Plinio Corrêa de Oliveira

El Buen Suceso del nacimiento de la Madre del Salvador

CONSIDERACIONES SOBRE EL NACIMIENTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

"Santo del Día", 8 de septiembre de 1963 [1]

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¡Ave María Purísima!

Sin pecado concebida

Es una costumbre muy común festejar el cumpleaños de una persona. La razón de esto es que el cumpleaños de una persona representa el momento en que esa persona entro en la escena de esta vida, y es el momento en que el ambiente en el que esa persona es destinada a vivir se enriquece con una presencia más.

En principio, todo nacimiento es un favor, es una gracia de Dios, es un enriquecimiento para la sociedad humana, porque todo hombre tiene un gran valor.

Aunque que él sea concebido en pecado original y aunque que la naturaleza humana sea inferior a la naturaleza angélica, cada hombre es una criatura de gran valor. Cada criatura que aparece en la Tierra representa un enriquecimiento altamente ponderable para esa obra de Dios en su conjunto, que es la humanidad.

Concebida sin pecado, con todas las riquezas naturales propias a la condición femenina y llena de gracias

‘Natividad de la Virgen’ por Pietro Lorenzetti (1335 – 1342)

En estas condiciones, la fiesta del Nacimiento la Santísima Virgen  nos lleva a preguntar cual es el enriquecimiento que Ella trajo para la humanidad y a que título especial la humanidad debe festejar su nacimiento. Si nos colocamos en esa perspectiva casi no se sabe que decir. Porque en el orden de la naturaleza, la Santísima Virgen fue concebida sin pecado original.

Así Ella, [única en mundo] desde el pecado original, exenta de todas las manchas, un lirio incomparable en hermosura del género humano, algo por tanto, que debería dar alegría a la tierra entera y a todos los coros angélicos. Apareció en ese exilio, en el medio de esa humanidad, una criatura sin pecado original.

Mas acontece que además, la Santísima Virgen traía consigo todas las riquezas naturales que dentro de una mujer podrían caber. Nuestro Señor Jesucristo le dio a Ella, según la orden de la naturaleza, una personalidad riquísima, preciosísima, valiosísima y, a ese título, la presencia de Ella entre los hombres representaba otro tesoro verdaderamente incalculable.

Pero, si a todo esto juntamos los tesoros de las gracias que venían con Ella, que Ella tenía consigo y que son las mayores gracias que Dios Nuestro Señor había concedido a alguien, gracias verdaderamente incalculables, comprendemos entonces lo que representa la entrada de la Santísima Virgen en el mundo.

 Nuestra Señora de El Buen Suceso

cuyo rostro fue hecho por los ángeles
(Quito- Ecuador)

El nacer del sol es una realidad pálida en relación a la entrada de la Santísima Virgen en el mundo. Todos los fenómenos más grandiosos de la naturaleza que representen algo de precioso, algo de inestimable, nada son en comparación de esto. La entrada más solemne que se pueda imaginar de un rey o de una reina en su reino, no es nada en comparación de esto.

La alegría de todos los Ángeles del Cielo, la alegría tal vez de muchas almas justas que hayan sido conscientes de este hecho, tal vez sentimientos confusos de alegría esparcidos por aquí y por allá en las almas buenas, todo eso debe haberles recordado el momento bendito en que la Santísima Virgen entró en el mundo.

Hay una frase de Job, que me gusta mucho citar y que me parece adecuada para esto: “Bendito el día que me vio nacer, benditas las estrellas que me vieron pequeñito, bendito el momento en que mi madre dijo: nació un varón”.

También se podría decir: “Bendito el día que vio a la Santísima Virgen nacer, benditas las estrellas que brillaban sobre Ella cuando era pequeña, bendito el momento en que los padres de la Santísima Virgen verificaron que había nacido la criatura virginal que era llamada a ser la Madre del Salvador”!

El nacimiento de la Santísima Virgen en un mundo inmerso en el paganismo y las irrupciones de la acción de Ella en el alma de los fieles en los periodos de probación.

El nacimiento de la Santísima Virgen nos trae otro pensamiento. El mundo estaba postrado en el paganismo. La situación del mundo en aquel tiempo era parecida a la del mundo de hoy; todos los vicios imperaban, todas las formas de idolatría habían dominado la tierra, la abominación había penetrado en la propia religión judía, que era el preanuncio de la religión católica; el mal y el demonio vencían completamente  

Pero, en el momento decretado por Dios en su misericordia, Él derriba la muralla, comienza la caída del orden del demonio cuando menos se podía imaginar, hace nacer a la Santísima Virgen y, con el nacimiento de Ella que era la raíz bendita de donde nacería Nuestro Señor Jesucristo, comenzaba la obra de derrocamiento del demonio.

¡Cuántas veces no pasan situaciones semejantes en la vida espiritual del católico! ¡Cuántas veces el alma de éste, de aquel, de aquel otro, está en lucha, está con problemas, contorsionando y revolviéndose en dificultades! La pobre alma ni se da idea de cuándo vendrá el día bendito en que una gran gracia acabará con sus tormentos, con sus luchas y, a fin de cuentas, le proporcione un gran progreso en la vida espiritual.

Hay aquí el nacimiento, en un sentido especial de la palabra, de las irrupciones de la Santísima Virgen en el alma del fiel. Y que en la noche de las mayores dificultades, de las mayores tinieblas, de repente la Virgen aparece y empieza a eliminar las dificultades con que se enfrenta.

Ella aparece como una aurora en su vida y comienza a representar algo nuevo en su vida espiritual, que él ni siquiera conocía.

Hay otra consideración también: ¡La Santísima Virgen parece tan ausente! El mundo de hoy es tan parecido al mundo de aquel tiempo que, si tomamos en cuenta que de un momento para el otro la Santísima Virgen puede empezar a actuar, puede hacer su actividad más constante, más continua, más intensa de lo que ha sido hasta aquí para la restauración de su Reino, pueden comenzar a ocurrir hechos extraordinarios que hagan sentir su presencia, allí tendremos otra irrupción de La Santísima Virgen en el mundo.

Y esa irrupción podría hacerse a través de nuestro Movimiento con todo lo que él tiene de humanamente pobre, de humanamente débil. Pero que, al igual que David, por la fe, la dedicación y el uso de las tácticas de RCR [2], podría provocar la caída del gigante y aplastar la Revolución [3]. Una acción así sería una irrupción de La Santísima Virgen en la Historia del mundo, una manifestación del deseo de Ella de vencer. Las murallas que hemos derribado, las gracias de que, aunque indignos, hemos sido canales, no pueden representar sino la manifestación de la voluntad del Inmaculado Corazón de María de implantar su Reino.

Entonces, todo eso nos debe dar mucha alegría y mucha esperanza, con la certeza de que La Santísima Virgen nunca abandona a sus hijos, y que incluso en las ocasiones más difíciles Ella los visita, su presencia como que irrumpe entre ellos, resuelve sus problemas, les da la combatividad y el coraje necesarios para cumplir su deber hasta el fin, por más arduo que sea. 


NOTAS:

[1] Excerpta de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a socios y cooperantes de la TFP en 8 de septiembre de 1963, sin revisión del autor. Traducción y adaptación por SOCIEDAD ECUATORIANA TRADICIÓN Y ACCIÓN.

[2] Sobre el tema de la utilización de tácticas RCR para el  combate ideológico a la Revolución sugerimos la lectura de la tercera parte del libro "Revolución y Contra-Revolución" del mismo autor: "Parte III - Revolución y Contra-Revolución veinte años después”.

[3] Para el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución es el proceso cuatro veces secular que viene devastando la Civilización Cristiana. Y la Contra-Revolución consiste en el movimiento de almas que se opone a esa derrota. Ver el ensayo "Revolución y Contra-Revolución", del mismo autor.