Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

 

TODO IGUALAR: MANÍA Y NO NECESIDAD

 

"Catolicismo" Nº 28 - Abril de 1953

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En cuanto el caballo es cada vez más abandonado por el hombre como medio de transporte y tracción, su boga en el deporte sigue siendo plenamente actual, y la hípica sigue siendo en todas partes objeto de vivo interés. De ahí también el hecho de que los campeones de fútbol y boxeo no hayan destruido en absoluto la popularidad del jinete y del caballero. Y, en efecto, las cualidades de audacia y prudencia, de fina percepción, de presencia de ánimo, de agilidad, de conocimiento y de perfecto dominio del caballo, que el auténtico jinete debe poseer, en grado relevante, bien merecen el interés y el aplauso del público.

Nuestros clichés presentan a tres jinetes saltando obstáculos difíciles. Fotos típicas de clubs de equitación de todo el mundo. Es un placer contemplar la destreza, la fuerza y la elegancia de estos tres jinetes.

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Sí, con una restricción: no son jinetes, sino "amazonas", elementos destacados de la hípica [de Rio Grande do Sul - Brasil], a la que el sistema de monta, el traje, todo en definitiva contribuye a dar un aspecto marcadamente masculino.

Sin entrar en detalles en el análisis de este punto, recordemos de paso lo antinatural y anormal que es que en cualquier circunstancia y bajo cualquier pretexto una mujer se parezca a un hombre: absolutamente tan antinatural y tan anormal como si un hombre se pareciera a una mujer. La extraña manía de la masculinización de la mujer -¡y cuánto se podría decir también de la feminización del hombre! - también ha penetrado en la hípica. Es lo que todos saben y nuestros clichés lo demuestran con evidencia irrefutable.

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¿De dónde viene esta tendencia? En cada caso, ella se inculca bajo diferentes pretextos: comodidad, sencillez, economía, etc. En el caso de la equitación, quizás se piense en la facilidad de movimiento y la seguridad. Un simple error...

He aquí un encantador grupo de amazonas alemanas galopando velozmente por un parque aristocrático. Llevando sillón de montar a mujeriegas, cabalgan con la distinción de verdaderas damas, lo que no impide que su galope tenga la velocidad, el ingenio y la ligereza de una cabalgata de valquirias. Todo su traje muestra toda la gracia y la delicadeza de damas distinguidas de una nación altamente civilizada: pero en ningún caso resta la nota deportiva (utilicemos esta palabra en su buen sentido, sobre cuyas múltiplas y dudosas aplicaciones se podría escribir todo un artículo) que es inseparable de la equitación.

En el cliché, la Emperatriz Sissi (Austria)

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No son, pues, razones prácticas las que imponen la masculinización de la mujer en la equitación. Más bien deberíamos ver en este hecho una manifestación más de la tendencia, cada vez más acentuada hoy en día, a nivelar, igualar, homogeneizar y confundir todo.