“Es inherente a la nobleza y a
las élites tradicionales análogas formar con el
pueblo un todo orgánico, como cabeza y cuerpo”
Plinio Corrêa de
Oliveira
Hoy debemos comenzar propiamente el estudio
del texto del libro que escribí sobre la nobleza
y las élites tradicionales análogas
[**].
En primer lugar el título; en el que cada
palabra tiene su razón de ser.
Como el libro es una defensa de la nobleza y
se dirige de modo más especial —aunque, no
únicamente— a los que son favorables a ella, la
palabra “nobleza” figura con destaque en el
título. Éste se refiere también a las élites
tradicionales análogas.
¿Qué es una élite, una élite tradicional, una
élite tradicional análoga?
La nobleza constituye una élite. Como el
propio libro lo indica, ella es una especie
dentro del género “élites tradicionales” (cf. p.
25). En cuanto tal, ella posee las
características comunes a todas las élites.
Los señores feudales comandaban la guerra,
porque sólo ellos conocían el arte militar.
Asedio de un ejército feudal, Leonhard
Fronspoerger, 1573 - Grabado sobre cuero,
British Museum.La élite es la flor y la nata social, un grupo
de personas que se relacionan entre sí a
diversos títulos y que ejercen una actividad
común a todas ellas; tal actividad les da, por
la propia naturaleza de las cosas, una
participación en el mando y en la influencia
sobre cierto sector de la población.
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Los señores feudales
comandaban la guerra, porque sólo
ellos conocían el arte militar.
Asedio del Castillo
Morten-sur-Gironde por los
ingleses en 1377. Miniatura del
siglo XV. |
Y cabe a la nobleza, más específicamente,
manifestar con especial destaque estas dos
características de las élites: el mando y la
influencia. Hablemos brevemente sobre el origen
de cada una de ellas.
Holocausto e influencia social para elevarAnte todo, es necesario dejar bien claro que lo
que caracteriza a la verdadera y auténtica
nobleza es la elevación, el holocausto en
beneficio del bien común.
En el mundo occidental y cristiano, tal nobleza
proviene de los antiguos señores feudales de la
Edad Media, guerreros y agricultores, pioneros y
fundadores, verdaderos jefes de los lugares
donde se establecían. En caso de ataques e
invasiones, a ellos les correspondía amparar en
sus castillos y defender a los plebeyos de los
alrededores, amenazados de ser destrozados por
el adversario invasor. A ellos les cabía también
enfrentar mediante la lucha armada a ese
adversario, fuera él un bárbaro, un mahometano o
algún otro señor cristiano. Los nobles
representaban así, para el pueblo, la protección
de Dios. Era la protección del señor feudal
concedida a todos los que por algún título eran
sus vasallos.Los señores feudales dirigían la guerra porque
sólo ellos conocían el arte militar, aprendido
de sus padres y antepasados. El señor era el
general, el padre, el escudero de Dios,que debía
exponerse a los mayores riesgos para defender al
pueblo que a él le estaba confiado.
En caso de un conflicto bélico con otro país, el
rey tenía el derecho de convocar a los nobles,
pero no a los plebeyos. El noble era quien iba
al frente de batalla, arriesgando su vida, su
integridad física, en defensa del bien de todos.
De esa aplicación, de esa dedicación completa al
bien común temporal, provenía la elevación y la
consideración en que era tenida la persona del
noble, y la natural posición de mando que de ahí
derivaba.Pasemos a ver ahora cómo era ejercida por el
noble la acción de influencia sobre los demás
estratos de la sociedad. Es común que se diga
que ejerce influencia sobre otro, quien tiene
una acción profunda sobre el pensar, el querer o
la manera de ser del otro.
La nobleza debe influenciar, pues esto hace
parte de su misión. Ella debe no apenas dar la
vida por los habitantes del país, sino también
ejercer influencia sobre ellos, enseñarles una
de las artes más nobles que existe: el arte de
vivir. O sea, el arte del buen gusto, de la
buena organización de la vida, de las buenas
maneras, de la distinción. El arte, en fin, de
tener el tono humano propio del noble.La tradición iba así modelando este tipo humano
en las familias nobles, que pasaba a ser el tipo
humano que todos querían seguir, porque estaban
convencidos de que así se debía ser. Y la
creación de semejante tipo humano es uno de los
deberes de la nobleza.
Una persona no tenía obligación de modelarse
según el noble. Era apenas una posibilidad, una
ventaja colocada a su alcance. En nuestros días
las personas se modelan de acuerdo con los
actores de cine, de teatro, de televisión, etc.
Éstos son quienes influencian las sociedades
contemporáneas. Pero no constituyen una nobleza,
porque no ejercen esa influencia en el sentido
de elevación, sino en todo cuanto deprime,
menoscaba y desmoraliza. Tales actores
constituyen, por ello, una pésima escuela, que
no puede ser tenida como élite y, mucho menos,
como nobleza.Élites tradicionales análogas: concepto y
ejemplos
Pasemos ahora a ver qué se entiende por élites
tradicionales análogas a la nobleza.Para que una élite sea análoga a la nobleza es
necesario que sea, ante todo, una élite
tradicional, o sea, cuya existencia se haya
extendido por varias generaciones. Esto es muy
lógico, pues, en general, el primer miembro de
una familia que se vuelve muy rico no adquiere
de inmediato el comportamiento característico de
un noble. Un hombre, aunque muy rico, pero aún
tosco, rudo, no encaja bien en un ambiente
noble, bello y elegante por naturaleza. Su hijo,
y después su nieto, irán recibiendo algo
incomparable que refina las generaciones: la
educación, la virtud, los modales y el modo de
ser, que hacen con que una familia, con el
tiempo, se vuelva tradicional. Al cabo de
algunas generaciones la familia asimila aquella
nota que sólo la antigüedad le confiere.
A su vez, una élite tradicional que actúa en
provecho del bien común, es una élite análoga a
la nobleza y está apta para ser incorporada a
ella.Pues la nobleza no es una clase cerrada. En ella
existe una puerta abierta, muy amplia, por donde
se ingresa con las cautelas de la tradición. Una
determinada clase o profesión, o inclusive una
persona digna, puede incorporarse a la nobleza
cuando, después de haber pasado por un
perfeccionamiento social, presta un determinado
servicio al bien común.
Nobleza veneciana, “nobleza togada”, magisterio
universitarioUn ejemplo histórico muy característico de élite
análoga ennoblecida es el de la nobleza
veneciana. Durante varios siglos, la élite
social y económica de Venecia ejerció una doble
función: la de comerciantes, para adquirir
fortuna, y la de guerreros, para defender sus
navíos mercantes contra los ataques de los
mahometanos. El comercio y la guerra eran
actividades simultáneas. Así, Venecia conquistó
una supremacía en el Mediterráneo oriental no
apenas comercial, sino también política. Ahora
bien, su clase dirigente no estaba constituida
por nobles, sino por hombres de negocio. Y el
comercio era considerado una actividad plebeya,
que el individuo ejercía en provecho propio y no
en beneficio del bien común. Tales comerciantes,
no obstante, constituían una clase de hombres
riquísimos que fueron, poco a poco, refinando su
cultura, su modo de ser y su manera de vivir.
Sus palacios pasaron a reflejar el arte y el
buen gusto. Al cabo de dos o tres generaciones,
sus descendientes, ennoblecidos por la cultura,
ya tenían el trato, la gentileza y el tono de
los nobles. Formaban entonces una élite
tradicional análoga a la nobleza, pues además de
ejercer el mando y la influencia en Venecia,
habían adquirido ya el padrón humano propio de
la nobleza. Y, en razón de esa analogía, tales
comerciantes cultivados pasaron a casarse con
nobles, incorporando así su clase a la nobleza.
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El Dogo de Venecia, acompañado de su séquito,
visita la iglesia y la escuela de San Roque; la
nobleza veneciana, que alcanzó un alto grado de
refinamiento, es un ejemplo de élite tradicional
análoga nobilitada, oriunda de la actividad
comercial. La fiesta de San Roque, Canaletto,
1735. Óleo sobre lienzo, National Gallery de
Londres. |
En otros países de Europa también hubo ejemplos
de clases o familias ennoblecidas.En Francia, la clase de los magistrados —por la
importancia inherente al cargo y a los asuntos
de que trataban, así como por la riqueza que
poseían— pasó a constituir una élite análoga a
la nobleza, e incluso una nobleza de segundo
orden, la llamada “nobleza togada” .
En otros lugares, además de los jueces, también
los profesores universitarios —cuya cultura,
erudición y competencia redundaban en provecho
de la sociedad en general— se convirtieron en
una élite análoga a la nobleza, pudiendo
inclusive acceder a ésta. O una familia que, por
dos o tres generaciones, contaba entre sus
miembros, al mismo tiempo, militares de alta
graduación, profesores universitarios y obispos,
también podía ser ennoblecida.
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Luis XV preside en 1715, a los cinco años de
edad, su primera sesión plenaria del Parlamento
de París, integrado por altos magistrados. La
Magistratura francesa, apodada de “nobleza
togada”, es otro ejemplo de élite tradicional
análoga nobilitada. Lecho de justicia de Luis XV,
Louis Michel Dumesnil, 1715 – Óleo sobre lienzo,
Primera antecámara de la Delfina, Palacio de Versalles. |
Tales ejemplos, entre otros, indican algunas
formas de incorporarse en la nobleza. El
requisito necesario en todas ellas era el
servicio prestado al bien común temporal y la
adquisición de un modo de ser y de vivir
compatible con la calidad de noble.
La suprema autoridad de Pío XII: la mejor
defensa para la tesis central
En su parte final, el título del libro presenta
aún, por una explicable medida de seguridad, la
fuente de la doctrina expuesta en sus páginas:
“en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a
la Nobleza romana”. O sea, todo lo que el libro
expone sobre tal asunto está basado en las
enseñanzas de aquel Sumo Pontífice. Así, un
ataque al libro significaría un ataque al propio
Papa. La autoridad papal constituye de ese modo
la mejor defensa para la tesis central de la
obra.
NOTAS
[*]
Excerpta de
conferencia del Prof. Plinio a socios y
cooperadores de la TFP en São Paulo. Compilación
y adaptación para publicación originalmente en
Catolicismo N° 519, Marzo de 1994, sin
revisión del autor. Traducción por "El
Perú necesita de Fátima".
[**]
"Nobleza y élites
tradicionales análogas en las alocuciones de Pío
XII al Patriciado y a la Nobleza romana", Ed.
Fernando III el Santo, Madrid, 1993. |