En el vitral de la famosa Sainte Chapelle de
París contemplamos el Cristo del Apocalipsis.
Llevar la espada en la boca es símbolo del
guerrero, del caballero, de aquel que lucha. Es
la idea de la batalla. O sea, la idea de que Él
vencerá y lanzará al infierno a los enemigos
impenitentes está ahí presente. Es una
glorificación de la justicia de Dios.
Se trata de una visión de San Juan Evangelista
en el Apocalipsis [1,16 e 19,15]. Por tanto, una
escena inspirada. Si se busca en las iglesias
una imagen que represente a Nuestro Señor con la
espada en la boca probablemente no se
encontrará. Muchos fieles no serían capaces de
rezar delante de esa imagen.
Pero si poseyéramos una imagen así yo la
colocaría en alguna sede de la TFP. Adoramos
todas las manifestaciones de la divina
mansedumbre de Nuestro Señor Jesucristo, pero en
el Divino Redentor no reside solo la mansedumbre,
hay también la fuerza. La fuerza gladífera, con
la espada, la justicia y la santa cólera. Y como nuestro Salvador es perfecto, adoramos también
eso en Él. Y no la adoramos menos que su
mansedumbre divina.
Encontramos en esta representación lo que
imagino se podría colocar en alguna iglesia en
el futuro, cuando la Civilización Cristiana sea
restaurada: una imagen de este estilo o un
inmenso vitral, representando así el Hombre-Dios.
Expuesto a la devoción de los fieles, para ser
objeto de oraciones y de pedidos.
¿Qué pedir? El temor a Él, implorándole
el temor
al infierno, para el cual apunta en esta
representación. Pedir el horror al pecado, por el miedo a las penas del infierno.
Es el primer
paso para después amar enteramente a Dios.
Sainte
Chapelle: vitral del Apocalipsis. Al centro,
"Cristo Gladífero"
NOTAS
[1]
Excertas de conferencia
proferida por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en
12 de abril
de 1989
para socios y cooperantes de la TFP.
Adaptado y publicado originalmente, en português, en
"Catolicismo". Traducción al español por "Periscopio",
con adaptaciones de este sítio.
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