San Benito:
Ejemplo para el verdadero católico! de cómo no
se debe prestar oídos al mundo, al demonio y
a la carne
San Benito,
Abad (480-547) representado en una
pintura del Monasterio de Subiaco
junto a San Mauro y San Placido,
discípulos suyos (Pinche la imagen
para ir al sitio del Monasterio
donde encontrará abundante
información gráfica y notas
explicativas, en italiano e inglés)
San Benito, el Patriarca de los
Monjes de Occidente, desde niño
correspondió a la
gracia divina, procurando en todos
los actos de su vida perfeccionarse
y servir
Entre tanto, hijo de padres
ilustres, estos buscaban darle una
educación que lo volviese apto para
conquistar las glorias del mundo, y
para eso lo enviarían a Roma para
estudiar en grandes colegios.
San Benito no se conformó con su
situación, viéndose obligado a vivir
en un medio corrompido como era en
aquella época Roma, y resolvió
romper completamente con el mundo,
huyendo para el desierto.
Hoy, se acostumbra a suponer que
esos lúgubres ermitas a donde los
santos eremitas huían, estaban
completamente libres de tentaciones
y por lo tanto constituía una
cobardía huir hacia el desierto.
Más allá de la excepcional fuerza de
voluntad exigida de los eremitas
para mantenerse apartados, por
largos años de todo contacto con el
mundo, San Benito, con la revelación
de las tentaciones que sufrió, se
encarga de desmentir cabalmente esa
infundada afirmación.
Tan grande era la tentación que él
sufría en el monte Subiaco a donde
se retiró, que a veces fue necesario
que él se lance en los espinos para
vencerla, y por esos medios
extraordinarios consiguió la
completa victoria del espíritu sobre
la carne.
Nuestro Señor deseaba, entretanto,
que la gloria de su hijo
resplandeciese en todo el mundo y
que gran número de almas fuesen por
él ganadas para su causa.
Reveló, por eso, su existencia a un
Santo sacerdote, y dentro de poco el
número de personas que deseaba vivir
sobre su dirección era tan grande
que fue necesario la edificación de
12 monasterios que así iniciaban la
famosa Orden benedictina.
Dotado de espíritu profético y del
poder hacer milagros, San Benito
hizo un apostolado incalculable en
su tiempo, predicando más por el
ejemplo de una vida austera e
irreprochable. Sus reliquias se
conservan aún hoy, en gran parte, en
el monasterio de Monte Casino
(Italia).
Llegan casi a ser incomprensibles
los pretextos inventados por el
mundo para ocultar sus pecados y
disminuir la gloria de los Santos de
la Iglesia.
Por ejemplo, si la Iglesia nos
muestra a un Santo que vivió en el
mundo, venciendo las tentaciones que
éste le presentaba, porque de Ella
recibía esa gracia, cumpliendo
aquello para lo cual había sido
llamado, entonces el mundo descubre
imperfecciones, diciendo que no
tenía coraje de enfrentar la vida de
recogimiento.
O si la Iglesia nos muestra a un
Santo que pasó toda su vida en el
desierto o en el recogimiento de un
convento, el mundo lo acusa de ser
incapaz de vivir en el siglo y por
lo tanto, de ser débil.
Sin embargo, en ambos casos se es
héroe, pues uno y otro deben
vencerse a sí mismos y las
dificultades que tienen que
sobreponerse son igualmente enormes
dentro o fuera del mundo. Es el
mundo quien debe disculparse.
De ahí la necesidad que tiene el
católico de no prestar oídos al
mundo, porque el mundo siempre
encuentra de qué hablar, y sólo
dejaría de criticarlo cuando,
pactando con sus errores, él dejase
de cumplir su deber.
NOTAS:
[1]
Traducción y adaptación por
"Tradición
y
Acción". |