Plinio Corrêa de Oliveira

Ambientes, Costumbres, Civilizaciones

CHEVERNY

Lo maravilloso del equilibrio

 

"Catolicismo" N.º 595, Julio de 2000 [1]

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A D V E R T E N C I A

Este texto es transcripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.

Si el profesor Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:

“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

Considerando el panorama de la foto vemos que se trata del Castillo de Cheverny, de estilo renacentista y clásico, situado en el valle del Loira, en Francia. ¿Dónde está su belleza? Es necesario analizar cada elemento.

La hierba parece de un verde esmeralda, que no germina en todas partes. En medio de la hierba, la cosa más común del mundo: una carretera totalmente recta. Al fondo, un castillo.

¿Qué tiene ese castillo propiamente de maravilloso? No se ve una estatua, no se observa casi ornato, ni es una construcción cara. Es lo maravilloso del equilibrio, lo maravilloso del edificio bien pensado, estudiado y construido con categoría. Es el equilibrio que se encuentra en las cosas francesas, que contienen toda clase de sabores.

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Analicemos el edificio. Se compone de una especie de torre central, que es el punto monárquico de la construcción. Esta parte central es ligera, esbelta, pero de tal manera está bien pensada que no parece raquítica en relación con los dos extremos achaparrados e hinchados existentes a uno y otro lado. Está bien centrada, es la gracia dominando la fuerza, Jacob dominando a Esaú. Los elementos pesados coordinados alrededor del leve.

Es la afirmación de la superioridad del espíritu. El triunfo de la gracia sobre la fuerza, de la inteligencia sobre las cosas materiales.

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Sin embargo, el contraste entre la parte central y los dos extremos es equilibrado, porque todo contraste, para ser equilibrado, tiene que tener partes intermedias armónicas, y los dos cuerpos de edificios iguales, que no son tan esbeltos como el central, ni tan rechonchos como los extremos, se sitúan entre uno y otro preparando la transición.

La altivez del castillo es lo que tiene de más gracioso. Es como quien dice: “Soy fuerte, pero sobre todo me precio de ser inteligente. En definitiva, soy completo. Soy dotado de inteligencia y de fuerza. Soy equilibrado”.

 El castillo de Cheverny, siendo quizá demasiado discreto, es realzado por la perspectiva. Está en un gran parque, rodeado de una simple, pero espléndida alfombra esmeralda para presentarse. A lo lejos, arboledas formando el marco. Se diría que él sale de dentro de un mundo de delicias y de misterios. La claridad y la lógica rodeadas por imponderables, es otra forma de equilibrio.

¿No es verdad que uno de los placeres de la vida, que hacen la existencia humana digna de ser cristianamente vivida, es analizar las cosas de esa manera? Pero analizar con los ojos puestos en el Cielo. Porque esos son valores del espíritu, y son así porque la civilización que generó tales valores fue cristiana. Son así, porque fue derramada la preciosa sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

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Esos valores son un reflejo de la Iglesia Católica. Si no fueran las virtudes cristianas, esto no habría sido así. Entonces, no es un puro gozo para los ojos que se consigue con ese análisis, ni un puro gozo de la inteligencia. Por encima de los gozos visual y de la inteligencia hay una alegría superior del espíritu, que considera un orden trascendente de cosas. Orden en el que existe un Dios personal y sobrenatural, en el Cual todas las formas de equilibrio se realizan de modo tan insondable, que ninguna criatura es capaz de imaginar.

Así es como la bendición de Dios hizo la Tierra y como la Civilización Cristiana la modeló. En última instancia, esta es una imagen del Cielo, para el cual todos estamos llamados.

 


 NOTAS

[1] Excertas de conferencia proferida por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en 12 de maio de 1961 para socios y cooperantes de la TFP. Adaptado y publicado originalmente, en português, en "Catolicismo". Traducción al español por "Periscopio".