NOTAS
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El Apéndice V de la presente obra ha sido realizado, bajo la dirección del
profesor Plinio Corrêa de Oliveira, por una comisión inter-TFPs de
Estudios Iberoamericanos.
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El Apéndice VI fue elaborado, también bajo la dirección del profesor
Plinio Corrêa de Oliveira, en 1993, por una comisión de Estudios de la
TFP norteamericana.

"Defensa del Morro de La Habana" - Monleón - Museo de la Marina
- Madrid
Es corriente en Europa, como en
otros continentes, la idea de que todas las naciones de las tres Américas
cuando proclamaron sus respectivas independencias en las últimas décadas
del siglo XVIII, o en las primeras del siglo XIX, abolieron ipso facto
las instituciones políticas provenientes del Ancien Régime
metropolitano, asumiendo desde el primer momento la forma de gobierno
republicano-representativa.
Desde entonces hasta hoy, la
historia de estos pueblos habría consistido esencialmente en una gradual
democratización igualitaria de las respectivas organizaciones sociales,
económicas y culturales. De suerte que, al finalizar el presente milenio,
toda América estaría a dos pasos del marco final de esta inmensa
transformación. Posiblemente algunos de esos países ya habrán atravesado
el
“Rubicón” de esa
evolución.
Es fácil comprender cuanto esta
concepción favorece la acción de los factores de la Revolución igualitaria
universal.
Sin embargo, en realidad, ella
carece de fundamento. La Revolución igualitaria universal puesta en marcha
en Europa en los siglos XV y XVI con el Humanismo, el Renacimiento y el
Protestantismo, extendida al terreno político por medio de la Revolución
Francesa y al terreno económico y social por la Revolución comunista rusa[1]
siempre encontró en las tres Américas oposiciones de cuño tradicionalista,
que han retardado sensiblemente la marcha —triunfal en la apariencia mucho
más que en la realidad— de esta triple Revolución.
A las varias TFPs del
Continente americano les pareció necesario hacer a este respecto una
rectificación de panoramas que proporcionara a los lectores un
conocimiento exacto de esta reacción de cuño tradicionalista —reacción
pujante, emprendedora y consciente de su propio valor— de la cual se puede
decir que, al final del presente milenio, se presenta en franco
desarrollo.
Particularmente esto es
necesario en lo que se refiere a los Estados Unidos, cuya situación
preeminente en el mundo moderno, le proporciona ejercer sobre el espíritu
público de casi todas las naciones una influencia incontestable.
El lector se sorprenderá al
saber cómo es vivaz en este país la tendencia tradicionalista, que viene
evoluyendo de la poética nostalgia de los días “que el viento se llevó”
hacia la gran esperanza de una época bien distinta que la Providencia
Divina proporcionará al género humano.
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