San Clemente María Hofbauer (1751-1821),
canonizado por San Pío X en 1909, y proclamado patrono
de Viena en 1914 por el mismo Papa Santo. Su fiesta se
conmemora el día 15 de marzo.
Lectura de ficha biográfica,
escrita por (ininteligible), respeto a sus años
en el seminario:
"Estudiaba Clemente en
Viena, siguiendo el curso de Teología, pues
pretendía, cuando pudiese, ordenarse sacerdote. Pero
pronto se dio cuenta de que algunos de sus
profesores, no queriendo huir del racionalismo
del siglo, procuraban una extraña conciliación
entre la doctrina católica y el iluminismo.
Clemente, desde muy joven, era dotado de un
sentimiento muy seguro que le indicaba con precisión
cuál es la verdadera doctrina católica. Así, al oír
aquellas doctrinas falsificadas, se sentía
dolorosamente constreñido.
“Un día, terminada la clase,
fue a manifestar al profesor ciertas dificultades.
El profesor, admirado, explicó al estudiante que
el siglo en el que vivían difícilmente seguiría una
doctrina tradicional, pues sólo aceptaba el lenguaje
de la pura inteligencia, tanto en el púlpito
como en la cátedra universitaria. Y concluyó:
‘Tenemos que seguir la corriente, si no queremos
quedarnos atrás’. Responde el pobre ayudante de
panadero: ‘Seguir la corriente es cobardía,
pues es contra las corrientes que debemos luchar.
La melodía errada no se torna menos desafinada por
la simple razón de que la acompañemos bajito. El
que quiera indicar el camino a nuestro tiempo, que
vaya a encender su rayo de luz en la propia
Revelación’.
“Dijo el profesor:
‘Hofbauer, tendrás un día que predicar ante bancos
vacíos. Nuestro tiempo no soporta más ese lenguaje’
“Respuesta: ‘Entonces, ya
llegó la época anunciada por San Pablo: Vendrá
tiempo en que no habrán de soportar la sana doctrina.
¿Qué diría San Paulo de sus opiniones, profesor?’
“En otra ocasión un
profesor dijo en la clase que la Inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen María no
pasaba de una piadosa leyenda. En el siglo XIX
no debía ser mencionada ante un auditorio. Se
levanta Clemente indignado: ‘Profesor, esa doctrina
no es la católica’. Y se retiró de la sala. ‘Tal
vez un día haya más luz dentro de esa cabeza de
campesino’, gritó atrás de él el maestro. Pero fue
obligado a interrumpir la clase, pues los
estudiantes vaciaron la sala siguiendo a Hofbauer”.
Edificio donde funcionaba la
panadería en que San Clemente María Hofbauer trabajó
como auxiliar de panadero, en la ciudad de Znojmo,
actualmente en la Republica Checa.
Placa conmemorativa colocada en el
edificio visto arriba, para perpetuar los tiempos allí
pasados por San Clemente
Es interesante notar la
identidad de métodos de la Revolución. El siglo
XVIII nos parece viejo: es el tiempo de la litera, de la
pollera ancha, del sombrero de tres picos… El siglo XIX
también. Todo se pierde en el mismo fondo histórico.
Pues en este siglo los hombres se reputaban
“modernísimos” y ya venían con la idea de que era
necesario, ante la Revolución, adoptar la táctica del
“ceder para no perder”. Es la misma impiedad
expresándose de las mismas maneras y procurando
acobardar de la misma forma…
Otra cosa es la amenaza. “Tú,
cuando te ordenes, predicarás para bancos vacíos”. Es lo
que nos dicen a nosotros: “La doctrina de vosotros no es
capaz de arrastrar a los hombres de hoy”. Pero, en
realidad, la situación no está tan comprometida como
dicen. Está comprometida por causa de las cabezas
dirigentes; allí está comprometidísima. Es un hecho que
en la base está gravemente comprometida, pero mucho
menos que en las cabezas dirigentes. Habiendo coraje,
las personas siguen. Es cuestión de decir todo por
completo. Éste es el verdadero problema.
Es también interesante ver cómo la
posición de San Clemente Hofbauer es la del
contra-revolucionario: combate al “ceder para no
perder”, no cede ante la amenaza de predicar para bancos
vacíos. Y, si esto fuere a suceder, su conclusión es que
llegó el fin de los tiempos, lo que –evidentemente– su
profesor modernoso no quiso considerar. Una de las
características del progresismo es que no hay fin de los
tiempos, y al contrario, hay
que aprovechar esta época para gozar de la vida.
Detalle del pupitre para
conferencias en la
Sala del Reino de
María, en la actual sede principal del IPCO,
cuya decoración fue elaborada por el Prof. Plinio. El
león de la izquierda lucha contra una serpiente bicéfala
que simboliza el orgullo y la sensualidad, las dos
fuerzas propulsoras de la Revolución. El de la derecha
se enfrenta a una serpiente de tres cabezas, símbolo de
las tres Revoluciones (Protestante, Francesa y
Comunista). Al centro, la frase “Resíduum revertétur: el
resto volverá”. El año de 1571 evoca la victoria de la
Cristiandad en Lepanto.
Vean Uds. cómo es verdadera aquella
doctrina cuyo enunciado está esculpido en el pupitre
de la Sala del Reino de María: “el resto volverá”.
Es la continuidad de la misma batalla entre el
espíritu bueno y el espíritu malo a lo largo de los
siglos. Por eso los contra-revolucionarios no somos
un grupo que apareció de repente, sino un eslabón de la
más magnífica y majestuosa de las cadenas, o sea de los
que son esclavos de la Santísima Virgen que pisan la
cabeza de la serpiente.
Vemos esto por la identidad de los
contra-revolucionarios de hoy con San Clemente Hofbauer
y todos sus antecesores, de un lado. Y, de otro lado, la
identidad de los enemigos actuales de la
Contra-Revolución con los enemigos de otrora. Todo
indica, pues, que esa lucha no es de hoy, ni es una
lucha solamente; es una lucha que fue de ayer y será de
mañana, hasta el fin de los siglos.
Se trata, pues, de una
cadena de
oro que comenzó en las más antiguas raíces del Antiguo
Testamento y que irá hasta el último momento de
aflicción, —en que los últimos católicos estarán aún
vivos, temiendo que esté todo perdido—, cuando viniere
el Hijo del Hombre, con gran pompa y majestad, para
juzgar a los vivos y a los muertos y la Historia
terminará.
Entonces, esa cadena estará
completa y, con la gracia de la Santísima Virgen, todos
sus miembros se encontrarán en el Cielo.
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