Excerpta de conversación de 12 de septiembre de 1974
[1]
A D V E R T E N C I A
Este texto es
trascripción de cinta grabada con la conferencia del
profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios
y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo
coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna
revisión del autor.
Si
el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros
sin duda pediría que fuera colocada una explícita
mención a su filial disposición de rectificar cualquier
eventual discrepancia en relación al Magisterio
inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con
sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso
estado de espíritu:
“Católico
apostólico romano, el autor de este texto se somete con
filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa
Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera
en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y
categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución”
y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el
sentido que se les da en el libro “Revolución
y Contra-Revolución”, cuya primera edición
apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”,
en abril de 1959.
El Evangelio de San Lucas
nos relata la embajada del
Ángel Gabriel a la Santísima
Virgen, de cuyo “Sí”
dependió nuestra Redención.
Un aspecto poco conocido de la
personalidad de la Santísima
Virgen es la elevación
insondable de su pensamiento y
de su contemplación.
San Juan Eudes recuerda que en
el principio existían las tres
personas de la Santísima
Trinidad, pero no la naturaleza
humana de Nuestro Señor
Jesucristo.
Nuestra Señora estudiaba las
Sagradas Escrituras para saber
como sería el Mesías, pues
deseaba ardientemente que el
Mesías viniese pronto.
Así, Ella llegó a imaginar como
sería Nuestro Señor y, en el
momento en que ella lo concibió
por la inteligencia, por el
amor, y tuvo el deseo de ser la
esclava de quien fuese su Madre,
en ese momento el Angel Gabriel
la invitó a serlo.
Explica entonces San Juan Eudes,
que Ella fue dos veces Madre de
Nuestro Señor Jesucristo: en
primer lugar, madre porque Ella
lo concibió, por la inteligencia
y por el amor; como Ella debería
ser, en segundo lugar, Madre
porque lo engendró en su seno
virginal.
El Evangelio de San Lucas nos
relata la embajada del Ángel
Gabriel a la Santísima Virgen,
de cuyo “Sí” dependió nuestra
Redención.
A la luz de las consideraciones
de San Juan Eudes toman un nuevo
aspecto.
"Estando ya Isabel en su sexto
mes, envió Dios al ángel Gabriel
a Nazaret, ciudad de Galilea, a
una virgen desposada con cierto
varón de la casa de David,
llamado José; y el nombre de la
virgen era María.
“Y habiendo entrado el ángel a
donde ella estaba, le dijo: Dios
te salve, ¡oh llena de gracia!,
el Señor es contigo; bendita tú
eres entre todas las mujeres.
“Al oír tales palabras la Virgen
se turbó, y se puso a considerar
qué significaría tal saludo.
“Mas el ángel le dijo: ¡Oh
María!, no temas, porque has
hallado gracia en los ojos de
Dios.
“Sábete que has de concebir en
tu seno, y tendrás un hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús .
“Este será grande, y será
llamado Hijo del Altísimo, al
cual el Señor Dios dará el trono
de su padre David, y reinará en
la casa de Jacob eternamente, y
su reino no tendrá fin.
“Pero María dijo al ángel: ¿Cómo
será eso, pues yo no conozco
varón alguno? El ángel en
respuesta le dijo: El Espíritu
Santo descenderá sobre ti, y la
virtud del Altísimo te cubrirá
con su sombra, por esta causa el
fruto santo que de ti nacerá
será llamado Hijo de Dios.
“Y ahí tienes a tu parienta
Isabel, que en su vejez ha
concebido también un hijo; y la
que se llamaba estéril, hoy
cuenta ya el sexto mes; porque
para Dios nada es imposible.
“Entonces dijo María: He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra. Y en seguida
el ángel desapareciendo se
retiró de su presencia”.
(San Lucas, 26,38)
Una puerta que
nadie podrá
cerrar
En la
Sagrada
Escritura
encontramos
esta
frase:
“porque
fueron
débiles,
yo les
abrí una
puerta
que
nadie
podrá
cerrar”.
Esta
puerta
abierta
para la
flaqueza
del
hombre
contemporáneo
es el
Corazón
Inmaculado
de
María.
En
efecto,
nada
puede
darnos
mayor
confianza,
esperanza
más
fundada,
estímulo
más
seguro,
que la
convicción
de que
en todas
nuestras
miserias,
en todas
nuestras
caídas,
no
tenemos
sólo
mirándonos
con
rigor de
Juez, a
la
infinita
Santidad
de Dios,
sino
también
al
Corazón
lleno de
ternura,
de
compasión
y de
misericordia,
de
Nuestra
Madre
celeste.
Omnipotencia
suplicante,
Ella
sabrá
conseguir
para
nosotros
todo
cuanto
nuestra
flaqueza
pide
para la
gran
tarea de
nuestro
reerguimiento
moral.
Con este
Corazón,
todos
los
terrores
se
disipan,
todos
los
desánimos
se
desvanecen,
todas
las
incertidumbres
se
despejan.
El
Corazón
Inmaculado
de María
es la
Puerta
del
Cielo
abierta
de par
en par
para los
hombres
de
nuestro
tiempo,
tan
extremamente
débiles.
Y esta
puerta
“nadie
la podrá
cerrar”,
ni el
demonio,
ni el
mundo,
ni la
carne.
Plinio
Corrêa
de
Oliveira
in Legionário,
N.º 625,
30 de
julio de
1944
NOTAS
[1] Excerpta de conversación del Prof.
Plinio a socios e cooperadores de la TFP
en 12 de septiembre de 1974. Extraídos
del libro "A INOCÊNCIA PRIMEVA E A
CONTEMPLAÇÃO SACRAL DO UNIVERSO no
pensamento de PLINIO CORRÊA DE
OLIVEIRA",
Parte II, Capítulo 9, 5.