LUCES DE LA NOCHEBUENA
Ofrecemos a nuestros amigos esta inspiradora reflexión
del gran líder católico brasileño sobre la relación
entre el Niño Dios y su Santísima Madre, junto con
nuestros fervientes deseos, para todos y cada uno, de
una santa Navidad con renovadas gracias de Fe, confianza
y amor de Dios.
Este fresco representando la Natividad del Niño Jesús es
de Giotto, y se encuentra en la Capilla de los Scrovegni,
en Padua.
San José está durmiendo. A su alrededor están las
ovejitas, el burro y otros animales.
Los ángeles llenan el cielo, cantando Gloria
in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae
voluntatis! Y los pastores oyen atentos el cántico
celestial. Es exactamente lo que la liturgia celebrará
en la Nochebuena, el 24 de diciembre.
* * *
Es entrada la noche. Nuestra Señora acaba de dar a luz
al Niño Jesús de un modo misterioso y maravilloso. Su
gesto, su actitud, es presentado como el de una persona
enteramente sana que se vuelve en su lecho para
confortar, para mejor acondicionar al Niño. Ella realiza
ese gesto con una desenvoltura física que no es lo
propio de una madre que acaba de dar a luz.
Sabemos que, como consecuencia del pecado original, el
proceso de nacimiento es siempre doloroso y difícil.
Pero no lo fue para Nuestra Señora: por un particular
don de Dios, siendo Ella preservada de toda mancha —Virgen
antes, durante y después del parto— el nacimiento del
Hijo de Dios se realizó de modo milagroso; para Ella no
representó ningún esfuerzo. Y Ella está como si hubiese
apenas despertado de un sueño ligero y apacible, para
mirar a su Niño.
¡La escena es lindísima y conmueve! Giotto ha
representado magníficamente aquel primer cruzarse de
miradas, cuando la Santísima Virgen, por primera vez,
con los ojos de la carne ha podido contemplar el fruto
del Divino Espíritu Santo concebido en su seno virginal.
El Niño Jesús es representado como un recién nacido.
Debemos considerar que Él también fue concebido sin
pecado original, y en virtud de que su naturaleza humana
estaba unida hipostáticamente a la de la Segunda Persona
de la Santísima Trinidad, Él gozó de inteligencia plena
desde el primer instante en que Nuestra Señora lo
concibió. Y ya en el claustro materno, perfectamente
consciente, Él adoraba al Padre, le ofrecía reparaciones
y le imploraba por los hombres.
Es por tanto claro que ya durante la gestación había
entre el Niño y su Madre una íntima relación espritual
de carácter místico, pues Nuestra Señora sabía que Él
era una criatura enteramente inteligente. Esta relación
alcanza su ápice cuando, por la primera vez, sus miradas
se encuentran y ambos se contemplan, se conocen... La
expresión del Niño es lúcida y plena de amor. Él analiza
la fisonomía de su Madre, y Ella fija en Él su mirada.
Es un momento sublimísimo de la vida de ambos. ¡Podemos
imaginar el auge de amor a Dios a que Ella llegó en ese
momento, y qué mirada de amor el Niño posó sobre Ella!
NOTAS
[1] Los "Santos
del Día" eran
unas breves reuniones en las que el Prof. Plinio ofrecía una
reflexión o comentario relacionado con el santo o fiesta
religiosa que se celebraba aquel día.
[2] Excerpta
de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, a socios
y cooperadores de la TFP, de 30
de noviembre de 1988. Sin
revisión del autor. Traducción, resumen y
adaptación por "Tradición y Acción por un Perú Mayor". |