Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

El Carruaje

 

"Catolicismo" Nº 742, octubre de 2012 [1]

 

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Con relación a los vehículos modernos: ¿progreso o retroceso?

 

¿Carruaje o trono ambulante? Evidentemente, la fotografía es de un carruaje, pero recuerda un trono.

Todo en él fue estudiado en función del pasajero. En primer lugar, considérese la parte práctica: las ruedas y los muelles para que, en los caminos de aquel tiempo, el carruaje se moviera sin ser sacudido.

Sin embargo, más allá de ese aspecto práctico, hubo la intención de hacer bien al pasajero, y decorarlo con formas elegantes. ¡Notamos elegancia, espíritu práctico y confort!

Observen también los bellos cristales luminosos para adornar las ventanas. Estas, cuando son abiertas, llenan de aire fresco este trono ambulante.

Pintada con lindos adornos, percibimos por los dibujos y por los colores una realidad toda ella de fantasía, que está magníficamente representada.

El carruaje es un verdadero cofre, en el cual viaja esta joya de la naturaleza que es la criatura humana. El hombre es el rey del universo visible. Se diría que fue hecho para realzar la imponencia del caballero y la frágil distinción de la dama.

Imaginemos al frente cuatro caballos blancos y emplumados; un cochero sentado en un pescante; de pie, dos lacayos con tricornios y plumas; un corneta que cabalga junto al cochero anunciando que allí viaja una persona de alta estirpe. Todo es bello, todo rinde homenaje al hombre, como el ser superior, pero sumiso a Dios, infinitamente superior.

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Ahora, imaginemos otra escena: el carruaje se detiene; se coloca junto a la puerta una escalinata alfombrada; una señora va a entrar; el pestillo dorado de la portezuela es abierto por los palafreneros; todos se quitan los sombreros; su esposo, el hermano o el padre, le extiende la mano para subir; ella sube ligera y elegante.

Finalmente —para que palpemos la diferencia con los coches modernos—, imaginemos que alguien le preguntara: “Señora, ¿qué le parece cambiar su carruaje por un vehículo del siglo XX?”.

¿Qué sensación tendría ella? ¿Le estaría siendo propuesto un progreso o un retroceso? El mundo de hoy, cada vez más propenso a rebajar al hombre, ¡considera el carruaje un retroceso y el vehículo moderno un progreso!


NOTAS

[1] Excerpta de conferencia hecha por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en 9 de agosto de 1986. Publicada originalmente en "Catolicismo" Nº 742, octubre de 2012. Traducción y adaptación por "El Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fe".