Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Madonna del Miracolo:

La felicidad inefable de la despretensión

y de la pureza

 "Catolicismo" Nº 673 - Enero de 2007 [1]

  Bookmark and Share

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

Altar lateral de la Iglesia de Sant’Adrea delle Fratte (Roma) sobre el que apareció la Santísima Virgen y convirtió al judío Alfonso Ratisbonne

Uno de los hechos que marcan la historia religiosa del siglo XIX fue la aparición de Nuestra Señora al judío Alfonso Ratisbonne y su retumbante conversión al Catolicismo.

El joven banquero Ratisbonne, natural de Estrasburgo, nacido en 1814, de una riquísima familia israelita, vivía muy distante de la fe católica.

Alfonso Ratisbonne ya como sacerdote

El joven banquero Ratisbonne, natural de Estrasburgo, nacido en 1814, de una riquísima familia israelita, vivía muy distante de la fe católica. El día 20 de enero de 1842, en viaje turístico a Roma, por una curiosidad meramente artística accedió a entrar en la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, acompañando a un amigo, el Barón de Bussières.

Mientras éste iba a la sacristía para encomendar una misa, el joven judío apreciaba las obras de arte de aquel templo. Cuando se encontraba ante el altar consagrado a Nuestra Señora de la Gracias de la Medalla Milagrosa (conocido hoy como altar de la Madonna del Miracolo), ella se le apareció y lo convirtió instantáneamente a la Iglesia católica, haciéndolo un fervoroso católico.

La lápida registra la milagrosa conversión: “En esta capilla Nuestra Señora apareció al hebreo Alfonso Ratisbonne convirtiéndolo a Cristo”.

Trascribimos a continuación un comentario el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira con respecto a la milagrosa imagen, que tuvo la ocasión de venerar varias veces en su estadía Roma.

*   *   *

La felicidad inefable de la despretensión y de la pureza

 

El cuadro de la Madonna del Miracolo aparece con la frente coronada y con un resplandor con 12 estrellas en forma de círculo.

La fisonomía está discretamente sonriente, con la mirada dirigida hacia quien esté en arrodillado delante de Ella. Muy afable, al mismo tiempo muy regia.

Por el porte, da la impresión de una persona alta, esbelta sin ser delgada, muy bien proporcionada y con algo de una imponderable conciencia de su propia dignidad.

Tenemos la impresión de una reina, mucho menos por la corona que por todo su talante, por la mezcla de grandeza y de misericordia.

La persona que la contempla tiende a quedar apaciguada, serena, tranquilizada, como quien siente calmadas sus pasiones agitadas. Como si Ella dijese: “Hijo mío, yo arreglo todo, no se atormente, estoy aquí oyendo que necesita de todo, pero yo puedo todo, y mi deseo es darle todo. Por lo tanto, no tenga dudas, espere un poco más, que lo atenderé abundantemente”.

El cuadro tiene algo de misterio, pero un misterio suave y diáfano. Algo como el misterio de un día con un cielo muy azul, en que uno se pregunta lo que habrá para allá del azul. Pero no es un misterio cargado, es un misterio que queda por detrás del azul y no por detrás de nubes.

Noten la impresión de pureza que el cuadro trasmite. Comunica algo del placer de ser puro, haciendo comprender que la felicidad no está en la impureza, contrariamente de lo que mucha gente piensa. Es lo contrario. Poseyendo verdaderamente la pureza, se comprende la inefable felicidad que ella concede, al lado de la cual toda la pseudo felicidad de la impureza es basura, tormento y aflicción.

Noten también la humildad. Ella revela una actitud de reina, pero haciendo abstracción de toda la superioridad sobre la persona que reza delante de Ella. Trata a la persona como si tuviese proporción con Ella; cuando ninguno de nosotros tiene esa proporción, ni aun los santos.

Sin embargo, si apareciera Nuestro Señor Jesucristo, ella se arrodillaría para adorar a Aquel que es infinitamente mayor. Ella tiene la felicidad inefable de la despretensión y de la pureza.

Delante de un mundo que el demonio va arrastrando para el mal, por el placer de la impureza y del orgullo, la Madonna del Miracolo nos comunica ese placer de la despretensión y de la pureza.

 


NOTAS

[1] Excerpta de conferencia del Prof. Plinio a socios y cooperantes de la TFP en 20 de Enero de 1976. La transcripción no fué revista por el autor. Publicada en "Catolicismo" N° 673 de Enero de 2007. Traducción y adaptación por "Acción Familia".

 

 

Bookmark and Share