Plinio Corrêa de Oliveira

 

Historia de la Virgen

de la Medalla Milagrosa

 

"Santo del Día" 27 de noviembre de 1964 [1]

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A D V E R T E N C I A

Este texto es transcripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.

Si el profesor Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:

“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

Capilla de la Casa madre de las Hijas de la Caridad, en la Rue du Bac, Paris, donde fué revelada por la Virgen a Santa Catarina Labouré la Medalla de Nuestra Señora de las Gracias, conocida también como Medalla Milagrosa.

El 27 de noviembre fue el aniversario de la primera aparición de la Santísima Virgen a la religiosa Santa Catalina de Labouré, en 1830. Veamos un poco la historia de la aparición sucesiva, en el mes de febrero del año siguiente, y de la Medalla que la Madre de Dios mandó acuñar en esa ocasión.

La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan”.

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Y una voz dijo a Catalina: “Hay que hacer una medalla semejante a ésta que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen”, y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

Dos años después, en junio de 1832 comenzó la distribución de las primeras medallas en París, autorizada por el Arzobispo de París Monseñor de Quelen. Antes de terminar el siglo XIX se habían distribuido más de mil millones de medallas. Hoy, la medalla de la Virgen se ha extendido en todos los continentes pues es la única Medalla en el mundo, diseñada por la Santísima Virgen María.

La importancia de esta devoción fue destacada en 1964 por el pensador católico Plinio Corrêa de Oliveira, gran devoto mariano y fundador de la Sociedad brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad.

Transmitimos a continuación algunos extractos de los comentarios que él formuló en la ocasión.

“Vemos, en una de las caras de la medalla, la Virgen Maria pisando el mundo, o sea, poniendo sus pies sobre el mundo como una afirmación de su realeza sobre toda la tierra;

“Es exactamente la misma doctrina de la realeza de la Santísima Virgen que fue recordada en Fatima, como una garantía de la victoria de la Iglesia Católica: Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero, el Papa tendrá mucho que sufrir, la Iglesia será perseguida, pero al fin Mi Inmaculado Corazón triunfará.

“O sea, la Revolución anticristiana será derrotada y veremos la victoria del Corazón Inmaculado de María.

“Esa doctrina de la realeza de María está afirmada de modo elocuente: Nuestra Señora tiene a sus pies el mundo y aplasta una serpiente, lo que es perfectamente coherente con los otros símbolos de la medalla. Porque en esa misma cara de la medalla está escrito: ‘Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos’. Además, la Virgen está con las manos abiertas, como demostración de acogida, y de sus manos salen rayos luminosos intensos, que son las gracias y los favores que, por Sus manos – es decir por su intercesión – bajan del cielo a la tierra. Es un símbolo de la mediación universal de María. Todas las gracias que vienen de Dios y se difunden por el mundo vienen por las manos de la Virgen, que son manos distribuidoras de una cantidad enorme de favores.

“Esas gracias que bajan a la tierra son la conversión de los pecadores, pero también las gracias para que los fieles se mantengan fieles, lo que incluye a veces el castigo de los enemigos de Dios, irreductibles a la gracia divina, para proteger a esos que se mantienen fieles hasta el fin. Todo eso sale de las manos de María Santísima como de un manantial.

“El reverso de la medalla es igualmente simbólico. Contiene los elementos de varias devociones que se conjugan. Vemos allí doce estrellas, al igual que en la corona de la Virgen aplastando la serpiente, que figura en el verso y que representa la Mujer de que hable el Apocalipsis. Vemos también una gran M central, que es la M del nombre de María, sobre la cual se apoya una cruz.

“Finalmente, debajo de la M se ven dos corazones, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, que son dos grandes devociones que constituyen, en realidad, una sola devoción. Es de esos Sagrados Corazones que nos llegan todas las gracias necesarias para poder ser fieles a la fe católica y a los 10 mandamientos en medio de la corrupción generalizada del mundo revolucionario moderno, impío e igualitario.

“La medalla milagrosa es una especie de escudo que la Virgen María nos entrega para la lucha contra todas las tentaciones del mundo y del demonio. Un escudo especialmente eficaz, teniéndose en vista las promesas contenidas en la medalla milagrosa y en la invocación a Nuestra Señora de todas las gracias. Y por la referencia a la Inmaculada Concepción que está aplastando la cabeza del demonio, porque Ella es particularmente eficaz en esta lucha que todos nosotros debemos emprender cada día contra el poder de las tinieblas".

 


 NOTAS

[1] Excertos de conferencia proferida por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en 27 de noviembre de 1964 para socios y cooperantes de la TFP. Traducción al español y adaptación para podcast por "Credo Chile", con adaptaciones de este sítio para esta publicación. El texto completo de esta conferencia (en portugués) puede ser leido aquí.

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