Estirpes familiares - I
«Es de mucho valor
ser fruto de buen árbol, metal de buena ley, río de
buena fuente» (San
Francisco de Sales
[*] ).
En anteriores artículos para esta sección, vimos que la
intromisión estatal en la institución familiar es
perjudicial no sólo para la familia, sino para la
sociedad y el mismo Estado. Mostramos también que la
buena salud de los Estados depende de la buena
constitución de la familia, y que ésta estuvo en el
origen de las ciudades.
Pasaremos, ahora y en próximos artículos, a considerar
cómo se forman las estirpes familiares y su papel en el
establecimiento de las ciudades y Estados; que éstos
tuvieron sus raíces en las familias más antiguas; y que
las menos antiguas acataron de buen grado la influencia
y gobierno de las primeras.
Sin embargo, la doctrina socialista vitupera tal
disposición de cosas —una disposición orgánica, así como
un hecho histórico— y lo hace por el principio
igualitario que no admite la superioridad de unos sobre
los otros. Por ello, odia el papel constructivo de las
estirpes familiares en la organización social.
Estirpe: la fuente de una familia
¿Qué viene a ser una estirpe? Según el diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española, estirpe significa:
Raíz y tronco de una familia o linaje.
Plinio Correa de Oliveira desarrolló el concepto de
estirpe en diversas conferencias a lo largo de su
prolongada y fecunda vida. De una de ellas, pronunciada
el 1º de junio de 1966, extraemos algunos pasajes que
consideramos de gran utilidad para los lectores de
Tesoros de la Fe:
“Una estirpe es algo muy diferente de una familia. ¿Qué
es una familia? Es la conjunción de padre, madre e hijos.
Basta que existan padres legítimamente casados para que
haya familia. Estirpe, sin embargo, es algo diferente.
La lengua francesa, que es muy precisa, habla de “source”,
o sea, fuente, origen. Ellos dicen tanto “source”
de una familia cuanto “source” de un río.
¿Qué viene a ser la “source” de una familia? ¿Qué
es un hombre-estirpe?
Aquel que funda una estirpe es un hombre con una
personalidad bastante vigorosa para crear una familia
que mantenga la herencia de sus principales trazos
morales y físicos; es un hombre que da a los suyos una
formación lo suficientemente fuerte para que el impulso
inicial que le comunica a un determinado orden de cosas,
continúe después de él; es un hombre que funda una
escuela con un modo de sentir, de actuar, de ser, de
vencer dificultades; que funda casi todo un pequeño
sistema de vida.
Yo sostengo que es preciso tener mucha más personalidad
para fundar una estirpe que para gobernar un Estado. Eso,
cualquier político lo hace...
Armonía entre alma y cuerpo
Si conceptuáramos bien a la familia, sabremos qué fue lo
que nació cuando decimos que surgieron las estirpes. Mas
para ello será preciso entrar a fondo en el análisis de
esa realidad que se llama hombre.
El hombre está dotado de alma y cuerpo. Y las realidades
espirituales e invisibles pueden manifestarse a la vista
de los hombres por medio de realidades materiales
visibles.
Hay una forma de nexo misterioso entre el alma y el
cuerpo, de tal manera que aquella tiene una especie de
símbolo en éste. El cuerpo humano, por su color, trazos
fisonómicos, timbre de voz, dinamismo, modo de moverse,
es un reflejo del alma. Él deja trasparecer sus
cualidades, y es ese todo armónico de alma y cuerpo que
constituye la persona humana.
Así caracterizado, el hombre es susceptible de un mayor
o menor desarrollo físico o moral. En el terreno físico,
el fenómeno es suficientemente conocido. Si un recién
nacido es colocado en un ambiente en que sus energías
físicas son estimuladas, el niño puede llegar a alcanzar
una gran corpulencia, al menos la que le permita su
naturaleza; pero si es colocado en circunstancias
desfavorables, languidecerá.
La formación de la estirpe
Lo mismo podernos decir del alma. En ella existe una
serie de potencialidades que se desarrollarán si las
condiciones fueren propicias. En caso contrario,
difícilmente estas cualidades se afirmarán y triunfarán.
Podemos, pues, considerar un afloramiento más o menos
completo del alma humana, de acuerdo con las condiciones
en que estuviera. Así como el cuerpo en determinadas
circunstancias se realiza plenamente, así también el
alma. Y es la plena realización del alma y del cuerpo,
conjuntamente, que constituye la plena realización de la
persona humana, que es alma y cuerpo.
Tomando esto en consideración, comprenderemos mejor lo
que es una estirpe.
La familia es la institución de orden natural, fundada
en un sacramento, incumbida de la perpetuación de la
especie humana y de la educación de la prole. Es una
institución que tiene, por lo tanto, como obligación el
desarrollar y educar al máximo la personalidad humana.
Ella cumplirá perfectamente su misión si hiciera que
todas las cualidades del cuerpo y del alma, de aquellos
que de ella nacieran, se expandan y se afirmen
completamente. Ahora bien, para eso ella está dotada de
cualidades que son extraordinarias.
Herencia espiritual y física
Pío XII, en un discurso a la Nobleza romana, habla de
las fuerzas misteriosas de la herencia. Son de hecho tan
misteriosas que hasta hoy los biólogos no consiguieron
definir satisfactoriamente las reglas que presiden la
herencia; pero ella es un hecho, y muy importante,
constatado bajo mil aspectos diversos.
Cada hombre trae dentro de sí varias herencias. Somos la
resultante biológica de un sinnúmero de corrientes de
vida que en nosotros tuvieron su punto de encuentro. Así
como en una laguna existen aguas de diversos ríos que
desembocan en ella, así existen en nosotros esas
herencias. Somos recipientes en que varias corrientes
del pasado se funden.
La herencia física, en primer lugar, que se atestigua
por la semejanza de los trazos, por la transmisión de la
salud y de los defectos; de la belleza y de la fealdad;
de la gracia o de la pesadez; de la elegancia o del
desaliño; todas son herencias.
Estas cosas, si bien que muy relacionadas con la
herencia física, lo están aún más con la mental.
Transmisión de caracteres
Dios crea las almas para los cuerpos, y cada una es
creada con una adecuación para determinado cuerpo. Así,
habiendo una herencia física, Dios la respeta, creando
almas semejantes a los cuerpos que van a nacer. Y, si
bien el alma no es transmitida de padres a hijos, sino
infundida por Dios, hay una continuidad en su obra. Así,
se puede atestiguar en una misma familia una serie de
disposiciones de alma, puramente espirituales, pero
también ligadas a este fenómeno de la herencia.
Tenemos entonces una realidad que en la familia
atraviesa generaciones: la transmisión de un conjunto de
predicados físicos y morales. Esa transmisión es el
primer núcleo de aquello que se llama tradición.
Tradere en latín significa entregar; es lo que se
transmite, lo que se entrega. El primer dato de la
tradición es la transmisión de caracteres físicos y
morales”.
Notas
[*]
Oeuvres complètes de Saint François de Sales,
Béthune Éditeur, París, 1836, vol. II, p. 404.
La enseñanza de Pío XII sobre la transmisión
de los caracteres hereditarios
“Grande y misteriosa cosa que es la herencia, es
decir, el paso a lo largo de una estirpe,
perpetuándose de generación en generación, de un
rico conjunto de bienes materiales y
espirituales, la continuidad de un mismo tipo
físico y moral que se conserva de padre a hijo,
la tradición que a través de los siglos une a
los miembros de una misma familia. Su verdadera
naturaleza se puede desfigurar, sin duda,
mediante teorías materialistas; pero también se
puede y se debe considerar una realidad de
tamaña importancia en la plenitud de su verdad
humana y sobrenatural.
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Ilustración del Árbol
Genealógico de Nuestro
Señor Jesucristo |
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“No se negará, ciertamente, la existencia de un
substrato material en la transmisión de los
caracteres hereditarios; para sorprenderse de
ello sería preciso olvidar la íntima unión de
nuestra alma con nuestro cuerpo, y la elevada
proporción en que dependen de nuestro
temperamento físico aun nuestras propias
actividades más espirituales. Por eso la moral
cristiana no cesa de recordar a los padres las
grandes responsabilidades que les corresponden
en ese sentido.
“Pero lo que más cuenta es la herencia
espiritual transmitida, no tanto por medio de
los misteriosos lazos de la generación material
sino más bien por la acción continua de ese
ambiente privilegiado que la familia constituye;
por la lenta y profunda formación de las almas
en la atmósfera de un hogar rico en altas
tradiciones intelectuales, morales y, sobre
todo, cristianas; por la mutua influencia entre
aquellos que habitan una misma casa, influencia
cuyos beneficiosos efectos se proyectan hasta el
final de una larga vida, mucho más allá de los
años de la niñez y de la juventud, en aquellas
almas elegidas que saben fundir en sí mismas los
tesoros de una preciosa herencia con la
contribución de sus propias cualidades y
experiencias.
“Es éste el patrimonio, más valioso que ningún
otro, que, iluminado por una Fe firme,
vivificado por una fuerte y fiel práctica de la
vida cristiana en todas sus exigencias, elevará,
refinará y enriquecerá las almas de vuestros
hijos”.
Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII,
Tipografía Políglota Vaticana, vol. II, p. 364.
Apud Plinio Corrêa de Oliveira,
Nobleza y
élites tradicionales análogas en las alocuciones
de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana,
Editorial Fernando III el Santo, Madrid, 1993,
p. 72. |
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