Recientemente
consagrado, a este joven se le ha confiado una importante misión. Su
vigor físico, la firmeza de su personalidad armonizan muy bien con las
venerables insignias de que se reviste: una hermosa cruz pectoral,
tachonada de piedras preciosas, emblemas del ministerio episcopal, una
admirable medalla que representa a la Madre con el Hijo en su regazo,
rematada por una corona real. Una gran barba y las vestimentas solemnes
de los sacerdotes de Oriente contribuyen a dar al personaje una gravedad
que resulta sorprendente. En una palabra, un obispo ampliamente dotado
de lo que los franceses llaman "le physique du rôle", según los
estilos en uso en Rusia bajo Nicolás II. En definitiva, una figura que
no evoca ni de lejos el comunismo.
Ahora
bien, es un propagandista de la Rusia soviética en nuestro continente,
ya que es el representante del patriarca cismático de Moscú para América
Latina.
Es el
"new-look" de la propaganda comunista. En el pasado Rusia sólo exportaba
un ateísmo franco, categórico y explosivo. Sus líderes eran agitadores
que rezumaban materialismo, brutalidad y espíritu de revuelta.
Pero sucede que la experiencia ha demostrado a los soviéticos la
insuficiencia de esta táctica. Comprendieron la necesidad de vestirse
con ropa de oveja para penetrar en ciertos ambientes. A continuación,
reabrieron las iglesias cerradas, restauraron el "patriarcado" cismático
de Moscú, reconstituyeron la jerarquía de la iglesia rusa y, con el
pretexto de la "ortodoxia", se infiltraron en los ambientes religiosos,
antes irremediablemente cerrados a su influencia. Esta restauración
religiosa se inició tímidamente bajo Stalin, más para efecto interno en
Rusia, que para impresionar al Occidente. Sin embargo, ahora, bajo el
signo del acercamiento, los soviéticos hacen un amplio uso del hecho con
fines de propaganda mundial.
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Para
sentir toda la diferencia entre este nuevo estilo y el que estaba casi
universalmente en boga en los círculos comunistas en la época de Stalin,
basta con compararlo con Ana Pauker, la arpía rumana internacionalmente
conocida.
Siempre se ha entendido que la gracia, la delicadeza, la modestia y la
dulzura son características del sexo femenino. El tipo ideal de
propagandista comunista es esta virago brutal, materialista y cruel, que
llegó a dominar su infeliz y noble patria, y que encarna muy bien la
franqueza con la que la Rusia de Stalin ostentaba a los ojos del mundo
la verdadera fisonomía espiritual del comunismo.
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Esta
confrontación expresa perfectamente el nuevo terreno en el que debemos
enfrentarnos a la estrategia de Moscú. Desde hace algún tiempo, parece
que ha cesado la era de la brutalidad y ha llegado la del maquiavelismo.
Tengamos la astucia de la serpiente, que nunca debe ir sin la inocencia
de la paloma, como nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo: "Mirad que os
envío como ovejas entre lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y
sencillos como palomas" ( Mt. 10.16 ). |
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