Juan Gonzalo Larrain Campbell
Plinio Corrêa de Oliveira:
Previsiones y Denuncias en defensa de la Iglesia y de la civilización cristiana |
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Desde el crepúsculo al anochecer de la Cristiandad:
previsión de un doloroso itinerario
El acompañamiento hasta displicente de
los noticieros de TV, tanto en el ámbito nacional como en el internacional,
la lectura de los diarios, o la simple observación de los hechos que se
desarrollan alrededor nuestro son suficientes para despertar, en muchos
espíritus, la noción del trastorno de todas las cosas en el mundo en que
vivimos.
Crímenes monstruosos, violencias
arbitrarias, inmoralidad agresiva que no respeta ningún límite, con la
inevitable descomposición de las familias, la corrupción que invade las
instituciones públicas en todos los niveles, son algunos de los síntomas del
derrumbe de una civilización que cualquier persona que no esté totalmente
aturdida por ese caos está en condiciones de ver. Afloran, entonces,
en el espíritu de muchas personas, algunas preguntas inquietantes: ¿qué fue
lo que sucedió para que hayamos llegado a tal punto? ¿Cuál es el futuro que
nos espera?
El juicio que el Prof. Plinio Corrêa
de Oliveira emitió hace casi medio siglo sobre la situación del mundo de
entonces constituye una previsión que responde a esas preguntas.
“Pienso —afirmaba
él— que no hay, en todo el Antiguo Testamento, un principio más
íntimamente ligado a las concepciones del Legionário sobre la
civilización en general, y particularmente sobre la civilización cristiana,
que el del salmista: ‘Mientras el Señor no edifique la ciudad, en vano
trabajarán los que la edifican’. Escribió Pío XI que la única civilización
verdaderamente digna de este nombre es la civilización cristiana. Para
nosotros, que nacimos en la gloria y la santidad de los últimos fulgores de
esa civilización, tal verdad es fundamental. A medida que la tragedia de
este inmenso crepúsculo espiritual se va desarrollando ante nuestros ojos
desolados, lentamente se va derrumbando la civilización. No para dar lugar a
otro orden de cosas, quizás menos bueno, pero, al menos, a un orden
cualquiera. La sociedad de acero y cemento que se va formando por todas
partes no es un orden nuevo. Es la metodización y sistematización del
sumo desorden. El orden es la disposición de las cosas según su
naturaleza y su fin. Todas las cosas se van disponiendo gradualmente contra
su naturaleza y su fin....
“Durará esta era de acero hasta que
las fuerzas íntimas de disgregación se hagan tan vehementes, que ni siquiera
toleren más la organización del mal. Será entonces el estallido final. Otro
desenlace no habrá para nosotros, si continuamos en esta marcha. Porque,
para nosotros, bautizados, los medios términos no son posibles. O
volvemos a la civilización cristiana, o acabaremos por no tener ninguna
civilización. Entre la plenitud solar de la civilización cristiana, y el
vacío absoluto, la destrucción total, hay etapas pasajeras: no hay, sin
embargo, terrenos donde se pueda construir ninguna cosa durable.
“Claro está, que no somos fatalistas.
Si, para el suicida, desde el puente al río todavía hay la posibilidad de
una contrición, ciertamente también existe para la humanidad, en el resto de
camino que va de su estado actual
[1946] para su
aniquilación, la posibilidad de arrepentimiento, de enmienda y de
resurrección. La Providencia nos acecha en todas las curvas de este
último y más profundo espiral. Se trata, para nosotros, de que
oigamos con diligencia su voz salvadora.
“Esta voz se hace oír, para nosotros,
en la múltiple y terrible lección de los hechos.
“Todo hoy en día nos habla
de disgregación. El castigo divino está humeando en torno de nosotros. Estamos en el instante providencial en que, aprovechando este poco de
aliento que la paz nos da
[inmediatamente después de
la Segunda Guerra Mundial], podemos instruirnos con el pasado, y
considerar la advertencia de este futuro del cual nos aproximamos con
terror.
“ ‘Si hoy oyes su voz, no
endurezcáis vuestros corazones’. Es éste el consejo de la Escritura.
Abramos, pues, de par en par nuestros corazones a la dura lección de los
hechos. Examinar con frialdad, con realismo, con objetividad inexorable
el mundo actual, sondear una a una sus llagas, abismar el espíritu en la
contemplación de sus desastres y de sus dolores, es un deber. Porque Dios
nos habla por la voz de todas estas aflicciones. Ser totalmente
optimista delante de ellas es cerrar los oídos a la voz de Dios”[1].
Caos y aflicción: ¿señales precursoras del
Gran Castigo?
Transcurridos 48 años de la
publicación de ese texto, cabe preguntarse cuál es el camino que tomarán los
acontecimientos, una vez que no se optó por las vías de la civilización
cristiana, conforme señalaba Plinio Corrêa de Oliveira como la única y
verdadera solución.
Todo indica que la humanidad ciega
continuará avanzando rumbo al castigo divino pronosticado en el artículo
arriba citado.
Sin embargo, si es verdad que hoy, en
casi todo, se refleja el caos y la aflicción de espíritu —señales
precursores de aquel sumo desorden, mostrado en el mismo artículo— es
preciso más que nunca no olvidar que, después de los sufrimientos
regeneradores por los cuales el mundo tendrá que pasar —profetizados por
Nuestra Señora en Fátima en caso de que no hubiere enmienda— permanece
siempre su consoladora y maternal promesa: “Por fin, mi Inmaculado
Corazón triunfará”.
Restauración del orden, fruto de la
restauración de las élites
En sentido opuesto a esos males y
aflicciones, un clamor luminoso de esperanza resuena por el mundo: es el
reciente libro del Presidente de la TFP brasileña, Nobleza y élites
tradicionales análogas en las alocuciones de Pio XII al Patriciado y a la
Nobleza romana
[2], refiriéndose al cual el Cardenal Silvio Oddi, en
mensaje dirigido a los participantes del lanzamiento de la obra en
Washington, afirmó, en consonancia con lo expuesto más arriba: “La
oportunidad del libro del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira ... no podía ser
más providencial. ¿Qué mejor camino hay para hacer brillar de nuevo la
civilización cristiana sino convocar a las élites, paladinas del verdadero
progreso y guardianas de la Tradición, evocando las enseñanzas del Papa
Pacelli y sus alocuciones .... las cuales el Prof. Corrêa de Oliveira
comentó tan magistralmente con su penetrante erudición? Vuestra
participación en este Seminario es histórica. En un sentido muy real,
el futuro de vuestra nación reposa
en
vuestras manos. Porque los
principios expuestos en
‘Nobleza
y élites tradicionales
análogas’
son perennes y deben
servir de
faro para cualquier
civilización
genuina”[3].
Concluimos, pues, estas líneas
pidiendo a Nuestra Señora de Fátima que nos dé la mayor lucidez y una
profunda sensibilidad sobrenatural para oír y comprender la voz de Dios en
medio de las aflicciones que nos rodean, y nos dé el discernimiento
necesario para, en esta hora suprema, encontrar las almas deseosas de luchar
con celo ardiente por restaurar las auténticas élites, con vistas a una
plena reimplantación de la civilización cristiana. NOTAS
[1]
Legionário,
21-7-46, Deflação.
[2] Ver síntesis de la obra en Catolicismo, n° 511,
julio de 1993, y repercusiones de las varias ediciones del libro en los
Estados Unidos, en países europeos y sudamericanos, publicados en diversos
números de la revista, subsiguientes al ut
supra
indicado.
[3]
Reconquista, órgano de la TFP portuguesa, n° 69, noviembre de 1993.
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