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Parte III
Cuando las TFPs suman sus esfuerzos
Sección Primera Tres libros de Plinio Corrêa de Oliveira de amplia difusión internacional
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1959 REVOLUCION Y CONTRA-REVOLUCION
fuente
de inspiración, programa de vida
El más terrible enemigo de la civilización cristiana es la Revolución multisecular. Su causa profunda es una explosión de orgullo y sensualidad inspiradora de cuatro grandes revoluciones que disgregan al mundo moderno: la Pseudo-Reforma protestante, la Revolución de 1789, el Comunismo y la Revolución nacida del mayo del 68 francés. La lucha contra la Revolución es, pues, el denominador común de todas las campañas y otras actividades de las TFPs. * * * Si consideramos en su conjunto a las TFPs, llama la atención la diversidad de su incesante acción. En las páginas de este libro están consignadas las campañas de las TFPs contra el comunismo, el socialismo, la izquierda católica, el permisivismo moral y varios otros ismos, así como sus actividades culturales y filantrópicas. Pero por ninguno de estos ismos ellas pueden ser definidas. Sería exagerado afirmar que las TFPs son entidades específicamente antisocialistas, anticomunistas o antiprogresistas. Se dirá, entonces, que tienen una pluralidad de fines. En realidad, en la perspectiva en que se colocan, todos esos campos de acción tienen un común denominador que es el objetivo siempre en vista de las TFPs. ¿Cuál es ese denominador común que da unidad a actividades y campañas a veces tan dispares? La respuesta a esta pregunta se encuentra en el libro Revolución y Contra-Revolución del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Publicado originariamente en "Catolicismo", en abril de 1959, ya han sido hechas 2 ediciones en portugués, 5 en español, 3 en italiano, 2 en inglés, 2 en francés, y fue reproducido íntegramente en revistas de España y Chile, con un total de 94.000 ejemplares. Fue también transcrito parcialmente en revistas de Europa, América y Africa (1).
En este estudio, el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira muestra que ciertas fuerzas y corrientes de pensamiento se conjugaron, a partir del siglo XV, para destruir a la Iglesia Católica, eliminar toda nota cristiana de la cultura y de la civilización occidental, y barrer así de la faz de la tierra los frutos de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo. Fundamentalmente, estas fuerzas manipulan el orgullo y la sensualidad, pasiones desordenadas del hombre, empleando sofismas, maquinaciones políticas, presiones económicas, persecuciones sociales, etc., a fin de realizar su obra demoledora. Es lo que el autor llama Revolución. La primera gran explosión colectiva de esas pasiones se produjo en el siglo XV con el Humanismo renacentista. La admiración fanática por la cultura greco-romana introdujo modos de vida naturalistas y hedonistas en la Europa cristiana. Quedaba preparado el terreno para la eclosión del protestantismo en el siglo XVI, que, inspirado por el orgullo, comenzó a negar la autoridad suprema del Papa, de los obispos y en ciertos lugares hasta la de los sacerdotes. La sensualidad, por su parte, lo llevó a suprimir el celibato sacerdotal, introducir el divorcio y liberalizar las costumbres. El fermento de estos factores acumulados provocó otra explosión: la Revolución Francesa de 1789. Esta segunda revolución, que proclamó la trilogía Libertad, Igualdad, Fraternidad, abrió el camino para imponer transformaciones en la estructura jerárquica del Estado y en la sociedad, análogas a aquéllas que había introducido el protestantismo en el campo religioso. El igualitarismo que la Revolución Francesa difundió universalmente no tardó en alcanzar la última esfera del orden cristiano aún más o menos intacta: el dominio económico. Así, los gérmenes del socialismo utópico fueron desarrollándose en el curso de los siglos XIX y XX hasta producir la tercera gran explosión: la revolución comunista, que se apoderó de Rusia en 1917. Esta revolución materialista, atea e igualitaria, sin haber terminado su expansión mundial, ya ha dado origen a una cuarta. Esta constituye un fenómeno complejo, que persigue la disgregación total del Estado —para substituirlo por miríadas de corpúsculos sociales autogestionarios— y la reforma del propio hombre, el cual, freudianamente liberado de todo freno, podrá vivir dando libre curso a sus instintos. Una sociedad completamente igualitaria y anárquica es el objetivo del proceso revolucionario, muy sumariamente descrito aquí. Revolución y Contra-Revolución demuestra que esta gran revolución global, cuya fase final presenciamos, no es tanto un fenómeno político o sociológico, como, sobre todo, una transformación de carácter moral y religioso que abarca todos los aspectos de la personalidad humana. El germen revolucionario penetra, al mismo tiempo, en la Iglesia y en el Estado, en las costumbres, en el arte, en la cultura, en el orden político y socioeconómico. Frente al Moloch revolucionario, la Contra-Revolución —como el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira la concibe— es mucho más que la tesis de un libro: es un ideal que invita al hombre moderno a rechazar en bloque la Revolución laicista e igualitaria y a restaurar en sus fundamentos el orden espiritual y temporal cristianos. A muchos esto podrá parecer una utopía, pero no a los hombres de Fe quienes saben que la cooperación con la gracia de Dios opera las grandes resurrecciones de alma de los pueblos; resurrecciones invencibles, pues no hay quien derrote a un pueblo virtuoso y que verdaderamente ame a Dios.
Plinio Corrêa de Oliveira autor de la obra “Revolución y Contra-Revolución”
Volvamos ahora a la pregunta inicial. ¿Cuál es el común denominador de campañas tan diversas, ya sea en sus objetivos, ya en sus métodos, que las TFPs realizan en sus respectivos países? Teniendo presente las tesis del libro Revolución y Contra-Revolución la respuesta no es difícil. La Revolución desencadena un caudaloso torrente de acontecimientos de los más diferentes órdenes, que conservan sin embargo entre sí una profunda unidad, ante la cual las TFPs levantan la barrera de la Contra-Revolución. Es natural, pues, que estas asociaciones actúen en distintos campos, con intensidades desiguales y en la medida en que las circunstancias les proporcionen ocasión. Así, pues, la lucha contra la Revolución es el denominador común de todas las actuaciones, campañas y otras actividades de las TFPs. Ejemplifiquemos. Entre la película blasfema de Scorsese y la Reforma Agraria, blancos de grandes campañas de las TFPs, aparentemente nada hay de común. En realidad, ambas preparan a los espíritos para un mismo fin: la aceptación, más próxima o más remota, de una doctrina y una mentalidad revolucionarias globalmente consideradas. Por otra parte, la osadía de las TFPs —una pequeña fuerza en comparación con la Revolución— resulta inexplicable para muchos. No tienen en cuenta que la Revolución, a pesar de ejercer una verdadera fascinación sobre la opinión pública, tiene un talón de Aquiles: la hediondez de su aspecto total. Siempre que su rostro se revela por entero, produce fuertes reacciones de rechazo. Por eso, cuando la ocasión se presenta, las TFPs desenmascaran a la Revolución a fin de exorcizar el maleficio que ésta ejerce sobre sus víctimas. En la multiplicidad de la acción de las TFPs en sus respectivas patrias, no pocos ven, mutatis mutandi, la agilidad que demuestran los guerrilleros para combatir a los ejércitos regulares: "si el enemigo ataca, retrocedo; si retrocede, lo persigo; si para, lo fustigo; si se reagrupa, me disperso" (2). [Leer las cartas de elogio a Revolución y Contra-Revolución de, por ejemplo: Mons. Romolo Carboni, Nuncio Apostólico en Perú (del 24 de julio de 1961); y del P. Anastasio Gutiérrez C. M. F., ex Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Letrán y miembro de la Comisión de Reforma del Código de Derecho Canónico, reputado como uno de los mayores canonistas del siglo XX (del 8 de septiembre de 1993), n.d.c.] Notas 1. "¿Qué pasa?", Madrid; "L'Alfiere", Nápoles; "Lecture et Tradition", Francia; "O Apostolado", Angola, y órganos de las TFPs y entidades afines de España, Estados Unidos, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela. 2. Esta fórmula es de Mao Tse-Tung; pero ya veinte siglos antes el escritor chino Sun Tse decía: "Evita al enemigo cuando esté fuerte; atácalo cuando retroceda; no lo dejes descansar aunque estés fatigado y no esperes que venga a ejercer su venganza". |