El profesor Plinio escribe una
dedicatoria sobre la mesa de conferencia del auditorio
de la sede del Consejo Nacional de la TFP brasileña,
entonces ubicada a la calle Pará, Sao Paulo
Nota en la
"Circular":
Con autorización de su destinatario, transcribimos a
continuación una carta de
Plinio Corrêa de Oliveira
a un joven cooperador de la TFP
conteniendo consejos sobre vida intelectual
(Octubre,
1960). Estos
consejos pueden ser útiles a todos los que luchan por la
defensa de la verdad.
"El mundo está
lleno de filósofos y de escritores, pero
sólo hay una cosa que justifica la
existencia de unos y otros: la pasión por la
verdad. Sin esta pasión, libros y filosofías
no son más que vanidades, peligrosísimas
vanidades, que encienden el fuego en la
Tierra y atizan las llamaradas del infierno". |
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Mi querido amigo,
¡Salve María!
Leí con mucha simpatía la carta que me envió.
No me lleve a mal si le digo que no pude dejar de
sonreír, al ver que quería ser un hombre como yo. Le
aseguro, con la mayor sinceridad, que no
lograría nada con
esto, muy por el contrario. Si le puedo desear algo
bueno, será exactamente que eso no suceda.
Un ideal propio de perfección
Además, cada
uno de nosotros tiene una personalidad única e
inconfundible, y es llamado por Dios a realizar un ideal
propio de perfección.
De nosotros se exige una fidelidad a la verdad que hay
en nosotros, y que es el único camino para alcanzar la
verdad de todos nosotros.
Sólo la pasión por la verdad justifica la existencia de
filósofos y escritores
A hablar de verdad, llegamos aquí al punto crucial de
todo lo que usted me dice en su carta.
El mundo está lleno de filósofos y de escritores, pero
sólo hay una cosa que justifica la existencia de unos y
otros: la pasión por la verdad. Sin esta pasión,
libros y filosofías no son más que vanidades,
peligrosísimas vanidades, que encienden el fuego en la
Tierra y atizan las llamaradas del infierno.
Quien tiene la pasión de la verdad está dispuesto a
despojarse de sí mismo, sin ninguna restricción.
Sacrificará las más seductoras ideas, los más ingeniosos
sistemas, las más profundas y luminosas elucubraciones,
las más queridas intuiciones, las satisfacciones más
altas de la inteligencia y, por fin, las formulaciones
más cautivantes y las imágenes más estéticamente
felices, para austeramente buscar y manifestar la
verdad, sólo la verdad, que es siempre dura para nuestra
condición humana, por causa de su esencial
trascendencia.
Quien tiene la pasión por la verdad se expone a la
antipatía de los hombres
Y no es sólo eso. La verdad nunca fue muy estimada por
los hombres, siendo positivamente despreciada en
nuestros días.
La verdad es una e inmutable, pero los hombres aman el
espectáculo variado de las apariencias que se suceden;
la verdad es eterna, pero los hombres siguen las modas;
la verdad es seria y los hombres son frívolos; la verdad
señala el deber, mientras que los hombres quieren los
placeres; en fin, la verdad es dura y los hombres no
tienen agallas.
La persecución de los frívolos
Por lo tanto, quien tiene la pasión de la verdad se
expone, necesariamente, a la antipatía de los hombres,
pero preferirá la verdad a los bienes temporales, a la
carrera, al renombre y a la propia reputación.
Será perseguido y acusado por aquellos que prostituyen
la verdad haciendo de ella un simple instrumento de sus
caprichos y codicia.
Pero aún no es todo. La pasión de la verdad puede
llevarlo a ser silenciado por muchos años, mientras los
demás se alzan ante la opinión y la crítica, por su
producción de obras literarias y filosóficas. Él, sin
embargo, permanecerá callado, hasta que surja el único
motivo que lo hará manifestarse: dar testimonio de la
verdad.
Ante lo que acabo de decir, usted podrá replicar que yo,
en lugar de indicar el camino de la filosofía, indiqué
el de la santidad.
Es verdad. Sólo quiero subrayar que, para quien tiene la
vocación de los estudios filosóficos, la perfección
espiritual se llama pasión por la verdad.
Para nosotros, católicos, la verdad no es sólo una
cuestión epistemológica o metafísica, es la Segunda
Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de Dios que
se encarnó para salvarnos.
Y ahora que llegamos a esta altura, podemos derivar las
conclusiones, para responder a las preguntas
particulares que usted me propone en su carta.
Estudiantes
universitarios medievales
La vida intelectual está íntimamente ligada a la
espiritual, y de ella depende
La primera, es que no debe haber distinción entre su
vida espiritual y su vida intelectual.
Una vez que usted dice querer en todo hacer la voluntad
de Dios, y se juzga con vocación para los estudios
filosóficos, entonces no se preocupe con el futuro, ni
como haya de ganar la vida: cumpla minuciosamente sus
deberes y espere en la Providencia. Tenga confianza,
Dios no olvida a aquellos que le sirven.
Sin embargo, Él suele probar la confianza de sus
siervos. Cuando esto le suceda, no se suponga
abandonado: son los caminos normales de la Providencia.
Cuando todo parezca perdido o comprometido, ahí vendrá
la solución.
Sin embargo, no espere soluciones definitivas. Siempre
habrá un cierto margen de incertidumbre y riesgo. Esto
también es necesario, porque Dios quiere que confiemos
sólo en Él, y no en los arreglos humanos.
Por otro lado, no podemos perder de vista que somos
exiliados en este mundo, y que la vida presente es fugaz
y precaria. Por eso no hay, ni debemos desear,
situaciones definitivas en esta Tierra. Debemos vivir de
fe, y la fe necesariamente es oscura, pues tiene por
objeto lo que es invisible e inaccesible a la razón
natural. San Pedro, caminando sobre el mar tempestuoso,
es la imagen de la vida cristiana. Bien sé que este
camino es difícil. Es el camino estrecho de la
salvación, que Nuestro Señor señaló. No hay otro.
Evitar cualquier divorcio entre el pensamiento y la vida
En segundo lugar, en lo que se refiere más directamente
a sus estudios, será necesario evitar cuidadosamente
cualquier divorcio entre el pensamiento y la vida. La
filosofía no puede ser tratada como quien resuelve un
teorema de geometría.
En otras palabras, el filósofo no puede situarse
cómodamente “fuera” de la filosofía, y construirla con
elegancia y desapego. Por el contrario, él, su vida, su
destino, el destino de la humanidad, están visceralmente
comprometidos en el curso que toman las cuestiones
filosóficas. El propio filósofo debe ser el primer
problema filosófico en juego, porque es a través de su
ser de carne y hueso que el filósofo tiene los pies en
la realidad.
Así, el filósofo no sólo debe poseer una inteligencia
aguda y desarrollada, pero es indispensable que tenga
una personalidad rica, pujante, vigorosa, en que toda la
realidad pueda repercutir ampliamente.
Para alcanzar esta dimensión y profundidad de
personalidad, me parece útil que, además de los estudios
propiamente filosóficos, sobre los cuales hablaré
después, usted cultive su espíritu en el contacto de las
grandes obras, en que se expresan ciertas
características fundamentales del alma humana, y cuya
frecuentación produce una ampliación insuperable de la
visión de todos los problemas.
Virgilio, Dante, Shakespeare, los clásicos franceses,
están dentro de esta línea. No es que sean
irreprochables, note bien. Pero en todos ellos corre el
soplo magnífico, que engrandece al hombre.
El papel de la degustación
También no le digo que haga un estudio sistemático de
tales obras. Muy lejos de ello. No se trata de estudiar,
de cumplir una tarea, sino de gustar, saborear. Entre
ellas elegirá la que más le agrade. Igualmente, podrá
variar, deteniéndose en un trecho de una, o en un pasaje
de otra. La libertad es completa. Lo importante es que
sean leídas en el original.
No es sólo la lectura de grandes obras literarias que
conduce al objetivo, sino también la contemplación de la
gran pintura y la audición de la música de los grandes
maestros, como Bach o Haendel. En todo esto, sin
embargo, cada cual debe seguir la propia inclinación, y
quiero más sugerir que influir.
Santo Tomás es más claro que no pocos de sus
comentadores
Llegando ahora a sus estudios, debo decir que comprendo
perfectamente la insatisfacción y perplejidad que le
causan ciertos autores contemporáneos que se presentan
como tomistas. Estos autores ni son verdaderamente
filósofos ni tomistas, y lo mejor que usted podrá hacer,
por el momento, es ponerlos de lado. Ellos sólo pueden
confundir su espíritu y lanzarlo a caminos peligrosos.
En cuanto a Maritain, no es más que un vulgarizador
dotado de cualidades literarias y de ninguna seriedad
científica. Los que lo siguen tienen mentalidades
superficiales, que se satisfacen y se mecen con sus
fórmulas lírico-metafísicas, que no resisten a un
análisis más detenido, pues luego manifiestan las
imprecisiones, ambigüedades y equívocos, de que están
atiborrados.
Cuando yo tenía su edad, confieso que me dejé seducir,
pues ellas exaltaban mi sensibilidad. Dios, sin embargo,
me hizo la gracia de que yo viera a tiempo el veneno que
contenían.
Cuando la gente traba conocimiento con los verdaderos
filósofos, se ve avergonzado de las divagaciones huecas,
inconsecuentes, tontas y pretenciosas de ciertos
[falsos]
filósofos
pseudotomistas de nuestros días, que no hacen otra cosa
sino deformar el tomismo, amoldándolo a las últimas
modas (que no consiguen comprender), al mismo tiempo que
pasan por encima de los más profundos pensamientos de
Santo Tomás con la más cándida de las incompetencias.
Ir directamente a las fuentes
Vaya directamente a la fuente. Busque familiarizarse con
los textos de Santo Tomás. No tenga miedo, el Doctor
Angélico es más claro que no pocos de sus comentaristas.
Todo depende de habituarnos a su estilo y, lo que es más
importante, a su disciplina. Sin embargo, esto no será
difícil, siempre que tengamos aplicación y humildad.
Para empezar, le recomendaría la Prima, de la Suma, y el
De Veritate. De la Prima, deje de lado las cuestiones
2ª, 23ª y 24ª. En cuanto al De Veritate, no vaya, por
ahora, más allá de la cuestión 3ª.
Al empezar, no se entregue a un estudio sistemático,
sino que haga como le he recomendado con relación a las
obras clásicas. Recuerde que aún no se trata de aprender
Santo Tomás, sino de familiarizarse con él. Por eso,
cuando algún texto ofrezca una resistencia mayor a su
inteligencia, no insista, sino busque otro más fácil.
Y ahora voy a hacerle una observación de mayor
relevancia:
la meditación y la reflexión valen más que la lectura.
Así, busque, cuanto sea posible, resolver por
usted mismo, en lugar de ir a buscar las soluciones ya
hechas. Sobre todo, céntrese exclusivamente en los
textos de Santo Tomás, y no busque leer las notas
explicativas que vienen al pie de la página.
Cuando esté así ambientado con el espíritu de Santo
Tomás, entonces podremos pensar en otra cosa.
Vida espiritual auténtica: único alimento de la
inteligencia
Llegamos, por fin, a la última conclusión, que es la de
mayor peso. El verdadero filósofo sólo puede alimentar
su pensamiento y su personalidad en una vida espiritual
auténtica. Según me parece, la mejor base todavía son
los Ejercicios Espiritual de San Ignacio, con el
complemento natural de la Imitación de Cristo. De
acuerdo con la orientación que vengo dando a estas mis
sugerencias, busque, de preferencia, sólo textos
originales; y sólo los textos, nada de comentarios.
Como la piedad católica es fundamentalmente de
inspiración mariana, tenga siempre a mano las excelentes
obras de San Luis María Grignion de Montfort;
todas ellas, si le fuera posible.
El demonio hace su pesca en las aguas turbias del
nerviosismo
Así, pienso haber respondido de la mejor manera que
estuvo a mi alcance, y después de haber pedido a Dios
luces para una tarea de tal responsabilidad, las
dificultades que Usted me presentó en su carta.
Ciertamente encontrará, en mi respuesta, muchas
deficiencias: es la parte del hombre. Dios, sin embargo,
suplirá las fallas, recurriendo a Él con confianza.
Antes que nada, tenga calma y quédese en paz. Me pareció
discernir en su carta una cierta agitación. Trate de no
perturbarse. El nerviosismo es el agua turbia en que el
demonio hace sus pescas; y él es maestro en irritar los
nervios y atormentar las conciencias, por medio de
imaginaciones, sugerencias, instigaciones, y también
actuando directamente sobre el cuerpo, donde causa
sensaciones físicas de malestar, angustia, repugnancia,
palpitación, y aún más.
No se deje impresionar por nada de esto. Mire hacia
adelante, para los Corazones de Jesús y de María, y vaya
caminando sobre las olas encrespadas, con toda
confianza.
Y aquí estamos, yo y mis amigos, a su disposición, para
lo que usted necesite. Nada de ceremonias. Y no se
olvide de mí en sus oraciones.
Afectuosamente en Jesús y María
NOTAS
Traducción y adaptación por "Acción
Familia". |