"¿Han perdido a su madre, a su padre, a un hermano? ¿Las llevan a la cárcel? ¿Está pasando el funeral de una amiga? ¿Qué desgracia les ha ocurrido a estas jóvenes de fisonomía convulsa, ojos alucinados y llorosos? Las fotos aquí reproducidas son motivo de preocupación para los estudiosos de la psicología juvenil. Estamos en el aeropuerto de Los Ángeles. Cuatro jóvenes vestidos de negro bajan las escaleras de un avión, con su pelo largo y despeinado ocultando la frente y cayendo sobre los ojos: son los Beatles, los vociferantes cuyas edades combinadas no llegan a los cien años". Con estas palabras, una conocida revista internacional se refiere a las dos primeras fotos de esta página.

La chica de arriba, como puede ver el lector, tiene un puñado de hierbas en la mano que contempla con ternura: ¡los "Beatles" han puesto sus pies sobre ellas!

La tercera foto representa el interior de una enfermería del aeropuerto de Nueva York. ¡Estas jóvenes están siendo atendidas porque se desmayaron al ver llegar a los Beatles a esa ciudad!

Emotividad paroxística, desconectada de toda motivación racional y de todo control de la voluntad, fantasía libre, arbitrariedad y capricho erigidos en regla suprema de la vida: éste es el triste fundamento de un estado mental y nervioso totalmente desequilibrado.

No se piense ni por un momento que se trata de casos aislados. Escenas similares o análogas a éstas se multiplican por todo el mundo, atestiguando que estamos en presencia de una ola de desequilibrio que arrastra a la humanidad en proporciones cada vez mayores.

¿Adónde nos llevará esto? No es difícil responder: a la barbarie.

¿Y de qué resulta ella? De una educación sin base religiosa seria, en la que se olvida la moral católica.

Estos olvidos son más frecuentes de lo que creemos. No ocurren sólo en los hogares donde nunca se habla de Jesucristo, la Virgen y la Santa Iglesia. También ocurren en los hogares donde se conservan las apariencias cristianas, pero la educación es visceralmente pagana.

Esta educación tiene mil formas. Pero, a modo de documentación sobre una de estas variantes —y tan frecuente— reproducimos aquí un conjunto de reglas muy bien escogidas, que un cronista de "O Globo" reprodujo de la revista americana "Unitas" bajo el título de "Cómo hacer un play boy":

1) Dale a tu hijo, desde pequeño, todo lo que quiera. Así crecerá pensando que todo en el mundo es suyo.

2) Si dice palabrotas, encuéntralo gracioso. Se creerá muy listo.

3) No le des orientación moral. Di: “Cuando tenga 21 años, elegirá por sí mismo la religión que quiera”.

4) Nunca le digas "no hagas eso". Creará complejos de culpa. Más tarde, cuando lo detengan por robar coches, di: "La sociedad le persigue".

5) Recoge todo lo que tire al suelo. Sabrá que los demás deben hacer lo que es su obligación.

6) Déjale leer de todo. Pero esteriliza su taza para que no se contamine.

7) Discute delante de él. Cuando su hogar se desmorone, no se sorprenderá.

8) Satisface todos sus deseos, para que no se frustre.

9) Dale generosamente todo el dinero que quiera.

10) Dale siempre razón. La policía y los profesores son los que le persiguen.

11) Cuando se pierda, explicate que no se puede hacer nada más. Y prepárate para una vida de amargura y sufrimiento.