El primer aspecto que llama la
atención en la escultura del hombre
que figura en esta página es la
forma en que está de pie. Tal
escultura bien podría representar al
cruzado en el apogeo de la Edad
Media. Presenta un perfecto
equilibrio corporal. Los pies no son
pies planos, como los del pato, con
la precaria firmeza de este. Es la
estabilidad corporal del hombre, en
la que no falta cierta nota de
elegancia, en la que entra algo
espiritual. Las piernas, el tronco,
los brazos, representan la perfecta
solidez física de un hombre que
venció la acción de la gravedad.
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No ha
cedido a la pereza. Pero tampoco es
efervescente, no tiene la mentalidad
de un hombre de negocios, que habla
por cinco teléfonos al mismo tiempo…
Permanece totalmente tranquilo, pero
de tal manera que su descanso se
convierte en acción en una sola
pieza. Y la acción que es de una vez
por todas la guerra. La más
absorbente de todas las actividades,
la que se opone más directamente a
la pereza no es el trabajo, sino la
lucha. Está en una posición en la
que en cualquier momento puede
empezar la pelea.
Está
haciendo una proclamación con los
brazos abiertos, como quien dice: “Esto
es así y no menos, ay del que niegue
lo que yo proclamo, porque tomo la
espada…”. Es la proclamación
perfecta de quien anuncia y amenaza.
Por
otro lado, el cruzado permanece en
una actitud contemplativa. Su
fisonomía indica que no está viendo
lo que sucede a su alrededor. Está
mirando dentro de sí mismo. Y desde
su interior considera un ideal
completamente superior, que ilumina
su alma: estos son los principios a
favor de los cuales el hombre está
obligado a luchar.
Es
todo un edificio de coherencia, de
metafísica, listo para descargar el
golpe. Todos los motivos de la lucha
están presentes, todos razonados,
coherentes, todos positivos.
Es un hombre profundamente serio. Si algo
sucede frente a él, su visión será la de
toda la realidad. No exagerará, ni
subestimará, ni retorcerá la realidad, ni
mentirá. Él ve lo que pasa y dice lo que ve.
Es el hombre serio por excelencia.
NOTAS
[1]
Excerpta de conferencia del Prof. Plinio
Corrêa de Oliveira a socios y cooperadores
de la TFP en 22 de abril de 1967. Sin
revisión del autor. Traducción y adaptación por "El
Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fé"
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