La poesía de las flechas
inexistentes, pero
imaginables
La catedral gótica de York,
en Inglaterra, presenta
algunas características que
a primera vista impresionan
poco, pero cuya belleza es
necesario degustar.
El deleite por el principio
de unidad y trascendencia
nos llevaría a desear que
las torres terminaran mucho
más altas, por una serie de
impulsos menores y con una
punta altiva y elegante.
Pues no es adecuada según el
mejor espíritu católico una
torre sin punta, sin una
flecha.
Las dos torres de la fachada
no tienen puntas, pero sus
ángulos están flanqueados
por algunos florones que
causan a primera vista la
impresión de torreones.
¿Dónde está la belleza de
estas torres? Se puede decir
que están inacabadas, y que
no poseen toda la belleza
con la que soñó para ellas
el arquitecto. Pero su
belleza propia es justamente
el no tener un cono, pues
encierran algo que nos lleva
a imaginar las puntas que no
existen y a soñar con ellas.
En el orden de la
naturaleza, las sombras
tienen su belleza, y a veces
son más bellas que la
realidad. También las
cumbres y las puntas
inexistentes quedan
insinuadas, cuando la base
es hecha con talento. Y por
medio de la insinuación,
cualquiera puede formarse
una cierta idea
subconsciente de aquello que
podría existir.
En las dos torres hay algo
que ayuda a la imaginación
de quien las ve, a elevarse
hasta el cono.
De hecho, prestando
atención, se desprende de
ellas cierta poesía: la del
cono inexistente, pero
imaginable.
La catedral está rodeada por
casas casi pegadas unas a
las otras, sin mucho orden,
formando un conjunto de
anacronismos de acuerdo con
la fantasía.
El baptisterio está casi
inmerso en medio de un
enmarañado de dependencias
de la catedral y de casas.
Hay también un árbol, medio
entrelazado con las
construcciones.
En ese conjunto tenemos lo
contrario del urbanismo
moderno, en el cual nada es
entrelazado.
¿Qué harían los urbanistas
contemporáneos? Derribarían
todo el caserío, para que la
catedral quedara a la vista
por cualquiera de sus lados,
y lo substituirían por una
plaza vacía, con césped y
árboles.
Resultado: perdería un no sé
qué en la línea de lo
acogedor, de la convivencia
íntima entre piezas
diferentes. Todo el conjunto
es agradable e interesante,
diferente al perpetuo
cuadrilátero de las calles
modernas.
NOTAS
[1]
Excerpta de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de
Oliveira a socios y cooperadores de la TFP en 22 de
mayo de 1985.
Traducción y adaptación por "El Perú necesita de Fátima - Tesoros de la fe".
Sin revisión del autor. Fuente:
Revista "Catolicismo" Nº 827, Noviembre de 2019.
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