Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Cada vez menos pan

y más circo...

 

"Catolicismo" N.º 94 - Octubre de 1958

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Reproducimos hoy la carta propagandística de un candidato a diputado a la Asamblea General (equivalente, como función constitucional, a la actual Cámara de Diputados), durante los últimos meses de la monarquía [N.C.: notar que el autor se refiere a la organización política de los últimos años de la monarquía del Brasil y lo compara a la del Brasil republicano de los años 50].

El firmante, el Dr. Delfino Pinheiro de Ulhôa Cintra, ocupó este cargo en varias legislaturas y fue Presidente de la Provincia de Santa Catarina.

En este documento se muestra partidario de la monarquía y de la descentralización, pero opuesto al sistema federativo. No son exactamente sus ideas políticas las que queremos comentar, sino el aspecto “ambientes, costumbres” de la carta que el candidato envió a los numerosos jefes electorales de sus relaciones. ¿Cómo deseaba ser tratado, hace setenta años, un votante brasileño? ¿Qué perfil moral le exigía a un hombre público para darle su simpatía, su confianza, su voto? Eso es lo que se puede observar en esta circular, escrita e impresa según los estilos en uso en la época.

El trato es respetuoso. El nombre del destinatario iba precedido de la fórmula “Illm. Snr. [Ilmo. Sr.]” El candidato, en un lenguaje elevado y cortés, declara que “viene a solicitar de V. S. [Vuestra Señoría] el apoyo de su voto y su merecida influencia”. Y “espera confiadamente” que el destinatario siga distinguiéndole con su confianza política”, como en anteriores elecciones en las que ya le dio su “benévolo apoyo”. Y finalmente suscribe: “De V.S., Atto. Amgo. y afectuoso servidor”.

Fórmulas, fórmulas comunes, habituales, por así decir moneda corriente del discurso social de la época. Pero en esta moneda se acuñaron como símbolos los estilos de muchos siglos de civilización cristiana, inspirados en el respeto y el amor mutuos. Fórmulas, por esta misma razón, que tenían un papel a desempeñar en las relaciones humanas, y cuya ausencia causaría extrañeza.

¿Cuál es el argumento que da el candidato para merecer los sufragios? Sus ideas. Y ningún otro. No afirma que sea campeón de nada, que toque bombo, que sepa montar a caballo con la frente a la grupa o que sea ventrílocuo. Propone un programa, con concisión, sencillez y lenguaje elevado. Si estás de acuerdo, vota por él. Si no lo haces, vota a otro.

Y en todo ello queda retratado no sólo el candidato, sino el elector, y todo el ambiente político brasileño de la época.

Vota por Pedro para diputado federal, reza un cartel pegado a un árbol. En la misma rama, a pocos centímetros, una pancarta recomienda votar por Juan. Enfrente, colgado de dos postes, otro cartel ondeaba al viento, instando a la gente a votar por Francisco. Juan es del P. X. [N.C.: Partido “X”]. Pedro es del P.Y. Francisco es del P.Z. ¿Qué diferencia hay entre los tres candidatos? ¿Y entre los tres partidos? Nadie lo sabe. Ni siquiera ellos mismos. ¿Qué hará que la candidatura de uno triunfe sobre las demás? En gran parte, el número y el tamaño de los carteles. Muchos candidatos no tienen otro argumento. Y muchos votantes no quieren más que eso. “Tempora mutantur...

A veces entra en escena algún argumento serio: poco impresiona. La gravedad, la noble y digna compostura de otros tiempos, la lógica, son factores electorales poco eficaces, a veces incluso contraproducentes.

Por el contrario, ser un demagogo populachero, saber decir chistes en un mitin, alegar títulos profesionales que no capacitan para ocuparse de los asuntos públicos, como guitarrista, locutor de radio, o campeón de cualquier cosa (que no sea de ajedrez, juego grave, serio, aburrido), esto es algo electoralmente útil. En definitiva, una cierta nota de circo suele ser lo ideal. Si todo esto aún no es enteramente así, ya lo es en buena medida. Y tiende a serlo cada vez más, sobre todo en los grandes centros.

De esto la otra figura nos da una idea muy clara. Es un folleto distribuido por miles en São Paulo, en elecciones anteriores. Sólo hemos cambiado los nombres de los candidatos. El mitin debería asegurar su victoria, por los artistas con los que entretendrán a los votantes...

Hasta tanto estamos descendiendo, bajo la influencia de la manía de facilitar, relajar, nivelar, y hacer de la vida un inmenso y desenfrenado entretenimiento.

Los romanos de la decadencia se contentaban con pan y circo. Los brasileños están siendo formados para el mismo programa. Pero con una variación: cada vez menos pan y más circo.
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