Nobleza: una clase social modeladora
del tipo humano, y cuyo sustrato
reside en la fe católica
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El
emperador Francisco José
(1830-1916), hombre símbolo del
Imperio Austro-Húngaro, cuya memoria
e influencia cultural son relevantes
aun hoy en Austria |
En sus alocuciones al Patriciado y a la nobleza
romana, Pío XII se empeña en acentuar que la
nobleza —incluso en nuestros días— no es una
clase que agoniza. Por el contrario, ella debe
permanecer, como todo aquello que tiene su
fundamento en el orden natural de las cosas. Si
los tiempos han cambiado, la nobleza tiene
nuevos encargos, aún mayores y más
diferenciados. Y si tiene más encargos, es
porque tiene mayor actualidad. Cabe notar que
las alocuciones no eran meros discursos de
gentileza, sino directrices dadas por el Papa
después de mucha reflexión, con toda la
responsabilidad de su cargo, y teniendo en vista
las circunstancias concretas de la actualidad.
La función social de la nobleza
El Palacio de Schönbrunn, Viena
Es necesario distinguir la atmósfera política de
la atmósfera social. Después de la instauración
de repúblicas en muchos países de Occidente, la
nobleza, donde ella existía, quedó excluida de
su función política. Le quedó, no obstante, la
función social.
Esa función social consistía en que, siendo la
nobleza reconocida como la más alta clase
social, todo el resto de la sociedad tenía sus
atenciones vueltas hacia ella en lo que respecta
a la moralidad, a las costumbres, a la conducta,
a las modas, en fin, a todo cuanto es vida
social y tipo humano.
Pues
el tipo humano del noble era aquel que
todos juzgaban deber imitar, en la medida en que
subían en la escala social hasta a los estratos
más altos de la burguesía, próximos a la
condición nobiliaria. Cuanto más se iba
enriqueciendo un burgués, más se aproximaba de
la nobleza, y sentía la necesidad de ir
asumiendo el tipo humano del noble, tanto
masculino cuanto femenino.
Esta influencia de la nobleza tiene una gran
importancia, en lo que respecta a la moralidad
pública y a la mentalidad social. Una nobleza
consciente de tal influencia puede modelar la
mentalidad de toda una clase de personas.
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Madame Elisabeth, la hermana más joven
del Rey Luís XVI de Francia, admirada
por su caridad para con los pobres y por
su heroísmo durante la Revolución
Francesa
[para más detalles de su vida
ver
aquí] |
Así, por ejemplo, si en las reuniones sociales
de la clase noble no se baila rock, esto
representa un freno para detener su difusión en
la sociedad, e impedir así que ella camine aún
más en el sentido revolucionario.
En un ambiente de personas respetadas y acatadas
—donde no se baila rock, porque se considera que
la mentalidad que él expresa y acentúa es una
mentalidad mala— ese rechazo crea en todo el
cuerpo social una resistencia ponderable a la
marcha rumbo a la decadencia y a la degeneración
revolucionarias.
Y ejercer tal influencia es mucho más importante
que ser diputado o senador.
La función social de la nobleza también se debe
hacer notar en el campo de la moda, muy
especialmente con relación a los trajes
femeninos. Preservando siempre la modestia y el
pudor, ellos deben tener un aire de elegancia y
de levedad, que acentúe el carácter femenino y
dé a entender que no debe haber confusión entre
los sexos. Pues a la mujer le corresponde una
delicadeza que no es propia del hombre. La
levedad de la conversación, de la educación y de
los sentimientos de una dama deben marcar su
agradable presencia en cualquier ambiente.
El sentido caballeresco del hombre lo llevó a
tratar al sexo femenino casi como si fuera una
clase más alta, dando a las mujeres la
precedencia habitual en el trato diario: a la
entrada y a la salida, al ocupar asientos, al
ser atendidas primero, etc. Mil pequeñas
circunstancias de la vida respetaban esta
singular superioridad de la mujer, fruto de la
elegantísima actitud del más fuerte que se
inclinaba ante la gracia del más frágil. En ese
sentido, el sexo femenino era tratado como una
verdadera nobleza.
La influencia de la nobleza en las modas
obligaba a una actitud de línea, de corrección y
de cuidado, que el temperamento femenino
habitualmente exige.
El movimiento feminista desarrolló contra el
sexo femenino toda una revolución igualitaria, a
semejanza del movimiento igualitario
revolucionario contra la nobleza, trayendo como
resultado un rebajamiento progresivo de la
mujer. Fue necesario una larga involución, una
larga decadencia en las desigualdades
proporcionadas, para llevar el papel de la mujer
a la deformación en que se encuentra hoy.
Así, aunque sea relevante el comando político de
un país, la dirección social es mucho más
importante. Porque una mala dirección social
hace decaer la moralidad, lo que acarrea la
decadencia de la religión. Y la decadencia de la
religión aniquila a un país. Al contrario, si la
dirección social es buena, todo queda en su
lugar propio, y el país se mantiene y progresa.
Nobleza y fe católica
El emperador
Francisco José asistiendo a la procesion de Corpus
Christi - altar en la Lobkowitzplatz, Viena - (dibujo
de Wilhelm Gause, 1898)
En un país católico, cuando un noble pierde la
fe o pasa a vivir en concubinato, por ejemplo,
debería ser destituido de su alta condición.
"cuando un noble pierde la
fe o pasa a vivir en
concubinato, por ejemplo,
debería ser destituido de su
alta condición"
Ciertos Habsburgo femeninos
crearon sensación pública
con un comportamiento que 'no
era de acuerdo a su rango y
título'; uno de ellos,
el de la princesa
heredera de Saxonia Luise. El
Emperador [Francisco Jose] decidió, entonces:
"En consecuencia, de
ahora en adelante no
usará los títulos ni de
princesa imperial ni de
Infanta de Austria ni de
princesa real de Hungría
y de Bohemia, ni llevará
su escudo archiducal
hereditario con los
emblemas archiducales.
Asimismo, ya no tiene
derecho al título de
Alteza Imperial y real,
y perderá todos...
derechos honoríficos en
el futuro".
Emperador Francisco José
en carta de 20 de enero
de 1903, referente a la
suspensión de Luise.
[Ref.:
The World of the
Habsburgs]
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Pues los que poseen la verdadera fe católica
saben que la principal nobleza del hombre —en su
sentido más profundo— es ser católico, es ser
bautizado. De modo que, al abandonar la Iglesia,
el noble pierde el carácter de nobleza según esa
acepción plena. Él y también sus descendientes,
pues nadie transmite lo que no tiene. La nobleza
deriva de un carácter que el noble posee. Puede,
sin embargo, un no católico poseer trazos de
nobleza, a veces considerables, pero jamás
abarcará la plenitud de la nobleza, la cual
supone la fe católica.
Existen incontables maneras de ser noble. El
universo es una verdadera corte repleta de
elementos desiguales, porque unos tienen más
nobleza en su ser y otros la tienen menos,
comprendidos hasta los seres animales y
vegetales. En ese sentido se puede hablar hasta
de “nobleza” de un pavo real o de un cisne.
No se puede decir que Dios posee cualidades o
perfecciones, pero teológicamente se dice que Él
es toda y cualquier cualidad o perfección. Los
seres nobles recibieron esa cualidad del
Creador, porque nadie tiene algo en su propio
ser que no lo haya recibido de Él. Dios no es el
noble por excelencia, sino que es la propia Nobleza.
La Corona
Imperial de Austria
NOTAS
[1] Comentarios del autor a su obra
Nobleza y élites tradicionales análogas en las alocuciones
de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana
a socios y cooperantes de la TFP en 6-11-1992
en São Paulo. Resumen y adaptación para
publicación por la revista
"Catolicismo"
N°
543, marzo de 1996.
Traducción al español por "El
Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fe" |