Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Religión de la irreligión, aspecto

sutil de la nueva táctica comunista

 

"Catolicismo" N.º 183 - Marzo de 1966

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El pueblo de Alemania Oriental está siendo sometido por el Partido Comunista a un proceso de descristianización que presenta peculiaridades dignas de mención.

Sin duda, la persecución religiosa no se ensaña allí con la violencia de los peores tiempos. Se concede un mínimo de libertad de culto. Y el efecto de esta concesión es dar un respiro a los creyentes más fervientes. Este mínimo concedido les parece algo así como un espejismo que se ha hecho realidad, un beneficio que nunca se habrían atrevido a esperar. Toda su preocupación es preservar este beneficio en la medida de lo posible y disfrutarlo en paz. La táctica que siguen instintivamente para ello es no disgustar a los tiranos comunistas, no sea que se molesten y retiren la exigua concesión.

El efecto concreto de todo esto es que el comunismo anestesia así y conduce a una pasividad rayana al colaboracionismo, precisamente a quienes, por su fervor religioso, serían el núcleo más irreductible y emprendedor de la oposición a la dominación atea.

Sacando aún otro provecho —éste de orden internacional— de esta tenue libertad de culto, los comunistas se jactan en los cuatro rincones del mundo de que ya no persiguen la religión. Este alarde, amplificado en prosa y en verso por el progresismo, que es siempre el instrumento de acción más frenético, más humilde y más útil del marxismo, desarma a su vez a un número creciente de católicos, que debilitan su resistencia a la propaganda roja, creyendo ingenuamente que el comunismo inicia una evolución que lo llevará a ser cada vez más amplio y más comprensivo con la libertad de culto.

Así, el comunismo, operando en las demás naciones de atrás del Telón de Acero de la misma manera que en Alemania Oriental —aunque en proporciones variables— obtiene, con un mínimo de concesiones, ventajas casi inapreciables, que veinte años de violencia, objeciones y propaganda explícita no podrían darle, en las condiciones actuales de la opinión mundial.

Por muy grandes que sean estas ventajas, no se quedan ahí. En un clima de relativa distensión religiosa, el PC, liberado de dramáticos conflictos ideológicos, lleva a cabo una implacable labor de aniquilación de la religión entre las nuevas generaciones. Y los progresistas, siempre inteligentes, dedicados, meticulosos cuando se trata de servir al comunismo, no hacen ningún aspaviento. Por el contrario, mantienen en secreto el terrible y clamoroso hecho.

Toda la juventud de Alemania Oriental, por ejemplo, está siendo sometida a una propaganda atea que ha dejado parte de su carácter agresivo y revoltoso para adoptar un aire de corrección y serenidad científica. El comunismo ya no se presenta bajo la figura de un agitador hirsuto y harapiento, bramando amenazas y blasfemias. Hoy en día utiliza al propagandista de aspecto llano, que habla de la religión como si fuera un cuento de hadas que la ciencia ha demostrado que carece de todo fundamento. Los representantes del régimen no se limitan a organizar desfiles militares, sino que se aplican a promover ceremonias de apariencia cuidada, limpia y risueña. Algunas de ellas sirven para modelar un nuevo estilo de vida, en el que el marxismo desempeña el papel de una religión al revés, con su culto al revés también.

De este modo los sacramentos son sustituidos en la vida de los jóvenes por ceremonias "ateo-religiosas". Es la religión de la irreligión, mil veces más peligrosa como instrumento de propaganda que la irreligiosidad satánicamente violenta de antaño.

El diablo siempre es así: muchísimo más peligroso cuando se presenta melifluo y sonriente que cuando se muestra aullante y amenazador...

Las fotos de estas páginas, tomadas en Alemania del Este, nos muestran algunos aspectos de los encantos de la sonrisa del "new-look" comunista:

● Personas vestidas como en Occidente sonríen con ternura. Hay una alegría en el aire análoga a la de una fiesta de bautizo. Es realmente un "bautismo" marxista. En Alemania comunista, cuando los padres dan un nombre al recién nacido, hay una pequeña fiesta como ésta. La única persona que parece tensa, recelosa, con prisa por alejarse cuanto antes, es la joven madre, objeto de tantas sonrisas. Pobrecita: ella sabrá por qué.

● Los jóvenes del PC son sometidos a una ceremonia atea análoga a la Confirmación. Obsérvese el edificio: bastaría con sustituir por una cruz la clásica paloma del pacifismo rojo y las palabras "Teatro de la Paz", y tendríamos la impresión de una capilla de pueblo. Las jóvenes que forman filas y las que desfilan bien podrían ser de una asociación religiosa que se prepara para llevar flores a una cruz o a una imagen en algún lugar público cercano. Una de las chicas, en primera fila del desfile, lleva al cuello una cinta que recuerda a la de tantas asociaciones piadosas. Es otro aspecto dulce y "religioso" que ha tomado el mefistófeles marxista en este momento.

● Aquí se reúnen niños vestidos con buenos trajes en una actitud claramente de culto. Son "jóvenes pioneros" de las organizaciones comunistas, reunidos ante el monumento de Marx y Engels, en una "oración atea" que simula en sus rasgos exteriores la postura que podrían tener los niños católicos al rezar ante una imagen sagrada.

●Si no fuera por el retrato de Lenin, el lector creería estar en una notaría de cualquier ciudad occidental. La novia lleva flores en el pelo, flores en la mano y un traje blanco. El funcionario estatal la felicita con cierta solemnidad, como si el acto no tuviera en la doctrina comunista el carácter estrictamente burocrático y prosaico de un simple registro. La nota religiosa al contrario se insinúa en las fotografías de Lenin y otros líderes marxistas, que recuerdan vaga, pero insistentemente, a las imágenes de Santos. Las banderas de alguna organización comunista, portadas por jóvenes, contribuyen a marcar el ambiente con una discreta nota ideológica. Es la "religión" de la irreligión la que flota en el aire...

Y mientras se construye así una sociedad atea, aclimatada en su ateísmo, y que acepta como enteramente normal y satisfactorio el tipo de culto cívico ateo, en algunas raras iglesias hombres y mujeres encanecidos, o que están a punto de encanecer, rezan indolentemente resignados y casi satisfechos. La gente que pasa junto a ellos los mira exactamente con la risa y el desdén con que los niños que ya no creen en las hadas mirarían a otros que se obstinasen en creer en ellas.

Todo parece indicar que la religión se tambalea sin gloria y se encamina hacia la muerte, mientras que la irreligión, imbuida de la juventud, la energía y el esplendor de la juventud, contiene en sí misma todas las esperanzas del futuro.

La Virgen, Mediadora de todas las gracias, sabrá ciertamente suscitar almas que, por debajo y más allá del Telón de Acero, resistan la sutil y tremenda tentación de creer en la autenticidad de este panorama y de cruzar los brazos ante la satánica maniobra de envolvimiento ideada por el adversario. Pero estas almas no estarán entre las que, por cobardía, indolencia o una pequeña pero activa dosis de simpatía por el marxismo, se obstinaren en creer en el inmenso "bluff" de distensión religiosa que los comunistas preparan para arrostrar a la humanidad.

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