Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Aprecian la civilización cristiana y

aplauden exponentes del neopaganismo

 

"Catolicismo" N.º 66 - Junio de 1956

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En el orden natural de las cosas, las élites de un pueblo, y en particular las que representan, perpetúan y actualizan la tradición, constituyen por así decirlo la quintaesencia, la expresión más elevada y típica de las cualidades nacionales. Las verdaderas élites no forman un cuerpo de vividores egoístas que acaparan para su propio beneficio todas las ventajas y todas las cualidades a costa de las masas embrutecidas y hambrientas. Son parte del pueblo, —en el genial sentido que Pío XII dio a la palabra—, viven de la misma savia, tienen en grado eminente, y para bien de todos, las cualidades que exornan a la nación entera, y son a la nación como la flor al tallo, o la cabeza al cuerpo.

Así es como el Occidente cristiano entendía el papel de las élites. Y es la comprensión de este papel, lo que da a Inglaterra, junto con su prestigio como gran nación actual, el encanto y la distinción que todos le reconocen.

El desarrollo del sentido de la personalidad humana se nota admirablemente en el más modesto de los ingleses. Y esta cualidad, difundida en todo el cuerpo de la nación, se expresa magníficamente en los elementos exponenciales de sus múltiples élites: el mundo científico, los administradores, los estadistas, los guerreros, los nobles.

Nuestro cliché representa a dos pajes del Duque de Norfolk —el líder católico inglés— en traje de gala para la coronación de la Reina. Por su alta y tan natural distinción, son el fruto típico de una escuela de educación, y de una tradición que pretende llevar al auge el esplendor y la dignidad del hombre, por el dominio de lo espiritual sobre lo físico, por el control de lo que es bajo en el hombre, y el desarrollo de lo que es noble en él.

Toda Inglaterra —incluido, insistimos, el más modesto de los ingleses— se ve de alguna manera reflejada en ellos.

Jóvenes comunistas en marcha. Es la masa sin élite, en la que una filosofía materialista desató la animalidad humana. Los rasgos del rostro son diversos. Pero la expresión es la misma: ferocidad, descontrol, vulgaridad. Se tiene la impresión de almas que viven para la adoración de la materia y las vibraciones del odio. Y nada más.

¿Cómo ha podido el gobierno inglés honrar a esos siniestros representantes del materialismo, la brutalidad y la incultura que son Kruchtchev y Bulganin, acercándolos a la Reina, llevándolos a Westminster y dándoles todos los honores oficiales? ¡Esto después de que hace algún tiempo Tito ya había maculado los mismos lugares con su presencia!

Comprendemos la reacción de los refugiados rusos, polacos y balcánicos. Comprendemos el disgusto de los católicos ingleses. No estamos en contra de los contactos diplomáticos, pero nos parece que podrían producir el mismo resultado en un ambiente discreto, sin los honores que fueron para el comunismo un triunfo moral.

No se tiene derecho a cultivar de esa manera los valores de los que el comunismo es la negación más atroz y al mismo tiempo mostrar consideración y aprecio a los exponentes más calificados del comunismo.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator