Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Horror demoníaco

 

"Catolicismo" N.º 171 - Marzo de 1965

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Qué horror, qué fealdad excesiva, habrá exclamado cualquier lector sensato al ver estos tres monstruos.

Qué horror, en efecto: lo decimos, sin embargo, no sólo en el sentido de feo-horrible, sino en un sentido mucho más profundo aún.

Estos tres monstruos chocan con la sensibilidad natural del hombre. Están en flagrante contradicción con todos los principios de orden, bondad y belleza establecidos por Dios en la creación. Una corriente artística que multiplica monstruos como éstos, que rodea de ellos el entorno del hombre, y que quiere así acostumbrar a la humanidad a encontrar normales estos horrores, conduce a un profundo deterioro de la inteligencia y de la sensibilidad, y es responsable de todas las consecuencias subsiguientes en el plano religioso, moral y cultural.

Jinete de las tinieblas” es una figura de 90 centímetros en escoria de alto horno de Jean Dubuffet. Más conocido como pintor, a menudo se le ha calificado como el artista más importante surgido en Francia después de la guerra.

En efecto, si un San Luís de Francia o un San Fernando de Castilla, piadoso, puro, fuerte, majestuoso, montando su corcel, lanza en ristre contra el adversario, es bien el símbolo del caballero de la luz, hay que reconocer que este lisiado es análogamente el símbolo del caballero de las tinieblas. Tinieblas, sí: en la medida en que todo lo que es verdad, coherencia, belleza y orden es luz, y todo lo que es error, incongruencia, hediondez y desorden es oscuridad. Este ente absurdo, en el que todas las partes son incoherentes, en el que cada parte es horrenda y lo horrendo de la “combinación” de las partes es aún más horrendo, en el que anatómica y fisiológicamente todo no es más que desorden, constituye un símbolo de todo lo siniestro. En una sola palabra, un demonio carrancudo que deseara expresar su horror en forma material podría elegir muy bien esta forma.

¡Qué gemido, el de ese pájaro! ¡Qué catástrofe irremediable le ha atingido! Su cabeza y su pecho, privados de las condiciones de vida por una monstruosa amputación viven, sin embargo. Viven una vida irremediablemente trágica y disparatada, como un eterno desafío a la sabiduría y a la bondad de Dios, ¡como si Él permitiera que existiera semejante absurdo, un ser-no-ser!

Un demonio que, blasfemando contra el Señor, quisiera expresar su desesperación como eterno condenado a un castigo absolutamente justo, irremediable, totalmente aplastante, podría simbolizarse muy adecuadamente en esta estatuilla.

● “Quemado, ulcerado y con aspecto de derretirse, el bronce PÁJARO de Elisabeth Frink (de 40 centímetros de altura) podría ser un recuerdo de pasado reciente o una visión profética. La artista es una novata inglesa”.

Igual en horror a una cabeza sin cuerpo sólo un cuerpo sin cabeza.

● “La FIGURA ALADA de César (1 metro de largo) sugiere una ruinosa fusión entre pájaro, Victoria griega y avión — o historia natural, arte clásico y tecnología que participan en un holocausto universal”.

Este cuerpo que marcha animosamente como la Victoria de Samotracia, pero sin ver ni saber para dónde, es ya en sí mismo un absurdo. Lo peor es que no siente el inmenso peso de algo desproporcionado que pesa sobre sus alas. Es un ala extra, un destrozo, el ala caída de un avión.

Así, un monstruo lleno de estúpido bienestar lleva una fardo insoportable, es decir, un destrozo.

Este bronce es un horror análogo al que hemos analizado anteriormente. Se puede repetir al respecto el mismo comentario.

Horror, dijimos al principio. Horror monstruoso. Peor aún: horror demoníaco.

Traducido con auxilio de www.DeepL.com/Translator (free version)