siempre consejeros, dispuestos siempre a obedecer las órdenes del sacerdote, la dirección que éste comunique a las actividades sociales.
La incapacidad del sacerdote para conocer los medios donde se ejerce el apostolado de los seglares, fué negada directamente por el Santo Padre en su alocución al terminar el Congreso mundial del Apostolado seglar (A. A. S., v. 43, págs. 789-90), en 14 de octubre de 1951, con estas palabras: “El recurrir al concurso de los seglares no es debido a la flaqueza o al fracaso del clero en su tarea presente”. Y, de un modo positivo: “el sacerdote tiene ojos tan buenos como el seglar para distinguir las señales de los tiempos, y no tiene el oído menos sensible para auscultar el corazón humano”. Y para que no hubiese duda añadió el Papa la razón de la colaboración de los seglares: “Los seglares son llamados al apostolado como colaboradores del sacerdote, por razón de la falta de clero”. (Véase “Catolicismo” núm. 12, de diciembre de 1951.)
El apostolado de los seglares en el medio ambiente no puede ser cosa típica de la Acción Católica, porque es deber de cada seglar hacer apostolado en el ambiente en que viva. A lo largo de veinte siglos de existencia la sagrada Jerarquía supo dirigir con maestría este apostolado. No se comprende cómo la Acción Católica pueda venir a traer una renovación en este particular. Por otra parte, es preciso no considerar este asunto desde un ángulo meramente natural. El Sumo Pontífice ya declaró que el apostolado de la Acción Católica es instrumental; que los seglares deben de estar subordinados a la autoridad del sacerdote, representante auténtico del Obispo. La instrumentalidad de los seglares en el apostolado se entendió siempre, como es justo, de manera adecuada a las personas humanas y no a seres inanimados. Dice el Santo Padre que “los superiores eclesiásticos usan de él de la misma manera que el Creador y Señor usa de las criaturas racionales como instrumentos, como causas segundas, “con una dulzura llena de atenciones” (Sap. XII-18) (Discurso al Congreso mundial del Apostolado seglar, 1951). Este es el plan de la Providencia, que sólo dispensa su gracia a lo que se haga según la constitución divina de la Iglesia.
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– En la Acción Católica la formación interior se da por el propio apostolado siendo innecesarios los otros medios tradicionalmente empleados.
* El apostolado de la Acción Católica supone el empleo esmerado de todos los medios tradicionales de formación interior como condición para la perseverancia y santificación de sus miembros y fecundidad de sus actividades.
Explanación
La sentencia impugnada parece proceder de la idea de que la Acción Católica es algo enteramente nuevo en la Iglesia y que crea un sistema propio de espiritualidad. Ni los mismos sacerdotes están dispensados del empleo de los tradicionales medios de formación. No se comprende cómo puedan prescindir de ellos los miembros de la Acción Católica, a no ser que admitamos en ella una espiritualidad opuesta a la que la Iglesia siempre enseñó.
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En el reclutamiento de militantes y dirigentes de la Acción Católica, al contrario de lo que acontece en las demás asociaciones, es necesario tomar en mayor consideración las aptitudes naturales y la formación técnica para el apostolado de conquista que la piedad y la formación sobrenatural. No conviene, pues, reclutar los líderes y miembros de la Acción Católica entre los miembros de otras Asociaciones religiosas, sino que hay que preferir a los que viven fuera de ellas.
* En el apostolado, por designio misterioso de la Providencia, concurren las cualidades naturales y la gracia divina. Como ésta es el elemento indispensable y preponderante en la selección de los apóstoles, se debe tomar en consideración, en primer lugar, su formación espiritual, sin la cual el empleo de las dotes naturales constituye para ellos un peligro de salvación y para el apostolado un peligro de mera apariencia o exterioridad. En las filas de las Asociaciones religiosas se pueden encontrar católicos muy aptos para cualquier modalidad de apostolado.
Explanación
Esta sentencia, impugnada también, procede de la doctrina de que la Acción Católica es, dentro de la Iglesia, algo enteramente nuevo, y discrepante de sus verdaderas tradiciones.
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El mejor método de formación consiste en los Círculos de estudio, en los cuales la verdad nace espontáneamente de la conversación entre los reunidos, sin necesidad de un profesor superior a estos, y que les dé de forma sistemática la exposición de la materia.
* El método normal de enseñanza, especialmente tratándose de verdades reveladas, es el magisterio, en el cual una persona más sabia y autorizada comunica de modo sistemático la materia a los oyentes. El Círculo de estudio, una vez terminadas las enseñanzas, puede ser útil para la manifestación de las objeciones y dificultades de los oyentes, o para recoger sus observaciones.
Explanación
Los Círculos de estudio, en la forma considerada en esta sentencia impugnada, fueron condenados por el Santo Padre Pío X en su Carta contra El Sillón. En efecto, esa forma es de inspiración revolucionaria y pretende suprimir la autoridad del profesor.
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El apostolado de conquista, por el cual se traen al gremio de la Iglesia a los infieles y a los que viven habitualmente en estado de pecado, es el apostolado por excelencia. El de preservación y perfeccionamiento de los buenos es secundario.
* Son mayores nuestras obligaciones de caridad para con los que viven más unidos a Dios. Así, nuestro celo debe emplearse en primer lugar en la preservación de los buenos. Por otra parte, la formación de seglares fervorosos es condición indispensable para un verdadero apostolado de conquista que todos debemos fomentar.
Explanación
Los dos apostolados son esenciales: conservar y perfeccionar a los buenos y convertir a los pecadores. Además, es falso separar el apostolado de preservación y perfeccionamiento de los buenos del apostolado llamado de conquista. Aquél es condición para éste. El divino Maestro preparó la conversión del mundo por la formación de un puñado de apóstoles fervorosos. En otras palabras, es imposible conquistar la masa sin tener antes preparada una minoría selecta.
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En las condiciones actuales de urgente necesidad de apostolado, sería mejor que las familias religiosas meramente contemplativas dejasen de existir, o redujesen enormemente el número de sus miembros, pues inutilizan para el apostolado activo externo personas que se consagran exclusivamente a la penitencia y a la oración.
* Por disposición de ¡a Divina Providencia la conquista de las almas se alcanza por dos medios: de un lado, por la actividad externa y visible de la Jerarquía y de los fieles; de otro lado. Por la acción interna e invisible de la gracia, condicionada en gran parte a la oración y a la penitencia reparadora de los contemplativos. En principio la Iglesia deberá tener siempre la ayuda activa, la vida mixta y la vida esencialmente contemplativa. La supresión de cualquiera de ellas, o una reducción que equivalga prácticamente a una supresión, no debe ser deseada.
Explanación
El Santo Padre Pío XII. considerando la situación presente del mundo, concedió facilidades a los contemplativos para ejercer también apostolado activo. Sin embargo, no se trata ni se piensa en la supresión de Familias u Ordenes contemplativas, o en una reducción que casi equivaliese a supresión. El Santo Padre señala que ese apostolado no debe absolutamente dispensar o disminuir la intensidad de la vida contemplativa. He aquí sus palabras: “Et in imprimís, quoad vitam monialium contemplativam hoc quod juxta mentem Ecclesiae semper viguit, firmum ac inviolatum servari debet: Monasteria omnia monialium vitam contemplativam ut primum atque praecipuum suum finem, canonice semper et ubique profiteri deberé. Quam ob rem, labores et ministeria, quibus Moniales vacare possunt ac debent, talia esse opportet atque ita quoad locum, tempus, modum rationemque ordinanda ac disponenda sunt ut vita vere et solide contemplativa sive totius communitatis sive singularum Monialium. salva non tantum sit seu jugiter alatur ac roboretur” (Constitución Apostólica “Sponsa Christi”. A. A. S., v. 43, pág. 11). “Y primeramente en cuanto a la vida contemplativa de las Monjas debe permanecer firme e inviolable lo que siempre estuvo en vigor, según la mente de la Iglesia, a saber: que todos los monasterios de monjas deben profesar canónicamente y en todas partes la vida contemplativa como fin primario y principal. Por lo cual, los trabajos y ministerios a los cuales las monjas pueden y deben entregarse, deben ser de tal naturaleza y ordenados de tal modo en cuanto al lugar, tiempo, manera y disposición, que la vida verdadera y sólidamente contemplativa, sea de toda la Comunidad o de cada una de las Monjas, no solamente quede a salvo, sino también que sea alimentada y fortalecida constantemente”.
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– El traje llamado “clergyman” conviene más a nuestra época y facilita más el apostolado que el hábito talar impuesto por el Derecho Canónico.
* Siendo el sacerdote, por el Sacramento del Orden, una persona Sagrada, y colocada en la Iglesia en una situación específicamente distinta y elevada sobre el común de los fieles, es conveniente y coherente con su situación que tenga un hábito totalmente diverso del que usan los simples fieles.
Explanación
La Iglesia siempre vió con agrado el uso de la sotana. El llamado traje de “clergyman” tuvo, por el contrario, su origen en los países donde la situación creada por la herejía y la persecución dificultó a los sacerdotes la vida normal que llevan en los países católicos. Es conforme, pues, al espíritu de la Iglesia, el llevar y conservar la sotana. Se basa en esta preferencia por la sotana la Pastoral colectiva del Episcopado Brasileño, reeditada, con nueva aprobación de todos los Obispos, en 1950, y que impone su uso bajo penas severas (núm. 1262), y apenas tolera otros trajes diferentes en circunstancias especiales (núms. 1260 y 1261). El Código exige trajes propios a los clérigos en el canon 136, y manifiesta preferencia por la sotana cuando ordena que con ella estén revestidos los que van a celebrar la Santa Misa (can. 811). Esta preferencia por la sotana es explicable. La sotana, totalmente diferente del traje seglar, distingue mejor que el traje de “clergyman” la separación que hay entre el sacerdote y la vida profana. La supresión de la sotana tiene una influencia grande en el sentido de secularización del Clero.
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Es mucho más apropiado a la evolución y a las necesidades actuales de la Santa Iglesia que los sacerdotes, en su vida social, puedan asistir a todas las diversiones que son lícitas a los seglares católicos, y permitirles actitudes que a éstos no se les censuran.
* A cada estado de vida corresponden, no sólo deberes sino también maneras y actitudes adecuadas. Así, el buen sacerdote se abstendrá, no sólo de aquello que condena expresamente la moral, sino también de todo cuanto, según la expresión consagrada, “non clericat”.
Explanación
No se pueden reducir las reglas esenciales de la moral a lo que puede un hombre hacer o no hacer. Así, a un magistrado no le convienen las actitudes, las diversiones, las maneras permitidas a un trabajador manual; o a un padre de familia no se le permiten el porte y los modales de un joven soltero, aunque éste se conserve dentro de las prescripciones de la moral. Acabar con las maneras, actitudes y tenor de vida conformes con el sacerdocio para inducir a los sacerdotes a llevar una existencia honesta, al nivel de los seglares, es trabajar por la secularización de la sociedad, y, lo que es peor, por la secularización de la Iglesia. A propósito de este asunto, léase el canon 138 del Código de Derecho canónico.
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En el ambiente de majestad y distinción aristocrática que rodea a la Jerarquía hay una imitación de los Príncipes temporales. El Obispo es Pastor, y no Príncipe, por lo cual le conviene, no las apariencias de Príncipe, sino la simplicidad y pobreza del Pastor.
* Ya que el hombre tiene sensibilidad es preciso que las exterioridades manifiesten la naturaleza de las instituciones. Por esto, cuanto más alto sea un cargo, tanto más solemne debe ser el ambiente que le rodea. El Obispo tiene el Principado en la Iglesia de Dios. Y el Principado eclesiástico es de una dignidad más eminente que el principado civil. Así tiene obligación de rodearse del esplendor conveniente a su cargo. Como hombre privado, sin embargo, debe ser riguroso en la práctica del desapego a todas las cosas terrenas.
Explanación
La sentencia impugnada impresiona por el juego de palabras. Hace del Pastor la imagen del Obispo, pero insinúa una identidad entre las dos condiciones, aunque entre ellas haya apenas analogía. El pastoreo de los hombres tiene una dignidad claramente mayor que el gobierno de las ovejas. Por lo que sería contrario al orden de las cosas que un príncipe o un Obispo se presentase siempre como un pastor de rebaño. Indirectamente nivelaría a los hombres con los animales. Es bien claro que el esplendor episcopal de ninguna manera es incompatible con la mansedumbre, la humildad, el desprendimiento y el trato paternal que deben distinguir al Obispo. Así, puede y debe el verdadero Obispo, conservando la dignidad de su cargo, ser el Padre de todos y de cada uno de sus diocesanos.
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El único medio para comprender y convertir a la masa obrera consiste en salir el sacerdote de la iglesia, ir a la masa, mezclarse con ella, imitar su vida, su modo de ser y vivir, etc., para poder ejercer influencia en su ambiente.
* El conocimiento de la masa obrera, sus problemas de orden moral y religioso, exige alguna convivencia con ella, para lo cual el ejercicio del ministerio parroquial da a los sacerdotes, normalmente, excelentes ocasiones. En la iglesia o fuera de ella el sacerdote debe ser entera y exclusivamente sacerdote, absteniéndose de todas las visitas y modos de vida “qui non clericant”, que no son convenientes a los clérigos. Además, él lo hará por medio de los seglares afiliados a las varias Asociaciones de Acción Católica, Congregaciones Marianas, etc., y Asociaciones especializadas como los Círculos obreros.
Explanación
La sentencia impugnada, con raras excepciones, lleva consigo una inversión de papeles. El sacerdote sale del presbiterio y se encarga de la tarea normal de los seglares. Es una tendencia más a la secularización del clero. Para que se vea cuánto hay de unilateral en esta proposición, es conveniente fijarse en que ella sólo piensa en la conversión de la masa obrera, como si en otras clases sociales el paganismo no hubiese hecho también devastaciones terribles. Por consiguiente, si admitimos el principio de que cada clase puede ser sólo trabajada por sacerdotes pertenecientes a ella, tendríamos lógicamente sacerdotes campesinos, sacerdotes industriales, sacerdotes generales, sacerdotes diplomáticos, y sólo no tendríamos sacerdotes-sacerdotes. Ese género de vida secularizado, los santos siempre lo temieron para sí y para el clero. Y la Iglesia siempre recomendó a los sacerdotes que se abstuviesen de él con sumo cuidado.

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