¿Cómo se podría definir la palabra “ambiente”, por lo
menos en el sentido en que la toma esta sección? Dios estableció entre
ciertas formas, colores, sabores y sonidos, por un lado, y por otro lado
ciertos estados de alma de los hombres, afinidades difíciles de definir,
pero muy reales.
Así, es explicable que un objeto, o un conjunto de
objetos, pueda despertar en el hombre un determinado estado de espíritu.
Ambiente es, pues, el estado de espíritu en cuanto sugerido por los
objetos.
En este sentido el ambiente puede ser suscitado, por
ejemplo, por una música, un mueble, una sala, un edificio, una ciudad o
un panorama.
Por razones obvias, y en grado mucho más alto, una
persona, o una reunión de personas, pueden constituir un ambiente.
Esto dicho, es fácil comprender que, de las muchas
partes de una ciudad, ninguna se presta mejor a sugerir ambientes que la
plaza pública. Ella constituye un todo que invita al transeúnte a
detenerse, a respirar un poco, a descansar, y a entretenerse en la
consideración de los elementos de unidad y de variedad que la hacen
bella. Por eso es que, habitualmente, hay mucho más esmero en el
embellecimiento de las plazas que en el de las calles.
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Comprendiendo esto, los peruanos supieron hacer en Lima
una espléndida Plaza de Armas, en la que las más genuinas tradiciones
arquitectónicas hispanoamericanas se alían a un juicioso aprovechamiento
de los recursos actuales.
El
Palacio Arzobispal de Lima, destruido por un terremoto en 1904,
pero reconstruido fielmente, posee el equilibrio, la elegancia,
la fuerza, y sobre todo la nobleza de los mejores especímenes
del género: es propiamente una joya. |
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El
edificio del Club de la Unión, una de las sociedades más
prestigiosas de la capital peruana, es más reciente. Pero de él
se puede decir que perpetúa con autenticidad las bellas
tradiciones locales. |
Y
elogio análogo merece el Palacio Municipal, también majestuoso,
fuerte y acogedor. |
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Los nobles edificios de esa Plaza sirven de marco a la
linda Catedral, que allí figura como Reina. Es bien el símbolo de la
Iglesia, santamente ufana de las tradiciones que creó, e inspirando con
tacto, prudencia y sabiduría la continuidad de esas tradiciones, a
través de las circunstancias siempre nuevas de los siglos...
NOTAS:
[1] Traducción y
adaptación por
"El Perú necesita de Fátima - Tesoros de la Fe".
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