Juan Gonzalo Larrain Campbell
Plinio Corrêa de Oliveira:
Previsiones y Denuncias en defensa de la Iglesia y de la civilización cristiana |
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Génesis y diagnóstico de algunos aspectos de la psicopatía contemporánea [1]
El estado neuro-psicopático del mundo actual diagnosticado en sus causas próximas y remotas por Plinio Corrêa de Oliveira
Una persona se suicida en el mundo cada 30 segundosLa agencia AFP del 10 de septiembre de 2007, da la siguiente noticia: Ginebra – “Cerca de 3.000 personas se suicidan por día en el mundo, una cada 30 segundos, alertó este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS) ... Por cada persona que acaba con su propia vida, por lo menos otras 20 fracasan en la tentativa. La Organización destacó que el trauma emocional que causa un suicidio en el medio familiar o de los amigos del suicida, sea fracasado o concretizado, puede durar varios años. ‘El porcentaje de suicidios aumentó el 60% en el mundo durante los últimos 50 años y el aumento más fuerte se registró en los países en desarrollo’, agregó la Organización. Actualmente el suicidio es la tercera causa de mortalidad entre los 15 y los 34 años, aunque la mayoría de los suicidios es cometido por adultos. (...)” * * * Si a este hecho clamoroso, el lector junta la tensión creciente en todos los ambientes, fruto de asaltos, secuestros, crisis económicas, difusión de las drogas, destrucción de la familia etc., se explica que uno de los elementos dominantes del mundo contemporáneo sea una neurosis psicopática generalizada. Un análisis superficial, hecho por cada uno, sobre lo que pasa dentro de sí y alrededor de sí, hace tan evidente lo que afirmamos que dispensa toda prueba. * * * Nuestro objetivo en este artículo es citar algunos textos del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en los cuales señala los orígenes de esta situación con gran antecedencia.
Psicosis causadas por la excitación de las grandes ciudadesAsí, por ejemplo, él afirmaba en junio de 1955, cuando la TV apenas empezaba a implantarse: “Todos los sociólogos deploran la exagerada concentración demográfica en los grandes centros modernos. Y señalan como una de las razones de este hecho, la atracción que las diversiones de las ciudades muy desarrolladas ejercen sobre el alma simple del hombre de campo. “Iluminación pública espléndida, zona comercial muy movida de día, decorada con vitrinas resplandecientes en la noche, cines con anuncios seductores, boates, confiterías, restaurantes, bares con la radio violentamente sintonizada y reluciente de luces, en fin atracciones para todos los gustos, todos los bolsillos, todos los vicios. Es el cuadro hoy ya trivial, de la megalópolis moderna, de que Río de Janeiro y São Paulo nos ofrecen un ejemplo típico. Las atracciones de este tipo son hechas para excitar, arrebatar, poner en desvarío a las personas. Ellas crean una sed de placeres siempre más violentos, emociones siempre más fuertes, vibraciones siempre más intensas. Y es así que “descansa” un pobre hombre que trabajó esforzadamente todo el día. La distensión de los placeres castos y calmos del hogar, o de una vida razonable, temperante, tranquila, a los viciados en excitaciones, de las megalópolis, les parecen de un tedio insoportable. Y, así, sólo divierten la intemperancia, la excitación y el vicio. ¿Es de sorprender que en ese ambiente sean tantos los pecados, tan terribles las psicosis?...” [2]. Vibraciones que conducen a la psicosis A continuación, en el mismo artículo analiza la excitación nerviosa en que se colocan ciertos jóvenes oyendo jazz. Y concluye: “ Ahí está una manifestación extrema de un hecho psicológico que en proporciones más discretas es común. Si así se vibra con un jazz, ¿qué decir de las vibraciones provocadas por el cine, por la radio, por el deporte? ¿No es precisamente así que las almas acaban perdiendo el gusto por el hogar y por el trabajo, o terminan cayendo en la psicosis? ...” [3] Emotividad, fantasía, arbitrariedad: camino para la barbarie En el mismo sentido, describiendo la emotividad causada por los Beatles en una escena de la década del 60 afirmaba: “ Emotividad paroxística, desligada de toda motivación racional y de todo control de la voluntad, fantasía suelta, arbitrariedad y capricho erigidos en suprema regla de vida: he aquí el triste fundamento de un estado mental y nervioso enteramente desequilibrado. “No se piense ni por un instante que se trata de casos aislados. Por todas partes en el mundo se van multiplicando escenas iguales o análogas a éstas, atestiguando que estamos en presencia de una oleada de desequilibrio, que barre a la humanidad en proporciones cada vez más amplias. “¿A dónde nos llevará esto? No es difícil responder: a la barbarie.” [4]
Olvido de la moral inclusive en los medios católicosY prosigue: “¿Y de qué resulta ella? De una educación sin base religiosa seria, en la cual la moral católica está olvidada. “Tal olvido es más frecuente de lo que se piensa. Él no ocurre solamente en los hogares donde nunca se habla de Jesucristo, de Nuestra Señora y de la Santa Iglesia. Ocurre también en hogares donde se conservan apariencias cristianas, pero donde la educación es pagana de modo visceral. “Esa educación tiene mil modalidades. Pero, a título de documentación sobre una de esas variantes —y tan frecuente— reproducimos aquí un conjunto de reglas muy finamente recogidas, que un cronista de “O Globo” reprodujo de la revista norteamericana “Unitas” con el título ‘Como se hace un play boy’:
El papel del “progreso” en el itinerario de la catástrofePara ilustrar con mayor claridad las raíces remotas del caos psico-neurótico de que estamos tratando, agregamos algunos trechos de un artículo de Plinio Corrêa de Oliveira publicado en 1931. ¡Hacen casi 80 años! “... Se habla mucho de nuestro progreso. El siglo XX, que fue en su primera década una comedia, se transformó bruscamente en una tragedia larga y sangrienta, que está lejos de haber llegado a su fin. “Todavía una larga serie de lances dolorosos nos separa del desenlace fatal de la lucha de tantos elementos que se chocan hoy en día. Y, como en todo ambiente verdaderamente propicio para las tragedias, podemos distinguir en nuestra época grandes vicios. “Nuestra civilización material es soberbia. El hombre conquistó los aires, y puede indagar los secretos del fondo del mar. Suprimió las distancias. Voló... Nuestras fábricas tienen aparatos que pueden doblar como alfileres las más fuertes barras metálicas. “Sin embargo, nuestra mentalidad padece precisamente del mal contrario. En vez de doblar las barras de metal, como si fueran alfileres, el alma del hombre moderno se siente débil en relación a los alfileres de los menores sacrificios morales, como si fueran barras de metal. “Nuestras aspiraciones son contradictorias. Como niños que jugasen en una sala, los hombres hoy quiebran, inconsciente y estúpidamente, los últimos bibelots y joyas que nos quedan de nuestra verdadera civilización. “La mecánica es utilizada para la destrucción y para la guerra. La química no interesa solamente a los hospitales, sino a las fábricas de gases asfixiantes. Los tóxicos no tienen sólo el uso de laboratorio; alimentan también los vicios de una generación inepta para la vida, que procura evadirse de la realidad en las regiones siempre nuevas del sueño y de la fantasía. La máquina, después de haber devorado las tradiciones del pasado, devora actualmente las esperanzas del futuro. La producción ya no tiene proporción con el consumo. Todo se desajusta, todo se disgrega. Y el hombre de nuestros días recién comienza a percibir que, al lado de los frutos amenos de una civilización material rica en comodidades refinadas, también brotan los frutos amargos de un sibaritismo llevado al auge por las propias armas que forjó la civilización …” [6].
El proceso que elaboró la Sodoma electrificada de hoyY continúa: “...Llegó el momento de que indaguemos las verdaderas causas de tal desastre. Ha llegado la ocasión de que examinemos con cuidado nuevamente la Historia, no como un pasto para fantasías y utopías liberales, sino como un laboratorio en cuyos hechos y accidentes, como en retortas y alambiques, se elaboró el presente. Y llegó el momento en que nosotros, católicos, debemos proclamar y demostrar la gran verdad de la que nos proviene, como de una fuente única, la salvación: el progreso, en su acepción moral más elevada, y en sus manifestaciones materiales legítimas, proviene directamente de la Iglesia. El cortejo de vicios, de errores, de torpezas que él arrastró atrás de sí, provino de un verdadero retroceso a la barbarie, que se procesó en el Renacimiento. Y esto porque el Renacimiento fue bárbaro, como es bárbara la condición primitiva de vida de los hotentotes [7]. Efectivamente, es una tendencia esencial a la civilización hacer cada vez más perfecta la vida de las colectividades humanas. “Bárbaro, por tanto, e incivilizado, es el hombre que no gobierna sus instintos y que así se vuelve inepto para la vida social. Que este desgobierno de los instintos se cubra con los encajes y sedas de los sibaritas, o que ostente sólo la tanga de los polinesios o de los hawaianos, hay en esto sólo una cuestión de escenario. Más civilizada seria una nación sin encajes ni sedas, sin tranvías ni telégrafos, pero en la cual la moralidad reinase, que una Sodoma electrificada en todas sus manifestaciones vitales, pero podrida en todas las vigas de su estructura moral” [8]. Profetizada la ruina de esta civilizaciónCon Fe inquebrantable Plinio Corrêa de Oliveira, profetiza la ruina de esta civilización: “El cimiento de toda civilización es la moralidad. Y cuando una civilización se edifica sobre los cimientos de una moralidad frágil, cuanto más ella crece, tanto más se aproxima de la ruina. Es como una torre que, asentándose sobre cimientos insuficientes, se convertirá en ruinas cuando llegue a cierta altura. Cuanto más se sobreponen unos pisos a otros, tanto más próxima está su ruina. Y cuando los escombros que llenaren la tierra hayan demostrado la debilidad del edificio, ciertamente los arquitectos de torres de Babel envidiarán la casa de anchos cimientos y de número limitado de pisos, que desafía las intemperies y se ríe del tiempo. “El trabajo que la humanidad ha hecho desde el siglo XIV consistió en debilitar los cimientos y aumentar el número de pisos...” [9]. * * * Concluimos este artículo afirmando que fue parte capital de la misión de Plinio Corrêa de Oliveira denunciar, desde el comienzo de su vida pública la caída de la civilización cristiana, como consecuencia del proceso revolucionario, y por la falta de la debida reacción de las autoridades eclesiásticas y temporales, no sólo de Brasil sino de todo Occidente, en relación al referido proceso. No hubo discurso, conferencia, manifiesto, reunión, artículo, libro, conversación, etc., en los que él dejase de cumplir esa misión providencial. Los hechos ahí están. ¡Juzgue el lector! * * * Es necesario agregar que nunca en su vida —al mismo tiempo que anunciaba la catástrofe¾ él dejó de indicar los caminos teóricos y prácticos para evitarla, ni de manifestar también una certeza absoluta en la victoria final de Nuestra Señora. Que estas líneas sirvan al lector para que, siguiendo el ejemplo del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, deteste la apostasía, persevere durante el castigo previsto por Nuestra Señora en Fátima y confíe en el triunfo de su Inmaculado Corazón. NOTAS [1] Este artículo es inédito. [2] Catolicismo, junio de 1955, Prazeres que conduzem à psicose, distrações que preparam para o trabalho. [3] Idem. [4] Catolicismo, mayo de 1966. Como se chegou a isto? [5] Idem. [6] Legionário, no. 87 de 27-9-1931, Catolicismo e Civilização. [7] Hotentotes: raza de África Austral, de pastores que se visten con pieles de animales. [8] Legionário, no. 87 de 27-9-1931, Catolicismo e Civilização. [9] Idem. |