San Elías que con fuego, ardía en celo por
Dios y por la verdadera religión
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La Orden Carmelita, la más antigua
comunidad religiosa consagrada de
modo especial a Nuestra Señora, tuvo
como cuna el Monte Carmelo
(Palestina), y como padre espiritual
al Profeta Elías (980 a. C.)
El día 16 de julio celebramos los
767 años de la entrega, por parte de
la Santísima Virgen María, del
Escapulario del Carmen a San Simón
Stock, en el año de 1251. Pero el
origen de la Orden del Carmelo es
mucho más remoto; fue fundada por el
Profeta Elías, quien casi nueve
siglos antes del nacimiento de la
Virgen Santísima ya prestaba culto a
aquella que vendría a ser la Madre
del Mesías.
En conmemoración de esta gran fiesta
carmelita, transcribimos a
continuación una apreciación sobre
Elías, pater et dux carmelitarum
(Padre y jefe de los carmelitas),
extraída de una exposición
pronunciada el 27-10-90 por Plinio
Correa de Oliveira - él mismo,
durante muchos años, miembro de
la Orden Tercera del Carmen, del Sodalicio Virgo Flos Carmeli. La
Orden Tercera congrega a los laicos,
mientras que la Primera congrega a
los Sacerdotes y la Segunda, a las
monjas. |
San Elias - Iglesia de San Jose -
Madrid |
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El Prof. Plinio
comenta el siguiente trecho del
renombrado exegeta y teólogo jesuita
Pe. Cornélio a Lápide:
"Después del reinado de Salomón,
entre los héroes e ilustres varones
de Israel se volvió eminente Elías,
que extinguió con su celo y fuerza
de alma, la idolatría y la impiedad
introducidas por Salomón… Dios
suscitó a Elías que, como fuego,
ardía en celo por Dios y por la
verdadera religión... Efectivamente
el celo de Elías mató más idólatras
de los que convirtió” (Comentario
sobre el Scripturam Sacram, in
Ecclesiasticum, XLVIII, 1).
Quien ama a Dios, odia y combate a
sus adversarios
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San Elias acabando con los
profetas de Baal ayudado por
un ángel - grabado de Julius
Schnorr von Carolsfeld |
“Está en el espíritu de los hombres
con mentalidad centrista decir que
es más propio del católico construir
que destruir. Por tanto, también es
más propio el convertir de que
combatir. Y por causa de esto, más
vale la pena tener un espíritu de
conciliación, de amabilidad, de
afabilidad, un espíritu de
confusión, de entrega — porque da en
ello — y no combatir al adversario
como debe ser combatido.”
"Esta fue una objeción que se ha
hecho muchas veces contra ‘El
Legionario’ [antiguo periódico
católico dirigido por Correa de Oliveira en las
décadas de 30/40] y contra
“Acción Católica” en el tiempo
en que yo las presidía.
Infelizmente, en aquella época
yo no conocía a Cornelio A.
Lápide. Pero Cornelio, cuya
autoridad hace ley, trata de eso
perfectamente bien y elogia a
Elías: mató más idólatras de los
que convirtió.”
“Alguien podría decir: ‘pero no
sé cómo justificar ese elogio a
Elías, porque ¿no es mejor
convertir de que combatir?”
“Yo respondo: ¡es evidente! Si
se puede convertir una persona
por un buen argumento, en vez de
arrancarle la cabeza con la
espada, se debe preferir
convertir a esa persona. Eso es
una cosa que entra por los ojos,
es necesario ser un bárbaro para
no pensar así. Pero la cuestión
es que hay numerosos casos de
personas que quedan esparciendo
el mal de todos los modos, y
que, si no se convirtiesen, es
necesario combatirlas*, porque
de lo contrario haría un mal a
los otros.”
“En las épocas de mucha maldad,
de mucha decadencia, los
corazones de los hombres se
vuelven duros, se vuelven
refractarios a cualquier
argumento, a cualquier buena
acción, y pasan a esparcir el
mal. Para impedir que ellos
continúen diseminando el mal —
por tanto, por odio al mal que
ellos hacen y por amor a los
buenos que ellos van perdiendo —
es necesario combatirlos. No hay
otro remedio.”
“El culpable de la represión no
fue Elías, fue Salomón, que
favoreció al pecado, que
introdujo al pecado en el seno
de Israel. Entonces, si un
centrista queda indignado con la
severidad de Elías, podemos
refutarle diciendo: indígnese
con el crimen de Salomón. Elías
fue el médico, fue el cirujano
que, por medio de la amputación,
corto la gangrena que Salomón
había inculcado en Israel. ¡Esa
es la cuestión!”
NOTAS:
[1]
Excerpta
de conferencia del Prof. Plinio Corrêa
de Oliveira a socios y cooperadores de la TFP en
27 de octubre de 1990.
Originalmente publicado en
"Catolicismo",
Julio de 2001.
Traducción y adaptación por
"Tradición
y
Acción". |