Juan Gonzalo Larrain Campbell

 

 

Plinio Corrêa de Oliveira:

 

Previsiones y Denuncias

en defensa de la Iglesia y de la civilización cristiana

CATOLICISMO Nº 530 – Febrero de 1995

 

Previendo el estallido de la

Segunda Guerra Mundial

 

En el 50º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el acierto de los análisis hechos por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en los años que precedieron el conflicto compelen a los espíritus lúcidos a asumir una posición de desconfianza vigilante con relación al pacifismo ateo y optimista dominante en nuestros días.

Al conmemorarse, en este año de 1995, medio siglo del fin de la Segunda Guerra Mundial, es oportuno recordar los análisis hechos por Plinio Corrêa de Oliveira, en los cuales anunció, con antecedencia la guerra que arrasaría extensas regiones del mundo y provocaría la muerte de millones de personas.

 

La política optimista de Chamberlain

condujo a Inglaterra a

vergonzosas capitulaciones ante Hitler

  

“Misión de Brasil en la guerra que se aproxima”

En 1935, haciendo consideraciones sobre la armonía étnica reinante en Brasil (en contraposición con los conflictos raciales existentes en otros países), el fundador de la TFP ya preveía la eclosión de hostilidades de amplitud universal:

“Nuestra misión histórica —afirmaba— consiste en mantener en este mundo que se enfrenta con una conflagración universal, un oasis de paz dentro de nuestras fronteras. Así, contribuiremos para evitar la expansión del mal, que es la guerra”[1].

 

La palabra “paz” encubre intenciones de guerra

En julio de 1936, discerniendo el empleo abusivo que se hacía de la palabra ‘paz’, advertía: “Los maestros de la política internacional no olvidan en ningún momento la palabra ‘paz’. Sólo que ellos la pronuncian teniendo siempre en mente los armamentos que poseen y los que pueden llegar a poseer. Así la ‘paz’ se ve siempre rodeada por una atmósfera ardiente, rica en bocas de fuego, en gases y en otros objetos que difícilmente le permitirá una larga existencia”[2].

 

“La guerra mundial está golpeando las puertas”

 Aún en 1936, después de destacar que la misión primordial de todos los Estados es la de luchar por la Fe y por la civilización, afirmaba: “Europa y los Estados norteamericanos están debatiéndose con problemas tremendos. Dentro de poco —y sólo los ciegos pueden contestarlo— vendrá un diluvio internacional: la guerra mundial está golpeando las puertas de la civilización de Occidente”[3].

 

Importancia creciente de Brasil en vista del próximo conflicto

Analizando, un año después, el interés creciente que Brasil despertaba en la prensa europea y norteamericana a partir de 1934, Plinio Corrêa de Oliveira se preguntaba:

“¿Por qué tanta diferencia entre 1937 y 1934?” Y respondía: “La razón es obvia. Cada vez más se aproxima del atormentado mundo contemporáneo el espectro de una gran guerra. Y con esto Brasil crece en importancia, porque es una fuente inagotable de recursos de toda naturaleza” para el abastecimiento de combustibles, de alimentos, etc., lo que puede transformarlo en un importante aliado en el conflicto[4].

 

La carrera armamentista prepara la conflagración

Entramos en el año 1938. Con los mismos criterios de análisis, él insiste sobre la proximidad de la guerra:

Puestas estas preliminares, es muy fácil comprender la razón de toda la lucha colonial de que el mundo contemporáneo es teatro.

“En último análisis, la carrera armamentista que lleva todas las naciones a multiplicar lo más rápidamente posible sus armamentos, no es nada más que uno de los episodios de preparación de la futura guerra. No basta acumular armamentos y entrenar hombres. Es necesario, principalmente, preparar municiones y víveres”[5].

 

La eclosión de la guerra será inevitable

Cuando el entonces primer ministro británico Neville Chamberlain —un auténtico Kerensky inglés, siempre partidario de ceder para no perder (al contrario de su deber, de luchar para no perder)— viajó para Alemania a fin de entrevistarse con Hitler, Plinio Corrêa de Oliveira así analizó el acontecimiento:

“Por más que se procure impedir que el gran público tenga una visión directa de todas las consecuencias de las últimas negociaciones de Berchtesgaden [casa de campo de Hitler, en Baviera], todo lleva a creer que, si el espectro de la guerra fuera realmente alejado en virtud del encuentro Hitler-Chamberlain, la conflagración no será propiamente evitada, sino postergada”.

Y en septiembre de 1938, después de describir el estado de espíritu del Führer y del nazismo, afirmaba: “Si, de un lado, un pueblo quiere todo, y por otro lado, hay pueblos que no quieren ni pueden, al final de cuentas, ceder todo, la guerra es una cuestión de días, o de meses, pero fatalmente estallará ....¿Cuándo podrá estallar? ¿Mañana? ¿De aquí a 6, 10, 12 o 24 meses? No lo sabemos. Pero, mientras Hitler esté en el poder, ella será inevitable[6].

Una semana después, el fundador de la TFP brasileña sostenía:

“¿Es verdad que la política de los srs. Chamberlain y Daladier [entonces primer ministro francés] postergó la guerra? A este respecto, les parezca a los católicos lo que quieran. Mi opinión individual es que, por algunos días la guerra fue postergada. Pero, que esa paz más que precaria fue comprada a un precio absurdo y que el retroceso franco-inglés revela una miopía asombrosa”[7].

Once meses después, en el inicio de septiembre de 1939, la Segunda Guerra Mundial era declarada.

 

La encrucijada de los optimistas de hoy

Sirvan estos hechos para abrir los ojos de muchos que han ignorado o fingido ignorar las innumerables advertencias y avisos que Plinio Corrêa de Oliveira ha hecho a lo largo de su vida. Y para que no se asusten cuando, si los hombres no se convirtieren seriamente a la única Iglesia verdadera —la Católica, Apostólica, Romana—, comiencen a realizarse las previsiones mucho más insistentes y radicales que él hizo, en lo referente a un acontecimiento inmensamente más terrible que la Segunda Guerra. Esto es, un cataclismo de porte universal, co-idéntico, en la perspectiva del fundador de la TFP, al castigo profetizado por Nuestra Señora en Fátima, del cual la humanidad se va haciendo merecedora, en la medida en que su apostasía de la Fe católica se está concretizando de modo cada vez más radical.[8]

Cuando Chamberlain volvió a Londres, después de uno de sus encuentros entreguistas con Hitler, y fue recibido con entusiasmo delirante por el pueblo inglés enceguecido por el optimismo, Churchill lo apostrofó con estas palabras: “Teníais que elegir entre la vergüenza y la guerra. Elegísteis la vergüenza y tendréis la guerra”.

Parafraseando a Churchill, y en la inminencia de posibles e inesperadas catástrofes, nos dirigimos a los optimistas de hoy, y les advertimos: en caso de que no modifiquéis vuestra posición de insensata ceguera en esta hora extrema que se aproxima, el futuro os dirá: “Teníais que elegir entre la apostasía y el retorno a la Fe, para evitar la catástrofe. ¡Elegisteis la apostasía y seréis tragados por la catástrofe!”


NOTAS

[1] Legionário, 13-10-35, Self-Control.

[2] Legionário, 5-7-36, À margem dos fatos.

[3] Legionário, 22-11-36, Unidade nacional.

[4] Legionário, 19-12-37, Para que a independência do Brasil não seja um mito.

[5] Legionário, 13-2-38, Com mouros à vista.

[6] Legionário, 18-9-38, O verdadeiro sentido do vôo de Chamberlain.

[7] Legionário, 25-9-38, À margem da crise.

[8] Sobre estas previsiones ver Segunda Parte, item A de este libro.


 

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