Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Reflexiones sobre el pavo real

"Catolicismo" Nº 626 - Febrero de 2003 (*)

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A D V E R T E N C I A

Este texto es trascripción de cinta grabada con la conferencia del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.

Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:

“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.

Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.


Sin el equilibrio de la doctrina católica,

los problemas del universo se vuelven insolubles

 

Mirando un par de pavos reales, pensé lo siguiente: estas aves, tan superiores al hombre por algún aspecto, pero tan inferiores por todos los demás, sugieren que hagamos esta comparación. Lo que se debe, no cabe duda, a que hay pocos seres humanos tan elegantes como ellos.

Si Nuestro Señor Jesucristo dijo que Salomón, en toda su gloria, no se vistió como los lirios de los campos, podemos decir que nadie, en el apogeo de su gloria, se vistió como un pavo real. En este sentido, Luis XIV, con todo su esplendor, no se compara con un pavo real.

De ahí la impresión de una misteriosa superioridad de este ser tan inferior. No son apenas las plumas, sino las actitudes. Se diría que cada pavo real es un archiduque de la Casa de Austria. Tiene unas miradas, tiene un estilo, tiene una manera de mostrarse indiferente a las demás cosas y de pasar por encima de todo; tiene arrogancias, tiene insolencias y tiene una naturalidad dentro de la distinción, que es algo soberbio.

Pero, por otro lado, prestando atención a su mirada, uno se da cuenta de que es perfectamente necio, no coordina nada, no percibe nada. Son animales perfectamente tontos, que repiten las mismas cosas de generación en generación, instintivamente; y, al pie de la letra, ¡no ven más allá de sus narices!

Sin embargo, todos sus actos están proporcionados a su naturaleza. No hacen nada que no esté de acuerdo con la ley natural a la que están sujetos. Es decir, están perfectamente organizados y no necesitan de ascesis, porque les apetece hacer lo que corresponde a su naturaleza. De modo que no necesitan dominarse a sí mismos, ni exámenes de conciencia, ni mortificación de las miradas, ni penitencia. Solo tienen deseos de hacer lo que deben hacer. Funcionan a la perfección.

*     *     *

Así, es natural que un hombre que tenga algo de sentido de la reflexión se pregunte lo siguiente: en este universo tan desordenado, ¿cómo es posible que yo, un ser inteligente, que hago parte de la especie humana, acabe medio avergonzado ante el ejemplo de este pavo real? A causa de mi desorden interior, apetezco cosas que mi naturaleza prohíbe, rechazo cosas que mi naturaleza exige; mi razón me indica una conducta y mi sensibilidad camina, como un huracán, en dirección contraria. Además de requerir el auxilio sobrenatural, me veo obligado a librar una lucha titánica para que mi conducta sea la que debe ser. En cambio, ahí está, el buen orden intrínseco de este pavo real. ¿Cómo explicar algo así?

Una reflexión se impone y nos conduce, naturalmente, a la siguiente alternativa: O acepto la doctrina católica sobre el pecado original y, entonces, todo se esclarece perfectamente; o, la niego y me enfrento a lo inexplicable. Si uno decide no aceptar la doctrina católica —y, en consecuencia, guardar odio al pavo real—, ¡se tendrá un odio mucho mayor al hombre virtuoso, que hace el sacrificio que uno no quiere hacer!


NOTAS

(*) Texto extraído de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira de 5 de agosto de 1974. Sin revisión del autor. Traducción y adaptación por "El Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fe"