Parte I
Capítulo 4 Mientras eclesiásticos colaboran con el régimen, la dramática situación del rebaño, entregado a un sistemático genocidio espiritual
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En los Capítulos precedentes, se ha descrito por un lado el panorama de miseria generalizada imperante en la isla-prisión; y por otro, se han mostrado sumariamente aspectos del marco jurídico-político-psicológico asfixiante montado por el comunismo castrista. El contexto inhumano de todo régimen marxista, que el Cardenal Ratzinger calificara como una “vergüenza de nuestro tiempo”, adquiere en el modelo cubano los agravantes arriba mencionados. De lo anterior se deduce un par de aspectos que más tienen relación con el presente estudio, y que son indispensables para que el lector tenga como fondo de cuadro en la lectura de las páginas que siguen. Por un lado, la situación dramática para todo habitante de la isla-prisión que no concuerde con el régimen, en particular, para los católicos. Y por otro, el contraste de esa situación de injusticia, miseria y sangre con la actitud colaboracionista que eclesiásticos cubanos han tomado en relación a Fidel Castro y su régimen, lo cual será objeto de análisis en las Partes II y III. En la Cuba de hoy sus habitantes llevan una existencia animalizada, donde prácticamente todo se controla con métodos de terror: desde la ración alimenticia, la conducta, actitudes e inclinaciones ideológicas y psicológicas de la persona, pasando, por el ambiente de trabajo, el acceso a la información, las condiciones psico-ideológicas, el relacionamiento, y hasta el tiempo libre; donde lo único que parece encontrar curso sin restricciones es el permisivismo sexual más completo.1 Ese es el contexto de hierro y lodo en que los católicos cubanos deben sobrellevar sus penas y angustias. Presión episcopal para que católicos se integren a la Revolución Si a lo anterior se le suma la presión episcopal sobre la grey católica para integrarse a la Revolución, ¿puede extrañar que la práctica religiosa en Cuba haya caído a un 0,08%, según el actual Presidente del CELAM, Monseñor Darío Castrillón?2 El ex-preso político del régimen Armando Valladares, hoy Embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, se lamenta amargamente: “Los católicos cubanos son una pequeña minoría, por causa del comportamiento de los Obispos. La gran mayoría del pueblo cubano era católica antes de la revolución marxista. Hoy no lo es más, porque la actitud de (la jerarquía de) la Iglesia Católica, colaborando con el régimen, alejó a los fíeles”.3 Esta situación de postración llevó a exclamar a Lorenzo de Toro, director de la revista católica “Ideal”, de Miami, que, prácticamente, “en Cuba no hay Iglesia”, agregando que “el gobierno tiene amordazada a la Iglesia, pero la mantiene en beneficio de su propia imagen pública”. Voces autorizadas afirman que la triste situación para la grey católica prácticamente no ha variado desde 1961 Monseñor Karl Lehmann, Presidente de la Conferencia Episcopal alemana y Obispo de Maintz, confidenció a periodistas que lo entrevistaron después de su viaje a la isla-prisión en noviembre de 1988, que “la Iglesia cubana vive de permisos y concesiones”.4 En el mismo sentido se manifestó Monseñor Eduardo Boza, ex-Obispo auxiliar de La Habana, al afirmar que para la Iglesia en Cuba “prácticamente la situación no ha variado mucho desde el año 61”, en que se desató abiertamente la persecución del régimen. Mientras autoridades eclesiásticas y gubernamentales cubanas se esfuerzan por resaltar síntomas de que el acercamiento Iglesia-gobierno comunista en curso estaría redundando en una mejoría en la vida de los católicos, el Presidente de la Conferencia Episcopal alemana6 los califîca de “hechos aislados”. Y el sacerdote franciscano Miguel Angel Loredo —que permaneciera preso en las mazmorras castristas durante una década— los desestima por ser cambios “solamente cosméticos, circunstanciales”, que “no modifican la estructura institucional del régimen que discrimina a los creyentes”.7 El Arzobispo de Friburgo, Alemania, Monseñor Oskar Saier, declaró al periódico “Deutsche Tagepost”, en enero de 1989, al retornar de un viaje a Cuba: “Los Obispos son respetados; los sacerdotes, ignorados como tales, son tolerados; los laicos activos, sufren como antes”.8 En septiembre de 1989, la revista “Unión”, órgano oficial de la Unión de Cubanos en el Exilio, editada en Caracas, transcribió declaraciones de Obispos y sacerdotes cubanos en el exilio, después de la reunión anual efectuada en San Juan de Puerto Rico. En esas declaraciones, los participantes denunciaron una vez más, “a la luz de la Fé y de la teología moral” el “carácter de institucionalización que estas violaciones adquieren”, y que han producido la “situación desesperante en que se encuentra el pueblo de Cuba”.9 También en septiembre de 1989, el Dr. Claudio Benedí, representante de la Junta Patriótica Cubana en Washington, en discurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reunida en la capital norteamericana, denunciaba que ciertos síntomas de aparente liberalización en materia religiosa, no pasan de una nueva maniobra del dictador: “La llamada apertura religiosa del régimen comunista de Cuba sólo alcanza los niveles necesarios para la propaganda política del régimen”.10 En abril de 1990, el “Jornal do Brasil” constata que “muchos católicos” de la isla continúan siendo objeto de “persecuciones por causa de su religión”.11 Eliminar la Iglesia sin crear mártires El profesor Juan M. Clark, de la Universidad de Miami, en artículo titulado “La religión en Cuba a la visita de Juan Pablo II a Miami”,12 declaró en 1987: “Podría afirmarse que la política de Castro frente a la Iglesia ha sido la de promover su gradual eliminación, pero sin crear mártires. No se aplicarían en Cuba los métodos truculentos de España, sino las lecciones más «sabias» aprendidas de la represión religiosa en la Europa del Este y en China. Serían métodos más sutiles y eficaces”. Clark enumera una serie de circunstancias creadas por el régimen comunista para asfixiar a los católicos, que deben ser consideradas no aisladamente, sino como constitutivas del marco jurídico-político-psicológico descrito en los Capítulos anteriores de esta Parte I. Así, menciona ejemplos que se prolongan hasta nuestros días: “La persona del sacerdote” es “ridicularizada y vilipendiada en extremo, tanto en la televisión como en el cine y la radio”; se aplica el llamado “plan de la calle” junto a las Iglesias, para hostigar las clases de catecismo; maestros comunistas «preocupados» ejercen presión sobre padres cuyos hijos son católicos, con mal veladas amenazas sobre su futuro; el llamado «expediente cumulativo» acompaña a la persona durante toda su vida laboral, en que la práctica religiosa es vista como un demérito y hasta como un impedimento; el chantaje, el rumor y la guerra psicológica se aplican sobre sacerdotes que no se prestan al juego del régimen, hasta destruir sus nervios; el gobierno comunista organiza festejos y trabajos «voluntarios» durante la Semana de Girón, que se ha hecho coincidir con la Semana Santa; es frecuente el vandalismo y el robo de elementos vitales en Iglesias, corno amplificadores, pantallas, etc., actos éstos sospechosamente tolerados por el régimen. Padre Loredo: gobierno comunista tiene infiltrados en la Iglesia de Cuba Fray Miguel Angel Loredo OFM, en su libro-entrevista “Después del Silencio” —donde narra sus diez años como preso político «plantado» en las mazmorras castristas y da antecedentes inéditos sobre el compromiso del Episcopado cubano con el régimen— señala casos de infiltración de la policía comunista en la Iglesia cubana. Cita, por ejemplo, el hecho concreto de un agente que ingresó como seminarista al Seminario de San Carlos, en La Habana, abandonándolo un tiempo después, al parecer ya cumplida determinada misión. El Padre Loredo comenta que “el gobierno tuvo la desfachatez de premiarlo a bombo y platillo” por su acción. Y agrega: “Nosotros tenemos incluso muchos testimonios de laicos a los que se intentó reclutar para esta labor. Yo sé de varios. Y algunos se vieron obligados a ceder, sufriendo luego los traumas morales explicables”.13 Algo que el mundo no sabe: presiones, chantajes y hasta golpizas a sacerdotes... El entrevistador pregunta al Padre Loredo: “¿Has sabido de presiones del gobierno cubano a sacerdotes?” ¡Cómo no! —responde con énfasis el sacerdote franciscano. Puedo citar incluso algunos nombres que ya están fuera de Cuba”. Y agrega que “la lista es larga”. “Sí, muy larga. Y no sólo han presionado, sino también chantajeado a muchísimos sacerdotes. Se les ha amedrentado. Se ha dado el caso que los han invitado de una forma obligatoria a participar en un crucero marítimo, en que no saben ni a dónde los llevan, ni dónde están, y en plano medio amigable, medio amenazante, sin tierra a la vista, les reclamaban y exigían neutralidad”. El religioso cubano denuncia que otros sacerdotes han sido llamados “repetidas veces a Seguridad del Estado a interrogarlos”, y cita como ejemplo lo ocurrido “con un Padre extranjero, unos días antes de la visita del Cardenal O’Connor a Cuba”, en abril de 1988. Se trataba nada menos que del visitador general franciscano para el Caribe, quien fue detenido en la calle por Seguridad del Estado, y obligado a permanecer en su hotel indefinidamente hasta que se le dio la orden de abandonar el país. ...¡y el Episcopado pide para nada divulgar! El diálogo del entrevistador con el Padre Loredo continúa: “Otra cosa, algo que ignora el mundo, algo que no ha publicado jamás un periódico: en Cuba han sido salvajemente golpeados sacerdotes por personas desconocidas, que sabemos pertenecían al gobierno comunista. Y siempre se pidió que estas cosas no se dijeran, que de estas cosas no se hablara, que estas cosas no se mencionaran. — ¿Quién lo pidió? — ¡Hombre!... la Iglesia misma. Ella misma lo pedía porque era mejor crear un silencio ante antecedentes qué podían agravar las relaciones Iglesia-Estado. Siempre ha habido el criterio de «hay que minimizar los problemas, hay que tratar de no crear conflictos, hay que tratar de no dar cuenta de lo que ocurre»”. Lo peor no es ni la infiltración ni las golpizas, sino las amenazas contra el propio rebaño El Padre Loredo aclara que se ha estado refiriendo a “casos recientes”. Y agrega con énfasis que lo peor “no es un asunto de infiltraciones, chantajes o golpizas. Lo verdaderamente grave no son las amenazas contra el propio sacerdote, sino contra su rebaño. Una cosa que desespera a muchos sacerdotes en Cuba es la indefensión de todo un pueblo. Sobre todo la cantidad de personas que vienen a tí a solicitarte ayuda, a plantearte problemas, protección para un hijo detenido injustamente, para un padre expulsado de un centro de trabajo sin que medie ningún tipo de derecho laboral, para un hermano golpeado por turbas gubernamentales (...). O sea, tantos problemas que uno enfrenta en Cuba, producto del propio sistema, de continuas violaciones a la persona humana, violaciones de derechos, derechos, derechos...”14 Peor, bajo ciertos aspectos, que el asesinato físico, el régimen castrista ejecuta un sistemático genocidio espiritual En carta abierta al Cardenal Arns de São Paulo — a propósito de su misiva al “queridísimo Fidel”— tres Obispos cubanos en el exilio expresan categóricamente: “También le recordamos que Cuba padece desde hace 30 años una cruel y represiva dictadura militar en un estado policíaco que viola o suprime constante e institucionalmente los derechos fundamentales de la persona humana”. “Uno de estos aspectos que podría preocupar a Su Eminencia, agregan, es la falta de libertad religiosa en Cuba que afecta especialmente a los católicos”. Carencia de libertad que “se refleja trágicamente en las estadísticas religiosas”, siendo la isla “el único país entre sus hermanos del Caribe y probablemente de la América Latina en general, que en los últimos 30 años ha visto disminuir en cifras absolutas el número de católicos, sacerdotes, religiosos y seminaristas, así como la asistencia a la Misa dominical”. Relacionado con las escandalosas declaraciones del Cardenal Arns, los Obispos del exilio concluyen: “Que sepamos, los Obispos de Cuba, por su parte, han mantenido su acostumbrado silencio”...15 Padre Loredo: Iglesia cubana montada en carro castrista que va hacia el abismo A propósito de la actitud del Episcopado cubano, el Padre Loredo afirma en su ya mencionado libro: “En este carro del gobierno castrista que va al precipicio, está montada la Iglesia cubana. Me preocupa que no se haya alineado, con claridad diáfana, junto a la defensa de los derechos de su pueblo. Porque esa defensa del hombre frente a la violencia de Estado, hay que tratarla de un modo absoluto, y no se justifica el silencio en función de una estrategia o de una actitud programada. Es decir, los derechos no se deben tratar o defender, si conviene o si es oportuno. El mediatizarlos, relativizarlos, colocarlos en un plano de conveniencia política o diplomática transitoria, es hoy, y ante la historia, un fenómeno altamente censurable, independientemente del éxito o no éxito momentáneo de la gestión, que desde el punto de vista evangélico, siempre será una humillante derrota”.16 Notas: 1) En este sentido, informa el “Jornal do Brasil” del 31-12-88: “El hombre ya no hace más cuestión de casarse con una mujer virgen y alrededor del 30% de las jóvenes entre 13 y 18 años tiene, por semana, hasta tres relaciones sexuales con diferentes personas. Y el 13% de esas jóvenes ya practicó abortos, recurriendo para ello a los hospitales del Estado. Los jóvenes suelen casarse, en su mayoría, entre los 18 y 22 años, pero cerca de un año después, el 70% de los casamientos termina en divorcio”. Sobre las tasas de aborto, el “Diario Las Américas” informa, en artículo “Desmienten 70 médicos exiliados en carta a Fidel Castro el mito de la salud en Cuba”, que se ha alcanzado la cifra de 1,3 abortos provocados por cada nacimiento. 2) Boletín del CELAM, 15-4-86, en “Chrétiens de l’Est” N° 51, Tercer Trimestre 1986, supl. N° 11, p. 75. 3) Revista “30 Giorni”, N° 6, junio de 1989, pp. 26-27. 4) Revista “30 Giorni”, N° 1, enero de 1989, p. 34. 5) “El Nuevo Herald”, Miami, 3-7-88. 6) Revista“30 Giorni”, N° 1, enero de 1989. 7) “El Nuevo Herald”, Miami, 12-3-89. 8) Revista “30 Giorni”, N° 6, junio de 1989, p. 24. 9) Año XX, N° 96, pp. 3-4. 10) Junta Patriótica Cubana, Area Metropolitana de Washington, 28-9-89. 11) 7-4-90, artículo de Lucy Conger, desde Cuba. 12) Revista “Ideal”, Miami, edición extraordinaria, septiembre de 1987. 13) Ediciones DAC, Miami-San Juan, 1988, p. 144. 14) “Después del Silencio”, pp. 142 a 145. 15) “Diario Las Américas”, Miami, 11-5-1989 16) “Después del Silencio”, p. 148. |