Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

De la perfección de la humildad a

la de la magnificencia

 

Extractos del libro "O Universo é uma Catedral", 1997 [1]

 

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El pavo real, joya del mundo de las aves

Dios quiere ser alabado en toda la escala de los seres criados por El: desde el pavo real hasta la hormiga, que vive en el seno de la tierra, en una especie de catacumba, en la oscuridad completa.

En lo que la hormiga hace de laborioso, de humilde, de continuo, hay algo magnífico. Se diría que el trabajo de la hormiga es profundamente raciocinado; se diría que la hormiga es razonabilísima, porque los hormigueros son hechos con perfección.

Pero, de repente el hombre mira y ve en el aire una de esas mariposas azul-verde y se extasía.

La mariposa azul

De modo que, si hiciéramos un cuadro de las criaturas que Dios creó, encontraríamos las más diversas perfecciones, desde la perfección de la humildad hasta la perfección de la magnificencia.

Dios quiere ser conocido en todas sus obras.

Las criaturas existen en su variedad, formando colecciones, para mostrar la totalidad de las posibilidades de reflejar a Dios.

Podemos considerar una colección de piedras preciosas. Y lo bonito es que la colección sea tal que refleje todas las posibilidades de ser bella, de ser piedra.

El diamante Koh-i-Noor tiene un brillo, una belleza, que hace pensar fácilmente en el brillo de la inteligencia divina.

El Koh-i-Noor (uno de los diamantes más grandes del mundo. Su nombre significa «Montaña de Luz») tiene un brillo, una belleza, que hace pensar fácilmente en el brillo de la inteligencia divina.

Así con los hombres. Las diferentes razas, las capacidades propias a cada raza, todo eso tiene una especie de magnificencia que refleja las perfecciones de Dios.

Así como Dios creó a los pavos reales, dio al hombre el talento para crear la seda. ¡Cómo es bella una tela de seda de calidad!! ¡El frufrú de la seda es maravilloso! Cuando se coge la seda en las manos y se la frota, aquello forma un contacto con la mano delicioso.

¡Cuando la marquesa caminaba y la cola de su vestido se arrastraba en el suelo, el reflejo de la seda bajo las lámparas podía ser una belleza!

El ver las cosas de acuerdo a lo que simbolizan aumenta los horizontes de modo fantástico y une a las almas de modo fantástico también. No se llega a imaginar como sería bello y admirable si todos entendiésemos los símbolos como debemos.

Los símbolos nos hacen ver la realidad tanto como el conocimiento abstractivo, apenas que por otra vía. Debemos desenvolver ambas vías y no apenas una.

El puente que une lo visible a lo invisible es el símbolo. Los hombres se entregarían mucho más a la reflexión si percibiesen el valor simbólico de las cosas.

 


NOTAS

[1] Extractos del libro "O Universo é uma Catedral", Edições Brasil de Amanhã, 1997 de autoria de Leo Daniele. Fecha del texto no indicada. Traducción y adaptación por "Acción Familia".