Plinio Corrêa de Oliveira

Nobleza: función social y

sustentación religiosa

 

"Santo del Día", 6 de noviembre de 1992 [1]

  Bookmark and Share

A D V E R T E N C I A

Este texto es transcripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.

Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:

“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

Nobleza: una clase social modeladora del tipo humano, y cuyo sustrato reside en la fe católica

 

El emperador Francisco José (1830-1916), hombre símbolo del Imperio Austro-Húngaro, cuya memoria e influencia cultural son relevantes aun hoy en Austria

 

En sus alocuciones al Patriciado y a la nobleza romana, Pío XII se empeña en acentuar que la nobleza —incluso en nuestros días— no es una clase que agoniza. Por el contrario, ella debe permanecer, como todo aquello que tiene su fundamento en el orden natural de las cosas. Si los tiempos han cambiado, la nobleza tiene nuevos encargos, aún mayores y más diferenciados. Y si tiene más encargos, es porque tiene mayor actualidad. Cabe notar que las alocuciones no eran meros discursos de gentileza, sino directrices dadas por el Papa después de mucha reflexión, con toda la responsabilidad de su cargo, y teniendo en vista las circunstancias concretas de la actualidad.

La función social de la nobleza

El Palacio de Schönbrunn, Viena

Es necesario distinguir la atmósfera política de la atmósfera social. Después de la instauración de repúblicas en muchos países de Occidente, la nobleza, donde ella existía, quedó excluida de su función política. Le quedó, no obstante, la función social.

Esa función social consistía en que, siendo la nobleza reconocida como la más alta clase social, todo el resto de la sociedad tenía sus atenciones vueltas hacia ella en lo que respecta a la moralidad, a las costumbres, a la conducta, a las modas, en fin, a todo cuanto es vida social y tipo humano.

Pues el tipo humano del noble era aquel que todos juzgaban deber imitar, en la medida en que subían en la escala social hasta a los estratos más altos de la burguesía, próximos a la condición nobiliaria. Cuanto más se iba enriqueciendo un burgués, más se aproximaba de la nobleza, y sentía la necesidad de ir asumiendo el tipo humano del noble, tanto masculino cuanto femenino.

Esta influencia de la nobleza tiene una gran importancia, en lo que respecta a la moralidad pública y a la mentalidad social. Una nobleza consciente de tal influencia puede modelar la mentalidad de toda una clase de personas.

Madame Elisabeth, la hermana más joven del Rey Luís XVI de Francia, admirada por su caridad para con los pobres y por su heroísmo durante la Revolución Francesa [para más detalles de su vida ver aquí]

Así, por ejemplo, si en las reuniones sociales de la clase noble no se baila rock, esto representa un freno para detener su difusión en la sociedad, e impedir así que ella camine aún más en el sentido revolucionario.

En un ambiente de personas respetadas y acatadas —donde no se baila rock, porque se considera que la mentalidad que él expresa y acentúa es una mentalidad mala— ese rechazo crea en todo el cuerpo social una resistencia ponderable a la marcha rumbo a la decadencia y a la degeneración revolucionarias.

Y ejercer tal influencia es mucho más importante que ser diputado o senador.

La función social de la nobleza también se debe hacer notar en el campo de la moda, muy especialmente con relación a los trajes femeninos. Preservando siempre la modestia y el pudor, ellos deben tener un aire de elegancia y de levedad, que acentúe el carácter femenino y dé a entender que no debe haber confusión entre los sexos. Pues a la mujer le corresponde una delicadeza que no es propia del hombre. La levedad de la conversación, de la educación y de los sentimientos de una dama deben marcar su agradable presencia en cualquier ambiente.

El sentido caballeresco del hombre lo llevó a tratar al sexo femenino casi como si fuera una clase más alta, dando a las mujeres la precedencia habitual en el trato diario: a la entrada y a la salida, al ocupar asientos, al ser atendidas primero, etc. Mil pequeñas circunstancias de la vida respetaban esta singular superioridad de la mujer, fruto de la elegantísima actitud del más fuerte que se inclinaba ante la gracia del más frágil. En ese sentido, el sexo femenino era tratado como una verdadera nobleza.

La influencia de la nobleza en las modas obligaba a una actitud de línea, de corrección y de cuidado, que el temperamento femenino habitualmente exige.

El movimiento feminista desarrolló contra el sexo femenino toda una revolución igualitaria, a semejanza del movimiento igualitario revolucionario contra la nobleza, trayendo como resultado un rebajamiento progresivo de la mujer. Fue necesario una larga involución, una larga decadencia en las desigualdades proporcionadas, para llevar el papel de la mujer a la deformación en que se encuentra hoy.

Así, aunque sea relevante el comando político de un país, la dirección social es mucho más importante. Porque una mala dirección social hace decaer la moralidad, lo que acarrea la decadencia de la religión. Y la decadencia de la religión aniquila a un país. Al contrario, si la dirección social es buena, todo queda en su lugar propio, y el país se mantiene y progresa.

Nobleza y fe católica

 

El emperador Francisco José asistiendo a la procesion de Corpus Christi - altar en la Lobkowitzplatz, Viena - (dibujo de Wilhelm Gause, 1898)

En un país católico, cuando un noble pierde la fe o pasa a vivir en concubinato, por ejemplo, debería ser destituido de su alta condición.

"cuando un noble pierde la fe o pasa a vivir en concubinato, por ejemplo, debería ser destituido de su alta condición"

Ciertos Habsburgo femeninos crearon sensación pública con un comportamiento que 'no era de acuerdo a su rango y título'; uno de ellos, el de  la princesa heredera de Saxonia Luise. El Emperador [Francisco Jose] decidió, entonces:

"En consecuencia, de ahora en adelante no usará los títulos ni de princesa imperial ni de Infanta de Austria ni de princesa real de Hungría y de Bohemia, ni llevará su escudo archiducal hereditario con los emblemas archiducales. Asimismo, ya no tiene derecho al título de Alteza Imperial y real, y perderá todos... derechos honoríficos en el futuro".

Emperador Francisco José en carta de 20 de enero de 1903, referente a la suspensión de Luise.

[Ref.: The World of the Habsburgs]

 

Pues los que poseen la verdadera fe católica saben que la principal nobleza del hombre —en su sentido más profundo— es ser católico, es ser bautizado. De modo que, al abandonar la Iglesia, el noble pierde el carácter de nobleza según esa acepción plena. Él y también sus descendientes, pues nadie transmite lo que no tiene. La nobleza deriva de un carácter que el noble posee. Puede, sin embargo, un no católico poseer trazos de nobleza, a veces considerables, pero jamás abarcará la plenitud de la nobleza, la cual supone la fe católica.

Existen incontables maneras de ser noble. El universo es una verdadera corte repleta de elementos desiguales, porque unos tienen más nobleza en su ser y otros la tienen menos, comprendidos hasta los seres animales y vegetales. En ese sentido se puede hablar hasta de “nobleza” de un pavo real o de un cisne.

No se puede decir que Dios posee cualidades o perfecciones, pero teológicamente se dice que Él es toda y cualquier cualidad o perfección. Los seres nobles recibieron esa cualidad del Creador, porque nadie tiene algo en su propio ser que no lo haya recibido de Él. Dios no es el noble por excelencia, sino que es la propia Nobleza.

La Corona Imperial de Austria


NOTAS

[1] Comentarios del autor a su obra Nobleza y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana a socios y cooperantes de la TFP en 6-11-1992 en São Paulo. Resumen y adaptación para publicación por la revista "Catolicismo" N° 543, marzo de 1996. Traducción al español por "El Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fe"