Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

“Un niño bien criado”,

en los últimos destellos de la

Civilización Cristiana

 

"Catolicismo" Nº 88 - Abril de 1958

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Hace casi veinticinco lustros, o sea, el 25 de marzo de 1834, un comerciante portugués de la ciudad de Oporto se encontraba en graves preocupaciones. Ese día, uno de sus hijos, aún adolescente, partía hacia el lejano Brasil, y aquí venía a intentar los riesgos de la carrera de comerciante. Situación conmovedora para un padre que confía su hijo a las incertidumbres de la vida, cuando su carácter aún no está completamente formado... y lo ve partir hacia una tierra lejana, donde son imposibles los encuentros asiduos y los consejos dados en el curso de los acontecimientos. Tal vez incluso no vuelvan a verse nunca más. “Partir, c'est mourir un peu...” Qué bien explicaría ese melancólico pensamiento, para el señor Francisco Luiz d'Andrade y su hijo, lo que sintieron en los últimos momentos de su convivencia.

Condensando los consejos, sin duda dados en el curso de las extensas conversaciones de los últimos días, el comerciante portugués escribió a su hijo una larga carta en un cuadernillo, que debería servirle de hoja de ruta para toda la vida.

No sabemos nada del destinatario, ni del uso que hizo de estos consejos. El documento llegó a nuestro conocimiento simplemente porque, el 28 de agosto de 1838, en Río de Janeiro, fue copiado por el bisabuelo de un colaborador de esta hoja. Exhumado de su archivo de familia, lo publicamos hoy en esta sección.

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Si, en esta sección que suele ocuparse en analizar los estados de espíritu que se deducen de las costumbres, que marcan los ambientes y que dan vida a las civilizaciones. Pues esta carta de un autor obscuro, a un destinatario anónimo, ambos inmersos en la existencia cotidiana de simples particulares, dice mucho sobre las costumbres, los ambientes, la civilización tal y como eran en Portugal y en general en Occidente, en los medios del pequeño y mediano comercio.

El concepto de vida que sirve de fondo a esta carta corresponde a una etapa de transición entre los días áureos de la civilización cristiana y los febriles y confusos días del neopaganismo en que vivimos.

Santo Tomás dice que todo ser intermedio, visto desde un lado, se parece al otro. El mestizo parece oscuro entre los blancos, y blanco entre los negros.

La filosofía de vida del autor de la misiva se resume en unas pocas palabras. Debemos vivir para nuestro propio bien terrenal. Para conseguirlo, el medio es el trabajo. Todo lo que nos aleja de este fin y de este medio es censurable. Pero el dinero no es el único bien. Debe adquirirse con honestidad, pues la moral es la condición esencial para que el hombre se estime a sí mismo y sea honrado por los demás. Y para que el comerciante inspire confianza y tenga éxito, también está Dios. Sí, Dios, en quien se cree sinceramente y que tanto puede ayudar en la conquista de la felicidad. Por último, Dios quien el hombre encontrará como juez al final de su vida. Por lo tanto, hay que ser correcto con Dios, por deber en primer lugar, y también porque este es el medio seguro de obtener que sea beneficioso para el hijo del Sr. Francisco Luiz d'Andrade. Lucha por la fe, apostolado, sentido del bien común, todo eso que hizo gloriosos, en toda la tierra, a los portugueses de otras épocas, ha menguado o casi ha desaparecido en la “weltanschauung” [N.C.: cosmovisión] de este típico comerciante del siglo XIX.

Pero [para] quien lo lee con los ojos agotados y nauseados de un hombre de bien del siglo XX, cansados de considerar el indiferentismo religioso total, la extravagancia, la codicia, el cinismo de nuestros días, esto no es lo que más destaca.

A lo largo de esta carta, sentimos un contacto vivificante con un sentido común tradicional y sólido, una reflexión, una dignidad, una sagacidad y un candor que encantan. Hay un calor de celo paternal en estas líneas, que muestra claramente la solidez que la institución familiar conservaba en las capas profundas de la sociedad. En definitiva, hay toda una concepción de chico serio, que construye y refresca el alma en estos días que dieron origen a Elvis Presley y al “rock and roll”. Es este documento el que, en la pluralidad de sus aspectos, entregamos hoy a la consideración de nuestros lectores.

Los subtítulos son nuestros. Hemos conservado la ortografía del original, pero, para facilitar la lectura, hemos puesto íntegramente las numerosas abreviaturas que eran tan populares en la época. Los clichés proceden del álbum “Rio de Janeiro Pitoresco”, de Moreau y Buvellot, publicado en 1845 [Abram-Louis Buvelot (1814-1888) y Louis Auguste Moreau (1818-1877)].

[N.C.: sería imposible mantener el imponderable y el sabor de la ortografía portuguesa decimonónica al traducirla al español. Así lo hemos traducido al lenguaje corriente y remitimos el lector que tenga conocimientos de la lengua portuguesa al texto original publicado por “Catolicismo”, en este link, donde podrá saborear un poco la atmósfera de aquellos tiempos.

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Hijo mío

Dejas la compañía de tus padres para buscar establecerte en el Imperio de Brasil —y en la Corte de Río de Janeiro— como Comerciante.

CONDICIONES DE ÉXITO EN LA “CARRERA COMERCIAL”

La carrera del Comercio es la que han seguido tus Padres y Tíos, y la que me parece más ventajosa para ti, y más adecuada a la índole que encuentro en ti.

Muchos hombres grandes han disfrutado de la carrera comercial; la cual depende mucho de su buena fortuna, pero sobre todo de su buena conducta, honor y probidad; y sobre todo del trabajo asiduo al que se han sometido desde su tierna edad, como es la tuya ahora.

Al tomar esta noble y honorable profesión, podrás ser un día un hombre tan grande como muchos lo han sido, pero es necesario que te sometas, como ellos lo hicieron, al trabajo y a las fatigas propias de esa noble profesión. Un hombre que se somete al trabajo al principio de su vida será siempre apto, o habilitado, para tomar cualquier dirección que la fortuna le destine en la carrera de su vida. Por el contrario, un hombre que en su infancia es perezoso e indolente jamás podrá ser algo en el futuro, e incluso se convierte en una persona aburrida y sólo digna de desprecio.

Para que entres, por lo tanto, en la Carrera del Comercio, es indispensable comenzar por ponerte a servicio de un Patrón Comerciante, donde aprenderás, sirviendo, a ser un comerciante un día, y tal vez incluso un gran hombre.

“AGENCIAR FORTUNA GRANDE EN EL IMPERIO DEL BRASIL”

Si las circunstancias de tu Patria —que jamás deberás olvidar— fueran más favorables, o si mostrasen un futuro más halagüeño, aquí mismo podrías establecerte; y no te alejaría de mis vistas si no lo creyera ventajoso para ti, porque la experiencia, que es la mejor maestra de los hombres, ha demostrado que rara vez se crean grandes fortunas en el propio país, y que la escuela del mundo, al viajar, produce aumentos de conocimiento y de relaciones, que son muy ventajosos para los que se dedican al oficio del Comercio. Estas razones, entre otras, son las que me decidieron a enviarte al Imperio del Brasil, para que allí aprendas Comercio; y cuando tu edad te permita razonar más, conocerás entonces la verdadera razón, y las miras paternales con las que ahora te hago dar este paso en tu propio beneficio.

Diré ahora lo que te cumple hacer al llegar a Río de Janeiro.

EL FUERO PATERNO NO PRESCRIBE EN LAS TIERRAS LUSAS

Tu primo, el señor João Luiz da Rosa, a cuyo principal cuidado te confío, y a quien debes obedecer tanto como a mí mismo, ya que no puedo acompañarte, tiene el encargo de buscarte un Amo; y estoy tan seguro de su probidad y buena amistad que no dudo que hará tanto por ello como yo mismo. Debes entrar en el establecimiento del Amo que te asigne, y permanecer allí mientras no le parezca bien a tu primo cambiarte; y jamás cambiarás de Amo a tu antojo, sin consultarle y esperar su aprobación.

EL AMO QUE TE “ENSEÑA Y ALIMENTA”

Debes tener la certeza de que no es conveniente estar cambiando de Amo, porque estos cambios desacreditarán a un muchacho que está comenzando su vida comercial, y demostrarán que no se somete al trabajo, sin cuya sumisión nunca se puede ser un hombre y negociante.

Cualquiera que sea el Amo que la fortuna te destine, debes obedecerle como si fuera tu padre: debes serle muy fiel; muy cuidadoso en su servicio; muy celoso de sus intereses; y muy pronto en ejecutar sus órdenes, sin mostrar nunca enfado; porque tu Amo tiene derecho a exigir de ti todo el buen y celoso servicio, a cambio de enseñarte y alimentarte: es, pues, una deuda que tienes con él, serle muy obediente, muy fiel y muy celoso de sus intereses; y practicando lo contrario te expones a ser castigado, y a que no te quieran en su Establecimiento; lo cual puede dificultar tu arreglo con otro Amo, porque nadie tal vez te querrá en su establecimiento, habiendo dejado otro sin una razón muy justificada. Repito, por tanto, que, sin la aprobación de tu primo, el Sr. João Luiz da Roza o del Sr. Domingos Carvalho de Sá en su ausencia, nunca cambies de Amo.

“CUANDO NO HAY NADA QUE HACER, NO SE JUGUETEA”

Nunca debes estar ocioso: la ociosidad es el peor de los vicios. Procura ocuparte siempre en el trabajo que debe hacerse en la casa o tienda de tu Amo: desempolvar las telas, enderezarlas, doblarlas, ponerlas en su sitio, mostrarlas a quien las busca, tratando a todos con mucha y buena educación; y, finalmente, hacer lo que te manden los mayores, ya sea el propio Amo, o los dependientes, o incluso los chicos mayores; son ocupaciones en las que siempre debes entretener tu tiempo. Y cuando no haya nada que hacer, no se juguetea: se escribe, se hacen cuentas para ir perfeccionando tu letra y calificándote en la contabilidad.

LOS “CHICOS PÍCAROS” CORROMPEN AL APRENDIZ DEL NEGOCIO

Cuando te envíen a hacer algún recado, vete deprisa, y vuelve pronto, dando cuenta exacta del recado que llevaste. Nunca te demores por la calle, alelado aquí y allá: y de ninguna manera te entretengas jugando con los otros chicos. A un chico que ha sido bien criado, como tú, no le queda bien mezclarse con chicos groseros y pícaros.

El tiempo de jugar se habrá terminado para ti, tan pronto como entres en el establecimiento de tu Amo. A partir de entonces sólo debes cuidar de ser sensato y trabajador para ganarte la amistad de tu Amo, y de su esposa e hijos si los tuviere: debes respetarlos a todos como superiores, recordando que un día también serás obedecido cuando seas dueño de tu propio Establecimiento; y que ahora mientras seas siervo y Aprendiz de Comercio debes tener completa obediencia y respeto no sólo a tu Amo, sino también a su familia.

Nunca busques, antes evita la compañía de muchachos de tu edad, o incluso mayores que tú: más bien busca la compañía y el consejo de hombres maduros y experimentados como el primo João Luiz y el señor Domingos Carvalho de Sá; porque la compañía de hombres como éstos da credibilidad e instrucción, y la de los muchachos sólo puede traer daño y ruina.

“UN EMPLEADO NO DEBE ASEARSE A SÍ MISMO COMO PETIT-MAÎTRE”.

Los consejos que te doy como aprendiz en los negocios, también te servirán cuando seas Dependiente, y que como tal te ganes el sueldo. Si tu comportamiento como niño debe ser bueno, debe ser aún mejor como Dependiente.

Un Dependiente a quien su Amo le da un salario, tiene la doble obligación de serle muy fiel, y de hacerle no sólo el servicio correspondiente al salario que recibe, sino aún más, tanto por gratitud, como para invitar a la buena voluntad y satisfacción del Amo, a aumentarle su salario y ayudarle. Cuando tuvieres tu sueldo, es necesario que no lo gastes en locuras: debes ser muy económico, y ahorrar mucho el dinero de tu sueldo, gastándolo sólo en lo que necesitas para vestirte y calzarte, y para lavar y planchar la ropa. No utilices nunca modas extravagantes en tu vestimenta, porque estas modas inculcan ligereza de cabeza y falta de juicio, además de aumentar los gastos: un chico o un Dependiente no debe asearse como un Petit-maître, sino que debe vestirse con gravedad, y con decencia.

Podría decirte mucho más en este asunto, pero lo omito porque creo que es más conveniente decirte, y recomendarte, e incluso mandarte que te guíes por los consejos que te diere el Primo João, en este y en todos los demás aspectos; porque no sólo es un hombre maduro, sino también muy experimentado en Brasil, y puede por tanto guiarte mejor que yo en lo que debes hacer; y espero de su amistad que así lo hará.

EN LOS DOMINGOS Y DÍAS FESTIVOS, CALIGRAFÍA, CUENTAS Y LITERATURA FRANCESA

Ya te lo he dicho y te lo vuelvo a repetir, no te quedes nunca sin hacer nada. Cuando te sobre tiempo en el servicio de tu Amo, y en los Domingos o días Santos en que no se trabaja, ocúpate en escribir para perfeccionarte, y en hacer cuentas; y también en cultivar la lección de francés, leyendo tu Telémaco, que es un libro de gran instrucción y provecho para guiar a la juventud, y afianzarla en los principios de las buenas costumbres, del honor y de la probidad; y no olvides nunca lo que se persuade en el Telémaco nunca mientas: Un hombre que miente es siempre un mal hombre: Telémaco quiso exponerse a la muerte antes que mentir: no debes mentir nunca, y decir siempre la verdad, te favorezca o no. El hombre verdadero, que es sincero en sus contratos, es siempre bien valorado y creído: por el contrario, el mentiroso sólo merece desprecio, y nadie quiere contratar con él, ni sufrirlo en su Casa.

“QUE DIOS NOS DE FORTUNA EN ESTA VIDA Y SU GLORIA EN LA OTRA”

Sobre la Religión tengo a decirte lo siguiente.

La Religión Católica Romana es la que profesan tus Padres, y la que tú también profesaste, y la única que debes seguir: huye de los que te digan lo contrario; porque quieren arruinarte y perderte. Nunca dejes de recordar la Doctrina que aprendiste y los Documentos que tus padres te dieron desde tu infancia. El primer deber del hombre es respetar a Dios, que lo ha creado y que lo ha redimido y salvado. Sin temor a Dios, y sin su ayuda divina, los hombres no pueden prosperar ni ser felices. Es necesario, pues, que te encomiendes a Dios, rezando para que te ayude a ser un hombre de bien, y para que no te abandone; para lo cual puedes utilizarte de tu libro que llevas en francés —La Journée du Chrétien— y mientras rezas por él te irás recordando el francés que has aprendido. Debes tener una especial devoción a la Virgen, y rezarle todos los días algo, al menos la Corona, y un Ave María, para que te ayude y te guíe en el camino de tu vida. Quien no es amigo de la oración no es ayudado por Dios; y todos los que somos sus hijos tenemos la obligación de reconocerle como Padre, y de acudir a él en nuestras tribulaciones y trabajos de la vida, pidiéndole que nos ayude, nos valga, nos dé fortuna en esta vida y su Gloria en la otra.

No te faltarán mis oraciones, y también las de tu Madre y Tíos, para que seas bueno y feliz; pero de tu parte es necesaria que nada hagas por desmerecer el efecto de la Protección divina que por ti imploremos.

En la Iglesia debes estar siempre con gran devoción y respeto, ya sea escuchando misa o asistiendo a cualquier Fiesta o Acto de nuestra Santa Religión. No se debe hablar ni reír en la Iglesia: allí está la Casa de Dios y sólo se debe conversar con Él a través de la Oración. Nunca dejes de cumplir con los Mandamientos de la Ley de Dios que has aprendido; y a los Mandamientos de la Iglesia, oyendo Misa en los días de precepto, y confesándote por lo menos una vez al año para cumplir el precepto cuaresmal: y si te confiesas más veces al año harás muy bien, buscando un Confesor sabio y prudente, sin fanatismo; y observando los consejos espirituales que te dé a respecto a tu conducta Religiosa, y Civil.

ALTERNATIVA ENTRE EL BIEN Y EL MAL, EL ÉXITO O EL FRACASO

Por fin, hijo mío, si te guiares siempre por estas instrucciones que te doy como Padre, y como más experimentado del mundo, harás bien tu vida y serás feliz, dando mucho placer en esto a tus Padres y Tíos: pero si despreciares mis consejos, y no te comportares bien, me darás mucho disgusto, y quizás ocasionarás mi muerte y la de tu Madre; y al final estarás perdido. En dos palabras: si quieres ser un hombre de bien, un Mercader probo y honrado, y merecer la estima de todos tus parientes, debes hacer lo que aquí he dicho; y Dios Nuestro Señor te ayudará. Pero si hicieres lo contrario, no podrás ser ayudado por Dios, ni ser feliz; y causando tu propia ruina, estarás perdido.

Mira, hijo mío, lo que eliges: o darme a mí, a tu Madre y a tus parientes mucho gusto con un comportamiento digno; o darme la muerte con el disgusto de tus desvaríos. Espero que mi hijo Francisco más querrá darme gusto que la muerte. Espero que el algún día reflexione que debe corresponder a los cuidados y gastos que su Padre hizo con su educación, buscando darle la satisfacción de ver en su buen comportamiento, el fruto de sus cuidados y preocupaciones.

LA INTERVENCIÓN EN LA POLÍTICA ES CONTRARIA A LA HOSPITALIDAD, Y PERJUDICIAL PARA LA CARRERA COMERCIAL

Me queda por decirte algo sobre tu conducta política.

Serás un extranjero en Brasil: eres portugués, y los brasileños son otra nación diferente, aunque hablen nuestro mismo idioma. Los extranjeros nunca deben mezclarse en los asuntos políticos del país donde viven. Como extranjero en Brasil sólo debes preocuparse por el Comercio, que es el único fin al que te diriges y nunca inmiscuirte en los asuntos del Gobierno de Brasil, que no te deben importar.

Los brasileños te hacen un gran favor al admitirte en su Imperio para que aprendas el Comercio, y lo sigas; y por lo tanto sería ofenderles ponerte en partidos que puedan ser opuestos a ellos. El Comerciante Extranjero como tú no debe ser nunca otra cosa que un Comerciante, y siempre ajeno y extraño a los desórdenes políticos que puedan perturbar el giro de su Comercio, y hacerle odioso a los Nacionales que le dieron asilo.

Si por desgracia hubiera allí alguna conmoción o desorden, te prohíbo expresamente que salgas de casa: un hombre prudente nunca sale de su casa en tales ocasiones, sólo para huir de los peligros, pero nunca para mezclarse en ellos.

“RECUERDA SIEMPRE QUE SON LOS CONSEJOS DE TU PADRE”

Cuando seas mayor, y más sabio, entonces podrás valorar bien lo prudentes que son mis consejos sobre tu conducta Política; y entonces conocerás también la importancia y la utilidad de las instrucciones que aquí te doy en todos los sentidos, y que me he tomado la molestia de escribir para ti en este pequeño libro, para que, guardándolo, me lo traigas cuando vuelvas, y lo leas a menudo, para que no sólo hagas lo que en él te recomiendo; pero para que recuerdes siempre que son los consejos de tu Padre, dados con motivo de tu partida a Río de Janeiro, escritos por él para tu bien, y para tu guía, ya que no le era posible acompañarte.

“ESCRÍBEME POR TODOS LOS BARCOS, CON EL PERMISO DEL AMO, Y PIDE PAPEL AL PRIMO”.

En cuanto llegues a tu destino debes escribirme por el primer barco que salga para Portugal, dándome noticias de tu viaje, —que Dios permita que sea feliz— y de tu llegada a Río; y si ya estuvieres colocado debes decirme también el nombre de tu Amo y la calle donde vive. Para esta primera carta te guiarás por lo que el primo Sr. João Luiz da Roza sugiriere.

Para las que me dirijas más tarde, espero que las escribas tú mismo, para que pueda ver los progresos que haces en la escritura y en el discurso. Quiero que me escribas sin falta por todos los barcos que vengan de allí a Portugal, y especialmente a esta ciudad de Oporto; pero debes pedir permiso para hacerlo a tu señor, que seguramente no te lo negará si hubieres merecido su agrado y amistad. No necesito que me cuentes ninguna noticia en tus cartas: sólo quiero saber de tu salud, y de tus circunstancias, así como de tus progresos como Comerciante.

Mira que, si algún barco recalara aquí sin tu carta, sería un gran dolor para mí y para tu Madre, y si faltares con tus cartas, empezarías a darnos la sospecha de que no estás marchando bien en tu carrera, y que nuestros consejos no te aprovecharon.

El Primo te proporcionará el papel necesario para escribir, así como pagará los gastos del porte de las cartas que recibas de mí: la primera que deberás recibir de mí será la contestación a la primera que me escribas: no te escribiré antes, ni tengo para qué escribirte, porque cuando eches de menos tu Patria y tus Padres, puedes ver en este libro su letra y sus órdenes.

“PADRE MÍO, AQUÍ TE ENTREGO ESTE PEQUEÑO LIBRO”

Adiós, hijo mío: Adiós mi Francisco...

¡Qué placer tendré si siempre andares por el camino de la Religión, del honor y de la probidad!

¡Qué placer será para mí un día si supiere que eres un hombre de juicio, y un buen y honorable hombre de negocios; y que fuiste capaz de ganar tu fortuna lícitamente!

¡Qué placer tendré un día si viniere a abrazarte, dándote mi bendición, que mereciste por tu buena conducta!

¡Qué satisfacción tendrás tú mismo cuando vuelvas a tu Patria, pudiendo decirme = Padre mío, aquí os entrego este librito que me disteis, escrito con vuestros consejos: los seguí, y fui feliz = !...

Sólo las ideas de tu felicidad, Hijo mío, pueden suavizar la herida que me queda alejándote de mí, aunque para tu propio beneficio, y utilidad.

Adiós...

Oporto, 25 de marzo de 1834

Francisco Luiz d'Andrade

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