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Plinio Corrêa de Oliveira AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES Vida mecánica, vida natural
"Catolicismo" Nº 55 - Julio de 1955 |
En su hermoso discurso de Navidad de 1952, a nuestro juicio uno de los documentos más profundos jamás publicados por un Papa, el Santo Padre Pío XII señaló que el tecnicismo contemporáneo, además de sus brillantes logros, crea también problemas extremadamente complejos para el hombre. En efecto, la máquina —el "alma" de casi toda la tecnología— tiende a someter todo el trabajo humano a su ritmo mecánico. El trabajo, y más que el trabajo, las diversiones, la vida familiar, toda la existencia, en fin. Porque en todos los campos el hombre utiliza cada vez más la máquina y acepta adaptarse a ella para disfrutar de las ventajas que le ofrece. En estas condiciones, la influencia de la máquina tiende a penetrar en las esferas más delicadas y elevadas de la vida humana, es decir, tiende a crear un estilo de vida, una forma de concebir los problemas y de resolverlos, una mentalidad totalmente mecanizada. Hombres estandarizados, con ideas y gustos estandarizados, inmersos en un estado de ánimo de un tedio sombrío, displicente, pesado y lleno de fatiga, solo interrumpido por las excitaciones delirantes del cine, de la televisión, de la radio o de la "afición" deportiva.
Nuestro primer cliché muestra a un “conglomerado” de hombres en estas condiciones. Se trata de trabajadores empleados en la construcción civil destinada al esfuerzo de guerra aliado. Obreros que esperan entrar en una fábrica, público que aguarda la apertura de un estadio, una masa humana en el patio de una estación esperando un tren; en todas partes las fisionomías son estas. Multitudes infelices que viven bajo el yugo sombrío, nivelador y despersonalizador de la máquina. Hay enfermedades que devoran poco a poco a su víctima, tan lentamente que ella ni siquiera se da cuenta. Poco a poco, se adapta a las nuevas situaciones, y pierde el recuerdo de cómo se sentía cuando gozaba de plena salud. Por esta razón, para que el médico consiga tratar a una persona en esta condición, es necesario empezar por hacerla tener conciencia de que su condición es anormal. Esto sólo puede lograrse reviviendo en ella el recuerdo de lo que solía ser y comparando este estado anterior con el actual.
Publicamos hoy un aspecto típico del ambiente popular alsaciano [reproducción de una acuarela de P. KAUFFMANN (1877-1937) publicada en l’ILLUSTRATION en 1919], todavía impregnado del ambiente de la vida agrícola tradicional, no mecanizada. Los personajes, en una actitud plácida, relajada y afable, muy característica del campesino, conversan. Con total naturalidad, las personalidades se manifiestan en su riqueza y diversidad. No hay nada estandarizado. Por el contrario, las diferencias de sexo, edad y temperamento personal son evidentes. Los hombres son hombres, las mujeres son mujeres, el viejo es un viejo y el niño es un niño. Nadie se preocupa por ser joven antes... o después del tiempo. Más aún. La gran variedad de trajes que se observa allí tiene su explicación. Cada uno de estos trajes es típico de una pequeña región o pueblo. Es tal la variedad del ambiente psicológico en cada uno, que ha sido necesario expresarlo en un arte local propio, del que la ropa no es más que uno de los aspectos. Cuánta riqueza de alma en esta variedad. Y cuánto empobrecimiento espiritual en nuestras modas cosmopolitas, en que el mismo corte, la misma forma, los mismos tejidos, casi los mismos colores son impuestos al mundo entero. |